La nota de Cristian Campos en el Diario El Español refleja desde su punto de vista cuáles son los lugares donde el gobierno de Nicolás Maduro ha encontrado un refugio.
1 – El Vaticano y el papa Francisco
Entre la dictadura y la democracia, el Vaticano ha optado por el diálogo. Es decir por la dictadura, que es quien ha dispuesto siempre de la fuerza del ejército para imponer un eterno “diálogo” unilateral del régimen con el régimen y en beneficio del régimen.
Las críticas arreciaron ya en octubre de 2016, cuando el papa Francisco recibió por sorpresa a Nicolás Maduro en el Vaticano tras haber rechazado en varias ocasiones hacer lo propio con la oposición democrática. También hace un mes, cuando el papa evitó criticar la investidura de Maduro como presidente e incluso envió a un representante a la toma de posesión del dictador.
Pero ha sido durante la última semana cuando la postura del papa Francisco, cuya hostilidad hacia dirigentes como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Mauricio Macri contrasta con las sonrisas que ha dedicado siempre a Fidel y Raúl Castro, Cristina Fernández Kirchner o Evo Morales, ha alcanzado niveles de connivencia con el régimen. “Temo un derramamiento de sangre en Venezuela” dijo el papa tras la proclamación de Juan Guaidó como presidente legítimo. Como si la dictadura no hubiera asesinado y torturado a lo largo de los últimos veinte años a miles de venezolanos, expulsado a millones y hundido en el hambre y la miseria a todos aquellos que no han podido huir del país.
2. Cuba y Rusia
Mientras los defensores del régimen se lamentan por lo que consideran una intromisión inaceptable del Gobierno estadounidense en los asuntos internos venezolanos, más de veinte mil asesores militares y torturadores cubanos siguen en el país. Fueron ellos, junto a asesores rusos, los que diseñaron La Tumba, uno de los dos centros de tortura –el otro es El Helicoide– utilizados por la dictadura chavista para la represión de la disidencia.
“El Helicoide es lo criollo, el garrote, la costilla rota, el bate. Es la secuela de la decadencia de lo que una vez fue la cuarta República venezolana. El edificio es viejo y su interior es sórdido, sí. Plaza Venezuela [La Tumba] es distinto. La institución es la misma, pero la estética y los métodos son diferentes. La Tumba es la tecnología y la tortura psicológica. Todo brilla. Todo es limpio y blanco. El silencio es absoluto; la soledad es completa. Parece un manicomio futurista. El Helicoide es el hacinamiento, el mal olor, las cucarachas y las ratas. La Tumba son los espejos, las cámaras, las paredes blancas. Se huele perfectamente el tufo extranjero ruso-cubano” explicó el disidente Lorent Saleh en una entrevista para el diario El Mundo.
3. José Luis Rodríguez Zapatero
No es raro ver a muchos expresidentes de Gobierno dedicar buena parte de su tiempo a una causa cualquiera con el objetivo de sumar a su legado político otro civil. La causa de José Luis Rodríguez Zapatero ha sido Venezuela. Pero lo que empezó hace tres años como una oferta de intermediación entre la dictadura chavista y la oposición acabó convirtiéndose con el tiempo en una colaboración de Zapatero con el régimen de Nicolás Maduro en calidad de asesor político.
Zapatero se ha aprovechado a lo largo de los últimos tres años de la dejadez del Gobierno de Mariano Rajoy, primero, y del de Pedro Sánchez, después, a la hora de liderar la oposición internacional al régimen chavista. Un liderazgo que le correspondía a España, por historia y ascendencia, más que a ninguna otra nación europea o americana.
En la práctica, y como afirmó en septiembre Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Zapatero ha actuado más como ministro de Exteriores del régimen chavista que como mediador. El PSOE se ha limitado a pedir respeto hacia el expresidente Zapatero y se ha recluido luego en ese dolce far niente que ha llevado a Venezuela y a los venezolanos hasta el punto en el que se encuentran ahora. Socialista no muerde a socialista, aunque sea un tirano.
4. Jordi Évole y La Sexta
Mientras Cayetana Álvarez de Toledo se reunía con Juan Guaidó, con María Corina Machado o con Lilian Tintori, es decir con la oposición democrática a la dictadura, Jordi Évole entrevistaba al dictador Maduro para el programa de Salvados que se emitirá esta noche en La Sexta. “¿Usted ha visto la entrevista? Espérese al domingo, la ve y luego, si quiere, ya opina” ha respondido Évole a la crítica de la diputada del PP Pilar Marcos.
