En Rosario ya funciona Bio.R, la primera acelaeradora de empresas creada por el CONICET. Su foco es impulsar starups relacionadas con biotecnología alineándolos con el sector privado.
Bajo la particular sigla de Bio.r, ya está trabajando a pleno la primera aceleradora de empresas y proyectos que pertenece al Conicet, el principal organismo dedicado a la investigación científica de la Argentina. La flamante compañía tiene dos particularidades: a diferencia de otras aceleradoras e incubadoras que se concentran en empujar el nacimiento de empresas de base tecnológica, esta pone su foco en el segmento bio. Y, además, no atiende, como Dios, en plena metrópoli de Buenos Aires,sino que su base operativa está en la ciudad de Rosario. “Es una idea que diseñamos para apoyar el surgimiento de nuevos emprendimientos innovadores en un área muy prometedora de la ciencia argentina”, explica a Infotechnology Alejandro Vila, director del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), que depende de Conicet.
Hasta ahora, usando diversos mecanismos de consultoría, la aceleradora invirtió unos $ 4 millones, obtenidos de financiamientos aportados por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y por el mismo Conicet.¿Para qué se usaron? Básicamente para acompañarla etapamástemprana de creación de proyectos de las que serán futuras empresas basadas en el conocimiento y en avances del mundo de la biotecnología.
“La intención es convocar a investigadores que tengan una idea relacionada con biotecnología posible de desarrollar y con ganas de armar un emprendimiento propio.Aesa gente la ayudamos a ‘acelerar’. Y para eso les damos asesoramiento y contactos para que armen un plan de negocios que pueda ser presentado a inversores que aporten capital semilla para las primeras etapas”,resume Vila. Para estar a tono con los tiempos globales aseguran que dise- ñaron una estructura flexible: “Apuntamos a lo que se conoce como ‘preincubación’, pero lo cierto es que no queremos atarnos a un concepto cerrado,sobre todo si la idea es buena”. Justamente destacan que esta concepción los aleja de la lógica usual que siguen las aceleradoras del mundo TIC.
“Hay muchos proyectos biotecnológicos que pueden llevarse a cabo, con notables ventajas, dentro de un ambiente acadé- mico”,sostiene el especialista. Mientras un emprendimiento TIC necesita una infraestructura mínima en equipamiento, una novel compañía de biotecnología tiene gastos enormes, sobre todo si necesita montar laboratorios para trabajos de investigación y desarrollo. “Ahí es donde podemos ayudar desde Bio.r, con el instituto o la universidad. Porque son instituciones que pueden ofrecer a costos muy competitivos una infraestructura que va desde equipamiento científico sofisticado a know-how de normas de seguridad”, dice.
De hecho, desmenuzando este cálculo, desde Bio.r aseguran que un proyecto biotech que, en el ámbito privado, necesita un presupuesto de US$ 1 millón para ser llevado a cabo sólo necesitaría, en el ámbito estatal,US$ 300.000. En otras palabras,“esta aceleradora buscar bajar, y mucho, los costos de inversión, en porcentajes de reducción que van del 50 al 70 por ciento según el proyecto”. La prueba de que el camino elegido es posible es que “tanto en Brasil, como en muchos países de Europa estas etapas de investigación de innovaciones se hacen en las universidades”
Prueba
Para validarla factibilidad de este modelo de aceleradora, Vila y su equipo hicieron un experimento previo. “En 2015, convocamos de manera informal a diferentes investigadores para que aportaran ideas posibles sobre alguna innovación de biotecnología, sea en el desarrollo de nuevos productos o en mejora de procesos. Y nos sorprendimos cuando recibimos una quincena de proyectos que querían recibir el coaching para armar su plan de negocios”,recuerda. Tras numerosas reuniones y evaluaciones, finalmente cuatro proyectos terminaron el plan. “Y a esos cuatro los llevamos a una reunión para que expusieran frente a un inversor real, un grupo económico importante asentado en Rosario”, cuenta.
De esa primera vuelta los empresarios se comprometieron a financiar el desarrollo de un novedoso kit de diagnóstico rápido para detectar, en forma temprana, la presencia de ciertas cepas de un virus muy común —el HPV— cuya acción está estrechamente ligada a la aparición de cáncer. El siguiente paso que aspira a dar Bio.r es expandirse. “Estamos preparando un amplio scouting de proyectos diversos, siempre con el foco puesto en la biotecnología y, eventualmente, en temas aplicados a salud; queremos analizar entre 15 y 20 ideas”, desarrolla Vila. Y no solo esperan aportes de investigadores experimentados sino que “también estamos invitando a becarios, que ahora están preparando su ingreso al Conicet, pero que podrían estar interesados en armar su propia empresa en el mediano plazo”.
Las estadísticas globales marcan que, en el mundo, la tasa de éxito en proyectos de biotecnología ronda el 6 al 8 por ciento de los que empiezan. “Por eso pensamos que, si partimos de una veintena de proyectos, seguro tendremos al menos una idea concreta y exitosa”, argumenta Vila. Saben que no todo buen científico es un buen empresario y, entonces, consideran que un modelo posible es poder acercarlo a un empresario que le aporte la lógica del mercado para que—entre ambos— puedan plantear un buen negocio. Justamente para esa opción, se alista uno de los aliados que reclutó Bio.r para su idea de acelerar nuevas empresas de biotecnología: la Bolsa de Comercio de Rosario, que armó un grupo de expertos en innovación.
El director del IBR explica que están discutiendo con la gente de la Bolsa de Comercio “la mejor manera de impulsarla creación de empresas innovadoras de base tecnológica, que tengan ‘dos cabezas’: una científica y una administradora del negocio. Y aunque lo ideal es que ambos sepan de ambos temas, pensamos que cada uno pueda aportar su know how”.