A las ballenas que cantan les adjudican la creación de 200 canciones en tres años

Los mamíferos marinos boreales tienen el don del canto y de la composición, según la revista británica Biology Letters.

¿Tan prolíficas como Johann Sebastian Bach? Las ballenas boreales de Spitsbergen, que tienen el don del canto y de la composición, habrían creado cerca de 200 canciones diferentes en tres años, según un estudio publicado por una revista británica especializada en biología.
“Estos mamíferos marinos tienen un repertorio vocal sorprendentemente diversificado y en constante evolución”, subraya un comunicado de la Universidad de Washington.
Son muchos los animales que utilizan sonidos para comunicarse pero otros han demostrado dones musicales bastante originales: pájaros que canturrean en su cabeza al dormir, leones marinos marcando el compás o el gran delfín, que se presenta silbando.
Esta vez, son las ballenas boreales (también llamadas ballenas de Groenlandia) las que son cabeza de cartel.
Según el estudio en la revista Biology Letters de la Royal Society, estos cetáceos son a la vez compositores e intérpretes.
Y, lo que es todavía más inusual, sus canciones fueron calificadas por los investigadores de “complejas” y de revestir “una gran variedad”.
Según las grabaciones efectuadas de 2010 a 2014 en el estrecho de Fram, al este de Groenlandia, las ballenas boreales de Spitsbergen produjeron 184 tipos de canciones distintas.
“Si el canto de las ballenas jorobadas parece música clásica, las ballenas boreales hacen jazz”, señala Kate Stafford, de la Universidad de Washington, principal autora del estudio. “El sonido es más libre”, constata la investigadora. Además, cada año renuevan su repertorio.
Según los investigadores, las ballenas boreales cantan en invierno, cuando el sol nunca sale y el hielo cubre entre el 95% y el 100% del mar.
Queda por descubrir porqué su repertorio varía constantemente y si esta maestría es exclusiva de los machos, como ocurren en las ballenas jorobadas.
Las ballenas boreales -que se cazan desde el siglo XVI- se dividen en cuatro grupos en función de dónde habitan. La población del Atlántico Norte, estudiada en este caso, está en peligro de extinción crítico y no quedan más que unos 200 individuos.