También en instituciones laicas y vecinales. Todos reciben aporte del Estado para salarios. En algunos casos no cobran cuota, en otros es mínima.
La escalada de paros docentes y la crisis general de la educación pública generaron en el último mes un aumento exponencial de las consultas por vacantes en las escuelas parroquiales, confesionales o congregacionales de la provincia de Buenos Aires, gratuitas o con cuotas que van de los $300 y hasta $2.000 mensuales. Una semana antes del inicio formal de las clases, cuando los gremios ya anticipaban su negativa a garantizar la asistencia a las aulas, estos establecimientos que se convierten en una opción para las familias de sectores más humildes comenzaron a recibir cerca de diez requerimientos diarios. Ayer, ese número se triplicaba.
“Lamentablemente nuestra matrícula a esta altura ya está totalmente completa, y en general las consultas son de familias cuyos hijos concurren a escuelas públicas que quedaron atrapados por las huelgas”, contó Esther García, responsable administrativa de un convocante colegio de la zona sur del conurbano donde la cuota para el nivel primario ronda los $300 y donde ha habido cero adhesión a los 12 días de paro.
Hacia el oeste, en tanto, la zona de Morón sur también ofrece alternativas para los bolsillos más castigados, con aranceles mensuales de entre $300 y $400; y opciones en centros urbanos más acomodados que pueden alcanzar los $2.000, siempre bajo el paraguas de instituciones públicas de gestión privada, católicas, laicas o protestantes.
La postal se repite en todos los puntos cardinales, pero muy especialmente en las zonas socialmente más vulnerables, donde las escuelas públicas suelen ser muchas veces la única opción. Allí la viabilidad de la educación universal y gratuita choca con dos frentes: el de la falta de vacantes por la superpoblación en los establecimientos y el agujero negro de los paros.
En este sentido, María Eugenia Vidal trazó en las últimas horas un dramático diagnóstico. Dijo que la educación pública en la provincia “se privatizó de hecho” y aseguró que “cada vez más familias de las que menos tienen hacen un enorme esfuerzo por llevar a sus hijos a una escuela vecinal, parroquial, para evitar que pierdan días de clases”.
Los datos van de la mano de las estadísticas: en los últimos diez años, la escuela pública bonaerense perdió más del 12% de sus alumnos.
Cada año la provincia destina cuantiosos recursos públicos a subvencionar al 67,27% de los establecimientos educativos de gestión privada, aportes que deben ser destinados exclusivamente al pago de los salarios de los docentes. Los diferentes porcentajes de asistencia que se aplican actualmente son del 40%, 50%, 60%, 70%, 80% y 100%.
Dentro de ese esquema asoma el progresivo crecimiento de la matrícula en los colegios vecinales, casi siempre ligados a la presencia de una parroquia, cuyo funcionamiento se sostiene no sólo en base a los fondos del Estado, sino gracias a donaciones y, en algunos casos, a cuotas de valores muy por debajo de las escalas del resto de las instituciones privadas.
“Hay padres desesperados buscando vacante en estas escuelas que no son las de cuotas de $10.000, sino las de $300 o $400”, ejemplificó Vidal.
Las escuelas parroquiales son, ante todo, escuelas de comunidad que nacen de la tarea que la Iglesia siempre ha vivido como muy cercana, como es la formación y la educación, lugares donde se aprende a convivir de acuerdo con los valores del Evangelio.
“En todas las diócesis del conurbano bonaerense, particularmente, pero en general en todas, donde hay una parroquia hay una escuela, y ha nacido como un servicio a la comunidad. Es una idiosincrasia que tiene que ver con la participación y la construcción ciudadana”, analizó el encargado de una junta regional católica de una de las diócesis más importantes del conurbano.
“Después de la desaparición de los clubes de barrio y las sociedades de fomento, las escuelas parroquiales son unos de los últimos bastiones de comunidad que quedan, son espacios de encuentro que adquieren ahora más que nunca vigencia y deben responder al enorme desafío que hoy tenemos como comunidad con los niños y los adolescentes”, agregó el sacerdote que es, a su vez, director de una prestigiosa institución.
Dos ejemplos grafican este compromiso. Son el Colegio María de Guadalupe, ubicado frente al barrio Las Tunas, Tigre, donde la mayoría de sus habitantes vive en condiciones muy precarias, y el Santo Domingo Savio lindante con La Cava, en San Isidro.
“No tenemos vacantes de aquí a 2019, y las consultas en el último tiempo crecieron notoriamente. Aquí ofrecemos una educación integral, de contención, totalmente gratuita, que se sustenta gracias al aporte del Estado que cubre el 100% de los salarios docentes y a los fondos de particulares y empresas que nos permiten completar el servicio”, explicaron desde esas instituciones que suelen también ofrecer desayuno, almuerzo y merienda para todos los alumnos, en matrículas que van desde los 200 a los 1.100 estudiantes.
En el país funcionan más de 42 mil escuelas entre establecimientos de enseñanza primaria y secundaria, de las cuales 10 mil son privadas y el resto, estatales. A los colegios del Estado asisten 9,5 millones de alumnos, y a los privados, casi la mitad.