Samsung se hunde más en un megacaso de corrupción que afecta a Corea del Sur

El heredero del poderoso grupo fue procesado por una causa que involucra millonarios sobornos a dos fundaciones en beneficio de la presidenta Park, que ahora enfrenta un juicio político

La empresa número uno de teléfonos inteligentes del mundo, nave insignia de la economía surcoreana, quedó en el centro de un escándalo de corrupción entre el hombre fuerte del grupo, la presidenta del país y una ex asesora de la mandataria, las tres figuras excluyentes de una trama que reveló los oscuros manejos del establishment de la cuarta potencia asiática.

El heredero del imperio Samsung , Lee Jae-Yong, vicepresidente del grupo, fue oficialmente procesado ayer por una fiscalía especial por el pago de sobornos millonarios a dos fundaciones vinculadas a la mandataria, Park Geun-Hye, que a su vez está bajo juicio político, y a su ex colaboradora Choi Soon-sil, condenada a prisión.

Lee, de 48 años, es el primer jefe de los grandes conglomerados surcoreanos bajo control familiar, conocidos como chaebols, en ser arrestado. Fue incriminado junto con otros cuatro ejecutivos por “corrupción, utilización indebida de bienes públicos, encubrimiento de activos en el extranjero y perjurio”, según detalló la fiscalía.

Los fiscales sostienen que Lee, tercera generación de la familia fundadora, le giró a la asesora Choi unos 37 millones de dólares en una dudosa operación que facilitó la fusión de dos empresas del grupo.

Cuatro de los cinco procesados renunciaron a sus cargos, pero no el heredero de la empresa, según anunció Samsung, el principal conglomerado del país, que representa un quinto del PBI nacional.

En una medida de control de daños para bajar la tensión, la empresa decidió desmantelar su poderoso servicio a cargo del lobby con el gobierno, la Oficina de Estrategia Corporativa, y afirmó que quiere más transparencia en su política de donaciones. En esa oficina trabajaban unos 200 ejecutivos de todas las filiales del grupo y discutían sobre decisiones de inversión, adquisiciones y de las ahora cuestionadas relaciones con el gobierno.

El escándalo también pasa por la ex asesora Choi, amiga desde hace 40 años de la presidenta Park y acusada de haber utilizado su influencia para obtener más de 70 millones de dólares de diferentes empresas, además de involucrarse en la toma de decisiones clave del Estado para las que no tenía ninguna capacitación ni función autorizada. Por su influencia detrás de bastidores a Choi la llaman “Rasputina”.

Por el lado político del escándalo, el Tribunal Constitucional debe decidir en los próximos días si mantiene el juicio político contra Park, removida provisionalmente del cargo en diciembre pasado por el Parlamento, que activó la destitución por la trama de corrupción.

A Park se la acusa de conspirar para presionar a grandes empresas surcoreanas a hacer donaciones millonarias a las dos fundaciones que manejaba Choi. Ese dinero terminaba en las arcas personales de la mandataria para ser presuntamente utilizado, como ha sucedido en más de un país de América latina, como “caja” para sus ambiciones y manejos políticos.

Samsung fue la empresa más generosa con las dudosas fundaciones controladas por la confidente de la presidenta. También le entregó a Choi varios millones de dólares con la excusa de financiar en Alemania los entrenamientos de jinetes surcoreanos, entre ellos su hija.

Samsung recibió por su parte el aval del gobierno para la controvertida fusión de dos unidades, Cheil Industries y C&T, que le permitió a Lee consolidar su control sobre el imperio empresarial. La operación tenía aspectos oscuros y algunos accionistas presentaron objeciones, pero salió adelante gracias al voto salvador de la Caja de Pensiones, en la órbita del gobierno e importante accionista de Samsung.

Lee, como varios de los implicados del caso, admitió que donó dinero a esas fundaciones, pero rechazó la acusación de que hubo ayuda del gobierno para destrabar la operación. La empresa también defendió públicamente la inocencia de su líder de facto. El padre de Lee, internado en un hospital desde 2014 tras sufrir un ataque al corazón, es aún sobre el papel el presidente del grupo.

Lee se encuentra detenido desde el 17 de febrero por el caso de las donaciones, y tras la presentación de los cargos podrá pedir la libertad bajo fianza a la espera del juicio.

Desde su surgimiento bajo la dictadura militar de Park Chung-hee, que tomó el poder en 1961, los enormes conglomerados familiares del país conformaron la columna de la economía de la economía surcoreana, orientada a la exportación de bienes de alto valor agregado, que sustentaron el milagro económico de una nación de campesinos pobres. En la actualidad, los chaebols constituyen el 60% de la economía del país y sus principales firmas, Samsung, Hyundai y LG, entre las más conocidas, son marcas de escala internacional.

A pesar de todos sus méritos y de los beneficios para la población, los chaebols tienen sus puntos flojos y han sido objeto de críticas. Sus detractores les exigen más transparencia y que mejoren su forma de gobierno para hacerlos menos permeables a la corrupción, así como controlar sus tendencias monopólicas.