Jimmi Åkesson terminó sus estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Lund, trabajó como diseñador de páginas web y abandonó el Partido Moderado, el mayor partido conservador de Suecia.
Algunas de las encuestas pronostican que los Demócratas Suecos (DS) será el domingo el partido más votado en las elecciones suecas, otras prevén que quede en segundo puesto, pero ninguna duda de un ascenso imparable atribuido a su líder, el joven Jimmi Åkesson. Como solo 39 años de edad y un carácter hiperactivo, recorre sin pausa el país de norte a sur, repitiendo un discurso que hace culpables a los extranjeros de un aumento de los delitos violentos que, según las autoridades suecas, solo es real de determinados distritos de Estocolmo y Malmö, no en el territorio de Suecia en general.
Nunca terminó sus estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Lund, trabajó como diseñador de páginas web y abandonó el Partido Moderado, el mayor partido conservador de Suecia, porque no estaba de acuerdo con su apoyo a la UE. No tiene programa político más allá del asunto de la inmigración y no especifica qué hará con el 12% de la población, que es extranjera, pero ha conseguido convertirse en el rostro de un movimiento que él mismo denomina «nueva derecha» y es el rey indiscutible de las redes sociales. Tras años de ambigüedad hacia DS y a diferencia de sus predecesores, el nuevo presidente de los conservadores Ulf Kristersson se ha mostrado en las últimas semanas dispuesto a gobernar con la extrema derecha en coalición, lo que significa que, a menos que lo evite una coalición de izquierdas que apenas contaría en conjunto con cuatro puntos de ventaja, Åkesson podría formar parte del próximo gobierno sueco.
Åkesson se ha esforzado por distanciarse públicamente de los neonazis que fundaron DS en 1988, llevando a cabo una política de expulsiones desde 2012, aunque muchos lo consideran maquillaje electoral y limpieza de enemigos internos. Carismático y buen orador, repite en sus mítines que «un país en el que uno de cada cuatro ciudadanos es extranjero es imposible de gobernar». «El camino no ha sido completamente recto. Hemos sido examinados a fondo y algunas veces nos hemos equivocado, sobre todo en los primeros años», entona el mea culpa en la página web del partido, «pero hemos madurado y hemos aprendido de nuestra experiencia». Åkesson, por lo demás, reprueba el liberalismo económico. Aunque con poca concreción, se ha alineado con el nacionalismo comercial al estilo de Donald Trump, con cuyos asesores electorales ha estado en contacto. Åkesson ha volcado al partido en la misma estela del UKIP del Reino Unido, de los Auténticos Finlandeses, de la Alternativa por Alemania y, en cierta manera, del Frente Nacional de Marine Le Pen.
Concejal desde 1998 en Sölvesborg, la localidad en la que creció, hizo allí con el liderazgo del partido local e inició una carrera lenta pero imparable por equiparar a Suecia con el resto de países nórdicos, en los que fuerzas de corte xenófobo son aceptadas y apoyan o integran gobiernos de derecha. Le gusta el rock duro y dice sentirse identificado con la figura de San Jorge. En una reciente entrevista ha reconocido que le ha influido la personalidad cultural de Jan Thörnblom, voz y guitarra de Ultima Thule, una de las bandas más representativas del rock vikingo, género que con su exaltación nacionalista y mitológica a menudo es emparentado con el rock supremacista blanco. Su afición por la música le ha llevado también a los escenarios: toca el teclado en Bedårande Barn (Niños fascinantes), un grupo que hace unos años grabó una versión de “Fädernesland” (Patria), de su admirado Ultima Thule.
Aunque sea calificado como líder de ultraderecha, él se ve a sí mismo como un auténtico socialista. En su libro sobre la moderna «folkhemmet» (casa del pueblo) alude a la tercera vía sueca creada el siglo pasado por los socialdemócratas y que ahora quiere reinventar con su partido. Su habilidad le ha permitido sobrevivir a la creación de otra fuerza a su derecha, nacida de una escisión del SD, y al paso al grupo mixto de varios tránsfugas, incluida Margareta Larsson, la madre de su pareja. Sus exabruptos suman decimales a su intención de voto. El último ha tenido lugar en una entrevista en directo en la radio pública P3, en la que calificó a la emisora de «canal de mierda» y pidió al gobierno su cierre.