Vaca Muerta, una estrategia de desarrollo industrial

Paolo Rocca (Techint/Techpetrol) presentó un programa de inversiones en Vaca Muerta de US$2.300 millones a ejecutar entre 2017 y 2019. La segunda fase del programa implica una inversión de US$5.000 millones, con la particularidad de que no se orienta al desarrollo gasífero, sino a la producción industrial manufacturera.

“Se trata de crear –dice Paolo Rocca– una cadena de valor (industrial) muy integrada, sobre todo de la industria electrointensiva (aluminio) y petroquímica (plástico, fertilizantes), con 60% de componentes nacionales”.

El programa de Rocca se funda en un diagnóstico de la economía nacional en el actual contexto mundial, y define y pone en ejecución los términos de una nítida estrategia de desarrollo industrial.

La presunción en que se basa Rocca es que la plena explotación de los yacimientos de shale gas de Vaca Muerta –que son los segundos del mundo después de los norteamericanos– desata un proceso de disminución de los costos energéticos (gasíferos) de la Argentina, destinado a alcanzar los menores niveles internacionales, que son los de EE.UU y México.

Rebaja de los costos energéticos

La rebaja de los costos energéticos –variable clave de este programa de inversión– depende fundamentalmente de la escala que alcance la explotación de Vaca Muerta/Cuenca Neuquina. Por eso, hay que sumarle a la inversión de Techint las que ejecuten las otras grandes transnacionales de la actividad, que son YPF, Total, Exxon, CNPC, y XTO, entre otras.

Esta caída sistemática de los costos energéticos es la que transforma a Vaca Muerta –“un recurso único en el mundo”, dice Rocca– en un proyecto de industrialización, o para ser más precisos, de reindustrialización de la Argentina, porque la actividad manufacturera tiene más de 100 años de historia en el país y dispone de un enorme stock de conocimientos y experiencias extraordinariamente ricos. De ahí que Rocca señale que la explotación de Vaca Muerta es “… muy importante para el futuro del tejido industrial argentino”.

El desarrollo económico acontece a través de saltos cualitativos. El desarrollo económico no es un proceso de crecimiento agregado de tipo cuantitativo, sino un fenómeno de acumulación –ahorro, inversión, reproducción ampliada– que acontece a través de saltos cualitativos, surgidos de innovaciones tecnológicas, que aumentan al mismo tiempo la productividad y disminuyen la estructura de costos.

Hace 10 años surgió en EE.UU. en forma de verdadera explosión la industria del shale gas, obra de una innovación tecnológica (fracking/perforación hídrica horizontal). EE.UU. no producía un barril de shale oil en 2004 y alcanzó a 4,5 millones de barriles por día en 2015.

La caída del precio del petróleo en los últimos 3 años ha sido superior a 70%. La respuesta del shale estadounidense a esta amenaza existencial ha sido un recorte de más de 30% en los costos de producción.

La industria del shale norteamericana ha recibido inversiones por más de US$ 300.000 millones en la última década; y lo fundamental –estratégicamente– es que se ha convertido en la base de la reindustrialización de EE.UU., sobre todo en las actividades electrointensivas, químicas y petroquímicas.

Hasta ahora todo ha dependido del sector agroalimentario

El crecimiento de la Argentina ha dependido hasta ahora del sector agroalimentario, que ha experimentado en los últimos 20 años una extraordinaria transformación tecnológica y organizativa, que lo ha convertido en la actividad de mayor nivel de productividad de la economía nacional, integrando su función renta agraria / territorial a un sistema de eficiencia productiva esencialmente urbano, de tipo industrial y altamente intensivo. La agroindustria ha devenido en el sector más profundamente capitalista y competitivo de la Argentina del siglo XXI.

Liderada por la actividad agroalimentaria –que se expande a una tasa de 8% anual–, la Argentina vuelve a crecer en 2017, después de 6 años de estancamiento y 2 de recesión.

La recuperación tiene un tope estructural: el PBI no puede crecer más de 3% por año, debido a la baja tasa de inversión –sólo 10%/12% del producto se dirige a la inversión reproductiva–, a pesar de que la Argentina dispone del más alto nivel de ahorro individual de América Latina, como lo revelan los US$400.000 millones que los argentinos tienen fuera del circuito productivo.

Lo que impide la realización de mayores inversiones en los sectores productivos, ante todo en la industria, es que la estructura de costos en ellos es tan elevada que torna irredituable la tasa de retorno que ofrecen.

Esta es la importancia de la estrategia de desarrollo industrial que formula y se propone ejecutar Paolo Rocca, fundada en la plena explotación de los recursos únicos de Vaca Muerta, y que ofrece una tasa de retorno especialmente prometedora para los proyectos manufactureros que utilicen como insumo energético el shale de la Cuenca Neuquina.