El lugar ya se ve como un paseo comercial, más limpio y seguro. La Ciudad empezó con las reformas en la histórica Recova. Plantarán árboles, iluminarán veredas y acondicionarán calles cerca de la estación de trenes para priorizar a los peatones.
Las mejoras son indiscutibles. La zona comercial del barrio de Once, entre las avenidas Rivadavia, Pueyrredón y Corrientes y la calle Larrea, ahora cuenta con mejor higiene, arreglos en las veredas y un aumento en las ventas de los comercios. El panorama es muy distinto al del año pasado, cuando los puestos de los manteros ocupaban más de la mitad de la vereda, dejando poco espacio a los peatones y luego de años de suciedad acumulada había plagas de ratas y cucarachas.
Los comerciantes de Once no veían una solución al problema, hasta que el 10 de enero a la madrugada, el Gobierno de la Ciudad llevó a cabo un fuerte operativo para desalojar a todos los vendedores de mercadería ilegal en la vía pública, cerca de la estación de trenes de la Plaza Miserere. A pesar de los graves incidentes y el rechazo a las medidas, nunca más volvieron. Actualmente no se ven vendedores ambulantes, sólo personas con carteles de “venta y reparación de celulares”, algo que se repite en todas las cuadras.
El Gobierno porteño comenzó ya con una serie de obras y pronto vendrán más: desde instalación de luces led para las calles y veredas, hasta una intervención de la fachada de la Recova -declarada patrimonio histórico de la Ciudad-. Se estima que el proyecto estará finalizado en julio de 2018.
En tanto, se ven más policías en las veredas, aunque aún hay robos de mecheras y menores de edad, y algunos comerciantes aseguran sentir temor por las represalias de los jefes de los manteros, que viven en el barrio.
“Cuando terminamos de liberar la zona, nos encontramos con elementos sorpresa, que no estaban incluidos en el plan original, como veredas rotas e instalaciones eléctricas clandestinas, algo que se debía al uso ilegal e ilimitado de los espacios por parte de los manteros”, indicó a Clarín el ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavelli.
Además, según el funcionario, hubo una pérdida casi completa del arbolado sobre la avenida Pueyrredón, ya que “quienes ocuparon el espacio público de manera ilegal los sacaban para poder adueñarse de todo el espacio posible”.
Las decenas de obras que se están realizando cerca de la terminal de Once dificultan temporalmente el paso. Para soterrar el cableado eléctrico y de fibra óptica, hubo que levantar veredas completas. “Hace años que estamos esperando estas obras, y aunque ahora parece imposible circular, pronto nos va a favorecer a todos”, dijo Beto Cáseres (40), encargado de un local deportivo. “Ahora la gente pasea sin temor de que les roben, ya no existe la paranoia que había antes”.
En la zona comercial de Once, los problemas con los manteros no se terminaban cuando se cerraban los negocios. De noche, algunos manteros permanecían allí, se alcoholizaban y vandalizaban los negocios. Ahora, desde Espacio Público están en pleno proceso de reparar las persianas que fueron destruídas en los locales, pintarlas de su color natural o intervenirlas gracias al trabajo de la ONG Proyecto Persiana, que convoca a artistas urbanos para el trabajo.
Para muchos comerciantes, es una cuestión de vivir dentro de las normas y la legalidad. Como Vanesa Allonel (27), dueña de una zapatería, que se peleaba todas las semanas con los manteros que invadían su vidriera.
“En general, de noche no se iban, permanecían allí y dormían a la salida de los locales. Por la mañana encontrábamos las persianas con grafitis, y hasta hubo que limpiar restos de vómito, entre otras cosas”, dijo la joven. Aún hoy se puede ver mucha gente durmiendo en las veredas, especialmente en el espacio de la Recova. De noche, se llena de colchones y familias enteras que duermen bajo el reparo del edificio. Cuando comiencen las reformas y se cierre el perímetro, no podrán permanecer allí.
Para la mayoría de los comerciantes, días después de que se produjo el cambio, se sintieron los aumentos en las ventas. También así lo registraron los organismos oficiales, que aseguraron que durante el primer fin de semana sin manteros las ventas subieron un 50%,
La reforma más importante comienza ahora, con instalación de rampas en las esquinas, alumbrado con luces led, la reparación de la fachada de la estación de trenes, la transformación de tres calles que tendrán prioridad peatonal (Castelli, Larrea y Valentín Gómez) y la restauración de la Recova (con un valor histórico incalculable).
Pese a las mejoras, algunos comerciantes aún se quejan por la falta de vigilancia policial. Fernando Abram (35) tiene que lidiar todos los días con punguistas y menores que entran a robar al local donde trabaja. Ayer, Clarín pudo presenciar cuando dos chicos, de no más de 8 años, deambulaban en el lugar hasta que Abram (quien los siguió con la mirada por más de diez minutos) les pidió que se retiraran.
“Ya los conozco, vienen a preguntar si tenemos platos y cuando te das vuelta para atender a alguien, ya se llevaron algo, la semana pasada fueron cientos de biromes que estaban en la entrada del local y la anterior, cubiertos”, concluyó.
Durante un recorrido por la zona, varios testimonios confirmaron que casi el 90% de los empleados de Once viven en el barrio, al igual que la mayoría de los manteros. Por eso, temen sufrir las represalias de los jefes de los manteros, si se muestran abiertamente a favor de los cambios en la zona. La mayoría de las personas que vendían mercadería ilegal respondían a varias “mafias” que pagaron por los puestos en las calles durante años.