“Creo que es posible que en 13 años haya humanos en Marte”

Estudió en la Universidad de Mendoza, y hoy trabaja en el Centro Goddard de Astrobiología de la agencia espacial de EE.UU. Un cuerpo celeste tiene su nombre.

Durante su infancia, Gerónimo Villanueva vivió en muchas ciudades de la Argentina. Pasó años entre Mendoza, Córdoba y Buenos Aires, mientras releía Cosmos, el icónico libro de Carl Sagan, y jugaba a armar robots inspirado en la película Star Wars. A los 13 años aprendió computación por su cuenta, y de adolescente pensó en especializarse en programación, “porque quería convertirme en el Bill Gates latino”. De hecho, llegó a tener su propia compañía dedicada a la venta de software. Finalmente volvió a su primer amor: la investigación científica. Tras recibirse de ingeniero electrónico en Mendoza, en el año 2000 viajó a Alemania para completar su doctorado en el Instituto Max Planck.
Desde entonces su vida se aceleró, y su derrotero laboral lo llevó a trabajar primero para la Agencia Espacial Europea –en el desarrollo de instrumentos para misiones espaciales– y, en 2005, tras ganar una exigente beca de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, se sumó al equipo de científicos de la NASA. Actualmente Villanueva tiene 39 años, es investigador del Goddard Space Flight Center y dedica sus días –junto a su equipo integrado por otros cinco expertos– a buscar moléculas orgánicas, liderando los estudios de Marte para el telescopio espacial James Webb. Hasta un planeta fue bautizado con su nombre, en honor a sus aportes en espectroscopia molecular de alta resolución.
“Mi tarea central se enfoca en la búsqueda de moléculas orgánicas, como gas metano, especialmente en Marte y en otros cuerpos helados del sistema solar”, dijo Villanueva a PERFIL antes de subir al escenario como uno de los oradores del evento TEDxRíodelaPlata, que reunió este fin de semana a 20 mil personas en Tecnópolis.

—¿Cómo fue que llegaste a la NASA?

—Fui convocado hace más de una década, para estudiar en detalle la posibilidad de que haya trazas de moléculas de metano en Marte. De hecho, todavía hoy se sigue discutiendo si existe o no, y tenemos algunos datos contradictorios. En 2009 logramos publicar un artículo en la revista Science, en el que afirmábamos que sí había metano.

—¿Y por qué es importante el metano?

—Es clave ya que la atmósfera marciana es muy oxidante y no debería haber metano. Por lo tanto, si confirmamos que existe debemos pensar que es un subproducto que aparece tras alguna acción vulcanológica o como resultado de la actividad de microorganismos. Poder comprobar cualquiera de estas dos teorías sería algo realmente significativo para el conocimiento científico.

—Entonces, ¿aún no sabemos si hay metano en Marte?

—Seguimos debatiéndolo, porque no estamos seguros de tener los datos correctos. Incluso tras haber enviado robots, como el Curiosity, con instrumentos específicos. Yo mismo, conociendo de cerca la complejidad del tema, aún tengo algunas dudas sobre si hay o no metano en el planeta rojo. Ahora estamos trabajando en la misión ExoMars 16, cuyo foco es buscar trazas de gases. De hecho, la sonda acaba de llegar a la órbita y está desplegando los instrumentos de búsqueda. En los próximos meses esperamos recibir información muy concreta.

—¿Encontraremos vida en otros planetas?

—Personalmente, soy escéptico hasta que logremos pruebas contundentes. Tal vez en otras lunas, como Europa. Pero lo cierto es que, aunque haya indicios de metano, no sabremos si proviene de bacterias. Para probarlo habría que enviar sondas a la superficie y analizar si hay actividad microbiológica. Y faltan décadas para eso. De todos modos, si encontramos algo, creo que será vida unicelular, tal como pasó en la Tierra durante casi 3.500 millones de años.

—¿Cuánto falta para que viajemos a Marte?

—Ahí soy más optimista. Hay un programa de la NASA que prevé que en 2030 ya haya humanos explorando Marte. ¡Faltan sólo 13 años para eso! Y además hay planes de empresas privadas para acelerar la exploración espacial.

—¿Por qué un asteroide lleva tu nombre?

—Fue algo honorífico, un reconocimiento dado por la International Astronomical Union. Hace años se bautizó “Dr. Villanueva” a un planeta menor –el EW17 (9724)– descubierto en 1981. Tiene diez kilómetros de diámetro, y su órbita está entre la Tierra y Marte. Fue por mis aportes a la espectroscopia molecular de alta resolución.

—¿Trabajás con la fundación de Shakira?

—Sí, doy charlas de divulgación para chicos en situación de riesgo. Lo hice en Colombia, Chile y EE.UU. Cuando me escuchan y ven que soy como ellos y que trabajo en la NASA, investigando otros planetas, ven que la ciencia no es algo lejano ni ajeno. Eso resulta muy motivante para hacer esfuerzos y los ayuda a impulsar un cambio en su vida