El productor Pablo Baldini explicó a través de la 99.9 la decisión de trasladar el recital de La Renga a San Luis: “hemos hecho todo correctamente e insistido lo suficiente, decidimos no forzar lo que no fluye”, agregó.
Finalmente, La Renga no hará su recital en Mar del Plata y el productor a cargo del mismo, Pablo Baldini, decidió llevarlo a San Luis donde tuvo una mejor predisposición. En la 99.9 el propio organizador explicó porque se cansó de esperar una respuesta del gobierno provincial, principalmente del área de seguridad: “alguna determinación teníamos que tomar. No quería llevar al intendente a una decisión de suspenderlo, la banda incluso había dejado en mis manos la decisión porque tenían pocas ganas ya. Hemos hecho todo correctamente e insistido lo suficiente, decidimos no forzar lo que no fluye”, sintetizó.
Lo que lamenta el marplatense es que no podrá hacerlo en su ciudad como lo había hecho también en anteriores oportunidades: “podría estar trabajando tranquilamente en mi ciudad, pero me tengo que ir a trabajar a otra provincia. Eran 1.500 puestos de trabajo asegurados con un movimiento de entre 30 y 50 millones de pesos que ahora estarán en San Luis”.
Incluso lanzó una crítica a lo que se expresa públicamente en el gobierno de María Eugenia Vidal: “esto va en contramano de lo que se predica porque es arbitrario, discriminatorio, no hay explicaciones, reuniones, un plan intermedio. Nunca estuvo el diálogo del que tanto se habla, se subestimó a la productora y a mi persona. Mar del Plata está capacitada para hacer estas cosas, más allá del productor que la haga”, aclaró.
También señaló que se trata de una manera de sensurar la realización de un espectáculo y se mostró preocupado por el rol del estado en este contexto: “esto es una nueva forma de sensura, la falta de operatividad que muestra la precariedad. Por ahí es un sinceramiento que está bueno hacerlo, pero muestra una realidad del estado en una función que es indelegable”.
Sabe que podrá volver en otro momento a trabajar en Mar del Plata, pero no deja de mostrarse molesto por la situación: “no me siento extraño en mi propia tierra, pero tengo que hacer 800 kilómetros para ir a trabajar a otra ciudad, es una simbología de lo que estamos atravesando”, finalizó.