Los empleos de áreas como TI, salud y ciencias compensaron el desbalance por la desaparición de los puestos laborales rutinarios de salario medio.
En todo el mundo desarrollado, muchos de los puestos de trabajo administrativos y de producción fueron reemplazados por una mezcla de automatización y globalización. Entre los países más ricos de la OCDE, el porcentaje de puestos de trabajo de calificación media cayó 9,5 puntos porcentuales entre 1995 y 2015, mientras que los porcentajes de empleos de calificación alta y baja aumentaron 7,6 y 1,9 puntos.
¿Es esta una razón para celebrar? Estos puestos de trabajo estaban listos para la automatización por un motivo. Según confirman las personas entrevistadas por el historiador Studs Terkel en el libro que escribió en 1974, Working -una serie de entrevistas a trabajadores comunes de todo Estados Unidos-, hacer cosas rutinarias y repetitivas todo el día no es algo bueno para las personas. Entretanto, el crecimiento de los empleos de calificación alta superó el crecimiento de los empleos de calificación baja en todas las regiones de la OCDE excepto Japón.
Así y todo, el ánimo está lejos de exultante. Muchos asocian la desaparición de los trabajos rutinarios de calificación media con una reducción de las clases medias. Este argumento, por intuitivo que pueda parecer, no es del todo cierto. Por ejemplo, en Gran Bretaña, donde a pesar del típico declive de muchas ocupaciones rutinarias desde 1993, la distribución de salarios no cambió demasiado.
Según las investigaciones del centro de estudios Resolution Foundation, a medida que los empleos rutinarios de salario medio fueron desapareciendo, aparecieron nuevos puestos de trabajo de salario medio para compensar la distribución de salarios. Muchos de estos empleos pertenecían a las áreas de TI, salud y ciencias.
En otras palabras, la clase media no se está contrayendo tanto como se piensa… o más bien se siente. Investigaciones de la OCDE sugieren que esto no solo se aplica al Reino Unido. La proporción de personas que cree que pertenece a la clase media en los países de la OCDE disminuyó mucho más en los últimos años de lo que podría suponerse a partir de la tendencia de los ingresos.
La respuesta política equivocada sería mostrar esas cifras delante de las narices de las personas y decirles que tengan ánimo. Ya hubo políticos y economistas que probaron esa táctica antes. Nunca funciona y, de todos modos, se aparta del meollo de la cuestión. La respuesta acertada es tratar de averiguar por qué la gente ya no se siente de clase media.
El punto de partida evidente es el hecho de que el salario medio no aumentó mucho -si acaso lo hizo- en muchos países ricos. No fue el caso de los ingresos del extremo superior de la pirámide. Los precios de las viviendas subieron más de un tercio más rápido que los ingresos medios dentro del promedio registrado en los países de la OCDE en las últimas tres décadas. Entretanto, todavía podría haber empleos ubicados en el medio de la pirámide salarial en lugares como Gran Bretaña, pero no todos se sienten tan seguros como antes.
Luego está el futuro. A diferencia de los padres que Terkel conoció en la década de 1970, la gente hoy está empezando a temer que sus hijos no estén mejor que ellos. Eso es difícil de aceptar. Como el desdichado metalúrgico que entrevistó Terkel señaló: “Quiero que mi hijo sea un esnob quisquilloso… Si no puede mejorar uno, hay que mejorar la posteridad. De lo contrario, la vida no vale nada”.