El dato surge de un estudio realizado a chicos de entre 17 y 25 años de asentamientos informales del conurbano bonaerense. El número sube casi al 60% con el alcohol.
El Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), que depende de la Universidad Católica Argentina (UCA), presentó ayer su primer informe sobre adicciones en jóvenes de barrios vulnerables. De acuerdo al estudio, el 22,1% de los chicos de entre 17 y 25 años que viven en asentamientos informales del conurbano bonaerense consume sustancias ilegales -al menos- mensualmente.
El trabajo, titulado “Venta de drogas y consumos problemáticos en jóvenes de barrios vulnerables”, se basó en 660 encuestas realizadas durante 2015 en 15 barrios humildes del Gran Buenos Aires. Según explicaron en la presentación, el estudio “da cuenta de la mayor vulnerabilidad” de esta franja etaria “frente al avance del narcotráfico y las drogas en los barrios, dado su particular contexto de exclusión social y la ausencia de un Estado protector”.
El 43,7% de los chicos encuestados reconoció haber consumido drogas alguna vez en su vida. El 27,3% lo había hecho en el último año, mientras que el 22,1% lo hizo al menos una vez durante los 30 días previos a ser consultados. En tanto, el 36% de los jóvenes que consumieron sustancias ilegales dentro de los últimos 12 meses reconoció hacerlo con frecuencia semanal.
Los varones son mucho más proclives al uso de drogas que las mujeres, especialmente aquellos que no completaron sus estudios secundarios, quienes no estudian ni trabajan y los que tienen responsabilidades familiares. En concreto, el 46,7% de los chicos de entre 17 y 20 años que dijeron haber consumido en el último año lo hace al menos una vez por semana. El porcentaje es considerablemente más bajo entre las chicas de ese mismo sector: 13,7%.
La sustancia ilegal más consumida es la marihuana, prácticamente coincidiendo con el uso de drogas en general: el 47,7% probó alguna vez, el 27,3% lo hizo durante el último año y el 21,4% durante el último mes. La segunda droga más común es la cocaína, con una prevalencia de vida del 17%, anual del 10,1% y mensual del 6,1%; seguida por la pasta base o el paco, que muestra un nivel de adicción mucho mayor: sólo el 2,9% de los encuestados reconoció haber probado alguna vez, pero el 1,7% hizo uso de la sustancia en el último año y el 1,5% fumó en el último mes.
“Hemos visto que el consumo va variando en relación de lo que esté en oferta. Si no se consigue marihuana, se opta otro tipo de sustancia”, explicó Solange Rodríguez Espínola, investigadora a cargo del estudio, quien además aclaró que la edad promedio de inicio de consumo de drogas se reduce entre los que actualmente toman cocaína o pasta base: cuanto más precoz es el consumo, mayor es la exposición a sustancias más duras.
Más allá de la problemática de la droga, los expertos hicieron especial hincapié en los alarmantes niveles de consumo de alcohol entre los jóvenes pobres, no sólo por los peligros que esto implica para salud sino por ser una “puerta de entrada” a las drogas ilegales. El 80,3% de los encuestados dijo haber bebido alcohol alguna vez en su vida, mientras que el 57,4% lo hace con una frecuencia mensual y un 35,6% lo hace varias veces a la semana. Incluso el 11,3% reconoció sufrir un “consumo problemático”, mostrando síntomas de dependencia o pérdida de la autonomía.
“Hay que pensar en la importancia de la descriminalización de estos jóvenes. No son criminales, sino las víctimas de un proceso que estructuralmente va banalizando esta condición de exclusión, marginalidad y adicción. El consumo de droga debe tratarse como un problema sanitario, no un problema criminal”, le dijo a Clarín Agustín Salvia, director de investigación del ODSA.
Está claro que las condiciones de vida de los jóvenes de barrios informales del Conurbano están muy deterioradas: la mitad de ellos viven en hogares con necesidades básicas insatisfechas (50,7%) y bajo la línea de pobreza (50,6%). Además, sólo uno de cada tres logró completar sus estudios secundarios y apenas el 7,4% accedió a estudios terciarios o universitarios. Su situación ante el mercado laboral no es mejor: apenas el 9,5% tiene un empleo formal de calidad, el 21,7% está desocupado y el 29,3% se encuentra inactivo (no tiene ni busca trabajo).
El entorno en el que los jóvenes viven tampoco colabora para alejarlos de las adicciones: el 55,2% de los chicos conoce a vecinos que venden drogas en su misma cuadra, el 62,5% sabe que hay una persona en su barrio que de quien se puede conseguir y el 50,3% asegura que entran otras personas de afuera para comercializar en el lugar. Además, el 28,2% dice que se produce pasta base o paco en el mismo vecindario y el 31,7% que hay narcos organizados en el lugar para la producción y venta de drogas.
El 68,3% afirma que la Policía conoce y/o interviene en el tráfico en su barrio y el 27,5% dice que los punteros políticos también lo hacen. Con respecto a su participación en actividades delictivas, el 4,8% de los jóvenes alguna vez estuvo metido en la venta de drogas, el 5,4% robó o asaltó y el 2,7% salió alguna vez armado a la vía pública. Si bien no pudo “confirmar una relación de causalidad lineal”, la UCA encontró que la incidencia del delito aumenta entre quienes consumieron drogas en el último mes, especialmente entre quienes lo hacen de forma intensiva: mientras que entre los jóvenes que nunca consumieron drogas sólo el 1,8% participó alguna vez en la venta de estupefacientes, el 3,1% robó o asaltó y el 1,4% portó armas en la calle; entre quienes se drogan de manera intensiva fueron el 33,6%, el 8,7% y el 71,9% respectivamente. Si bien casi 6 de cada 10 chicos (58,6%) dicen conocer y recordar algún programa, política o espacio de recuperación de adicciones, apenas el 7% de quienes consumen drogas participaron de alguno de ellos. Consultada por Clarín acerca de esta problemática, la directora nacional del Observatorio Argentino de Drogas (OAD) del Sedronar, María Verónica Brasesco, reconoció que “estar más cerca de los jóvenes es una de las prioridades” de la secretaría. “La falta de acercamiento es una de nuestras máximas preocupaciones y por eso los trabajos de concientización se están haciendo directamente en los barrios. Muchos chicos saben que existen lugares donde se los puede ayudar a salir de su adicción, pero tienen que tomar varios colectivos para llegar”, dijo Brasesco, quien destacó el desarrollo de cada vez más Dispositivos integrales de abordaje territotial (Diat), centros que abordan la prevención y el tratamiento de adicciones directamente en los barrios.
La funcionaria, quien destacó que el Sedronar presentará a fines de mayo un estudio nacional sobre consumo de drogas que (por primera vez) brindará datos por provincia, coincidió con los expertos de la UBA en que la problemática del alcohol sigue siendo una de las prioridades: “Estamos muy preocupados. Los chicos empiezan a beber a una edad cada vez más temprana (la media de iniciación es 14 años) y además lo hacen de forma abusiva. Antes había un aumento progresivo en la cantidad de alcohol que se consumía, pero ahora ya hacen abuso en el primer momento que toman.