La ola de calor de principios de febrero pudo predecirse con dos semanas de anticipación. Ello fue posible gracias a la actividad de un fenómeno climático propio de Sudamérica que hace que, cuando llueve en el sudeste de Brasil, en la cuenca del Río de la Plata haya tiempo seco y alta temperatura.
Se sabe que la atmósfera es caótica, no se comporta de acuerdo con un plan, y por eso es tan difícil predecir qué va a suceder en las próximas semanas o meses. Sin embargo, la última ola de calor se pudo pronosticar con más de dos semanas de antelación.
Es que, a pesar de lo errático del clima, en algunas regiones la atmósfera presenta cierto patrón de conducta que persiste por semanas e inclusive meses. Uno de esos patrones tiene su actividad en el sudeste de Brasil y la cuenca del Río de la Plata, y su monitoreo junto con nuevas herramientas de pronóstico numérico permiten anticiparse una o dos semanas a las condiciones de temperatura y humedad.
Según ese patrón de variabilidad semanal, el clima en verano se comporta como un sube y baja, porque, cuando abunda la lluvia en el sudeste de Brasil, en el área del Río de la Plata hay condiciones más secas y calientes que lo normal. En cambio, si en el sudeste de Brasil hay tiempo seco, tenemos mayores probabilidades de lluvia en nuestra región. La ola de calor de diciembre de 2013 fue un caso extremo de este patrón bipolar.
“Cuando se produce un evento de altas temperaturas extendido en el tiempo, como la ola de calor que sufrimos durante la primera semana de febrero, nos indica que puede estar actuando el patrón de variabilidad que se conoce como SIS [por su sigla en inglés] y que llamamos intraestacional o semanal; y lo pudimos predecir con dos semanas de anticipación”, afirma Carolina Vera, investigadora del Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera (CIMA), de la UBA y el CONICET.
Predecir la ola de calor con anticipación no significa que pueda decirse qué condiciones precisas van a producirse en una fecha determinada, según aclara la especialista. Lo que sí es posible anticipar es qué condiciones promedio de temperatura y humedad se van a dar a lo largo de una semana o más.
“Con las herramientas que estamos desarrollando, pudimos pronosticar la anomalía de temperatura, que es la diferencia entre la condición actual menos el valor considerado normal”, explica Vera. El valor normal surge de calcular el promedio de los últimos treinta años. Así, si la temperatura promedio para la primera semana de febrero es de 30 grados, y la actual es de 34, hay una anomalía positiva de 4 grados. Si está actuando el patrón bipolar del sudeste de Sudamérica, puede predecirse que esa anomalía de altas temperaturas va a durar varios días.
Si bien los modelos matemáticos que emplean los investigadores para estudiar el clima no permiten dar valores precisos, se puede anticipar que la temperatura va a estar durante varios días por encima (o por debajo) de los valores normales para la época.
El hecho es que, de octubre a abril, si en el sudeste de Brasil llueve mucho, hay más chances de que en la cuenca del Plata esté más seco y cálido. Ese patrón, típico de Sudamérica, no está activo todo el tiempo. Pero, cuando lo está, organiza los parámetros atmosféricos durante varios días consecutivos. De este modo, las condiciones secas y cálidas pueden durar hasta dos semanas, y después pueden alternar con condiciones frescas y húmedas. Los investigadores lo llaman patrón SIS para distinguirlo entre todos los patrones climáticos que actúan sobre Argentina.
Parámetros climáticos organizados
A su vez, el patrón SIS puede ser influenciado por otro patrón que tiene impacto global. Se lo conoce como la oscilación de Madden-Julian, “un fenómeno que dura entre 20 y 40 días, avanza de oeste a este a lo largo del ecuador, y a su paso genera lluvias intensas, alternando con condiciones más secas y cálidas”, precisa Vera, que es también profesora en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. El fenómeno involucra un conjunto de parámetros que varían en forma coherente, como la temperatura, la presión y la humedad.
“Antes de conocer la existencia del fenómeno de Madden-Julian se pensaba que era imposible predecir el clima de las próximas semanas”, apunta la investigadora.
Desde hace algunos años, en el CIMA se viene investigando la oscilación de Madden-Julian para poder monitorear y predecir su impacto en el clima de Argentina. En un trabajo reciente, que se publica en Atmosphere, liderado por Mariano Alvarez, investigador en el CIMA, junto con Vera y George N. Kiladis, de la Oficina de Investigación Océanica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), estudiaron los registros climáticos de la Argentina de los últimos treinta años, entre octubre y abril, y observaron que el patrón SIS de variación semanal del sudeste de Sudamérica puede ser modulado por la oscilación de Madden-Julian. Esta oscilación climática influye sobre la porción tropical de Sudamérica, intensificando las lluvias o inhibiéndolas.
Asimismo, cuando pasa por Australia, excita alteraciones en los campos de presión atmosférica a lo largo del Pacífico Sur, que impactan en el sur de Sudamérica. Así, “para que se dé un período de lluvias en el este de Argentina, no basta con que no llueva en Brasil; tiene que desarrollarse además un centro anómalo de baja presión sobre la Patagonia”, señala Vera. De este modo se genera el ascenso de masas de aire cálido y húmedo, que promueven la lluvia.
“En nuestro estudio encontramos que, en verano, cuando la oscilación de Madden-Julian pasa por Sudamérica tropical, si favorece la lluvia en Brasil, la inhibe en Argentina, y cuando inhibe la lluvia en aquel país, puede llover aquí”, remarca.
La atmósfera no es tan caótica como parece, y el conocimiento de ciertos patrones de comportamiento del clima permite saber, con una o dos semanas de anticipación, por ejemplo, cómo será, en promedio, la temperatura y la humedad, lo cual es sumamente útil no sólo para la población en general, sino también, y en especial, para el sector agrícola.