Évole, es cierto, ha hecho lo que cualquier periodista habría hecho en su lugar: entrevistar al dictador. Évole tiene también razón cuando pide esperar a la emisión de la entrevista para juzgar su contenido, aunque esa excusa suene en su boca al “presunto” que los periodistas hemos de añadir por prevención legal a la descripción del asesino que acaba de desollar a un vecino en plena calle.
Pero sólo hay que leer, en fin, una sola de las crónicas que Cayetana Álvarez de Toledo ha escrito para El Mundo desde Caracas, o cualquiera de las entrevistas que Oriana Fallaci le hizo a algunos de los más despiadados carniceros de su época, para prever que la entrevista de Évole no será la que le habría hecho cualquier opositor sincero al régimen.
Prueba de ello es el avance del programa. Ese en el que un Maduro sonriente y hasta campechano anuncia su entrevista diciendo: “Segundo interrogatorio que me hace Jordi, salió bastante bien”. Tan solo hay que imaginar a Pinochet, Videla, Somoza o Stroessner en una escena similar, sonriendo a las cámaras de La Sexta después de lanzar al Océano Atlántico y desde un avión a unas cuantas docenas de opositores atados de pies y manos, para entender cómo se blanquea a un dictador por la vía del chascarrillo.
5. Podemos
De “golpe de Estado” ha calificado Podemos la asunción de la presidencia por parte de Juan Guaidó. En el comunicado hecho público el pasado 24 de enero por el partido liderado por Pablo Iglesias se acusó a la oposición, supuestamente espoleada por Donald Trump, de buscar un “enfrentamiento civil”. Enfrentamiento civil que Podemos jamás vio mientras Hugo Chávez, primero, y Nicolás Maduro, después, torturaban, asesinaban y condenaban al exilio o una muerte lenta por inanición a millones de venezolanos.
El comunicado de Podemos es una obra maestra del cinismo político, aunque otros preferirán ver en él un ejemplo de la deshumanización a la que suele llegar la izquierda cuando se vuelca en la defensa de sus dictadores. La impostada preocupación por el bienestar de los venezolanos y por una hipotética invasión militar estadounidense contrasta con la despreocupación con la que Podemos ha recibido una narcodictadura militar como la venezolana. Nada nuevo bajo el sol. Como dice con ironía Ferrán Caballero, ¿quién podía imaginar que el socialismo del siglo XXI fuera a obtener los mismos desastrosos resultados que el socialismo del siglo XX?
6. Pedro Sánchez y Josep Borrell
“España no quiere un cambio de régimen. La única salida es la convocatoria de unas elecciones presidenciales que, si en ocho días no convoca Nicolás Maduro, deberá hacerlo Juan Guaidó”. Esa era la postura del Gobierno español este mismo miércoles, cuando Josep Borrell afirmó que “entre ambos extremos, el Gobierno está a mitad de camino”.
El quid de la cuestión radica, por supuesto, en saber cuál es ese punto intermedio entre la democracia y la dictadura. ¿Unas elecciones convocadas, controladas y amañadas por la dictadura? ¿La legitimación de un régimen dictatorial gracias al barniz de unas elecciones fraudulentas? ¿Un diálogo en el que una de las partes no tiene más que la razón mientras que la otra dispone de toda la fuerza del ejército, de la policía, de los torturadores y de los asesores militares rusos y cubanos?
Si algún día la democracia llega a Venezuela, no habrá sido desde luego gracias a la valentía y al compromiso con la democracia de Pedro Sánchez, Josep Borrell y el resto del Gobierno socialista. Como en el caso de Podemos, el PSOE distingue entre dictadores y dictadores. Los de derechas carecen de matices en su maldad. Los suyos, los socialistas, gozan del apoyo del socialismo mientras aplastan a su población de forma discreta, sin llamar la atención de la prensa internacional.
Luego, cuando los asesinatos y la miseria están ya en las portadas de los diarios de todo el mundo y resulta imposible ocultar la magnitud de sus crímenes por más tiempo, el socialismo responde con disimulada complicidad. Es decir otorgándole al régimen un plazo de ocho días que le permita recuperar aire, aplastar a la oposición y sofocar cualquier conato de rebelión.
7. La UE
Parafraseando a Ferran Caballero, ¿cómo íbamos a saber los europeos que la UE, faro y guía de la democracia y los derechos humanos en todo el planeta, iba a responder a la crisis en Venezuela de la misma manera que respondió antes a la crisis en los Balcanes, a la crisis del Brexit, a las amenazas de Rusia y a la crisis provocada por los golpistas catalanes huidos a Bélgica, Escocia y Alemania? Es decir, escondiendo la cabeza bajo el ala y esperando a que la mencionada crisis se pudra sola o sea solucionada por los Estados Unidos.