Uber es la peor competencia de sus propios conductores en Kenia

James Njoroge, un conductor de Uber en Nairobi, gana apenas 5 dólares después de una extenuante jornada de 10 horas luchando con el tráfico para poder transportar clientes de un lado a otro en la capital keniana. Ahora existe un nuevo competidor en la ciudad que amenaza con recortar sus escasos ingresos.

Este rival es nada menos que el propio empleador de Njoroge, es decir: Uber. Kenia es uno de los países donde el servicio de esta empresa es más económico; se cobra una tarifa mínima de 2,90 dólares en su capital, Nairobi.
El objetivo de Uber es vencer a la competencia al bajar aún más sus precios. La empresa anunció en abril la introducción de un servicio más barato a mitad de precio (1,45 dólares), para lo cual permitirá a sus conductores utilizar autos viejos y de menor calidad.
Los conductores, quienes afirman ser los más afectados por las reducciones de precio, iniciaron una huelga en febrero con la finalidad de protestar en contra de los recortes tarifarios que les dificultan alcanzar un punto de equilibrio. Los nuevos precios son incluso más bajos.
La posibilidad de perder lo que ya es un trabajo poco rentable hace que Njoroge, de 29 años, se ponga nervioso.
“Hemos trabajado tanto para ellos… y ahora nos están ahorcando”, dijo hace poco, mientras disminuía la velocidad de su Toyota, un modelo de hace siete años que aunque no es tan reciente, sí es más nuevo que los autos que conformarán la flota del nuevo servicio llamado uberGO. Njoroge esperó pacientemente a que un rebaño de cabras guiadas por dos adolescentes con sudaderas de Adidas cruzara la calle. El tráfico pronto se aglomeró a nuestras espaldas.
“Los kenianos siempre optamos por lo más barato, así que esto es inquietante”, dice. “No sé qué hacer”.
Uber se ha expandido con rapidez en algunas regiones de África, en donde los postulantes a conductor (o a “socio”, según el léxico de Uber) lo consideran como una oportunidad laboral única en un continente en el que los niveles de desempleo son muy altos.
Sin embargo, el servicio ha desatado grandes polémicas por la propuesta de bajar las tarifas, además se han enfrentado a una serie de huelgas desde países como Sudáfrica hasta Nigeria. Los conductores en Lagos, la ciudad más grande de Nigeria, se declararon en huelga este mes, después de que las tarifas se redujeron en un 40 por ciento.
Frente a la inmensa competencia de otras aplicaciones de servicio de taxis, los críticos afirman que el nuevo servicio de Uber en Kenia causará que sus propios conductores se enfrenten unos contra otros en una especie de carrera caníbal, mermando lo poco que ya ganan.
“Vivir en Nairobi es sumamente difícil”, comentó Njoroge en su hogar en Umoja, un vecindario pobre a las afueras de la capital. “Uno tiene que buscar por todos lados”, dijo. “Si no tenemos muchos clientes”, añadió refiriéndose a la competencia de uberGO, “tendremos que encontrar nuevas opciones de trabajo”. De hecho, Njoroge tiene dos trabajos más.
Uber insiste en que el nuevo servicio permitirá a los conductores ahorrar en gasolina y otros gastos, haciendo que sus trabajos sean más rentables.
“Tal vez los ingresos no sean mayores, pero los costos serán menores, por lo que al final habrá mayores ganancias”, afirmó Alon Lits, gerente general de Uber en el África subsahariana, durante una entrevista. “Creemos que nuestros cálculos tienen sentido”, mencionó, pero añadió que la empresa esperaba recibir retroalimentación por parte de los conductores para analizar sus “suposiciones antes de seguir adelante”.
En Nairobi, el objetivo de Uber y sus competidores tales como Taxify (una empresa estonia) y Little Cab (una compañía perteneciente a la red móvil más importante de Kenia, Safaricom, que ofrece wifi gratis dentro de sus vehículos) es captar clientes de la clase media que crece pero sigue siendo precaria y valora los precios bajos, a veces a expensas de la calidad de los servicios o incluso de la seguridad de los vehículos. La competencia es feroz hasta entre las aplicaciones de los peligrosos boda-bodas, o mototaxis, muy conocidos por ser la principal causa de accidentes automovilísticos.
Debido a una serie de huelgas realizadas en febrero por un sindicato informal de conductores de Uber, la empresa se vio forzada a aumentar su tarifa mínima de 2 a 2,90 dólares, al igual que su costo por kilómetro de 33 a 39 centavos.
Sin embargo, muchos conductores afirmaron que uberGO, cuyo precio por kilómetro es de 29 centavos, constituye un nuevo intento para disminuir las tarifas, porque es probable que muchos clientes utilicen el servicio más barato. La empresa afirmó el mes pasado que incluso ofrecería 30 dólares (seis veces más el monto diario neto que gana Njoroge) para incentivar a los nuevos conductores con el fin de que trabajaran en el nuevo servicio.
Njoroge, al igual que muchos otros conductores de Uber, se siente preocupado por la pérdida de clientes y también por no poder cumplir con los pagos de los financiamientos automovilísticos —unos préstamos que Uber le ayudó a conseguir a los conductores— y que requieren que permanezcan trabajando para la empresa hasta la liquidación de la deuda.
Si los choferes no inician sesión en el software de Uber durante una semana, la empresa les envía una advertencia. Asimismo, si se ausentan durante un periodo prolongado y Uber los retira del servicio, entonces el banco podría quitarles el préstamo.
“Uber te quita con una mano lo que te da con la otra”, dice Samuel Gichia, otro conductor que, no obstante, agradece la libertad que Uber le ofrece. “Mi auto es mi oficina”, afirmó golpeteando el volante de su vehículo con los dedos mientras escucha música reggae. “En el momento en que pagues tu préstamo, Uber será muy atento contigo”.
Los conductores también se quejan de que el algoritmo de Uber implica que solo recibirán el pago por la distancia recorrida, y que ya no recibirán una tarifa extra cuando estén inmersos en el tráfico. Esto equivale a un recorte salarial efectivo, debido a que los choferes gastan gasolina, pierden tiempo y oportunidades para recoger nuevos pasajeros.
El pago por un viaje de dos horas en una distancia corta podría ser solo de 2,90 dólares, es decir, la tarifa mínima, debido a que “no te mueves”, dijo Njoroge (incluso en este caso, Uber sigue cobrando su comisión del 25 por ciento). Lits negó estos reclamos y aseguró que los conductores reciben una compensación por el tiempo invertido en el tráfico.
Los choferes afirman que pueden llegar a ganar hasta 58 dólares al día, lo cual no parece tan malo según los estándares de Kenia, hasta que especifican los detalles de sus préstamos y gastos laborales.
De esa ganancia de 58 dólares, por lo general tienen que pagar 19 dólares del crédito automovilístico, otros 19 de gasolina, 14,50 dólares de la comisión de Uber y el seguro. Lo que al final les queda es muy poco.