Una cirugía de transferencia de nervios devuelve la movilidad de brazo y mano a los pacientes, que pueden volver a escribir, lavarse los dientes o alimentarse por sí mismos.
Tomar un vaso, mover el ratón del ordenador, lavarse los dientes… Tareas tan sencillas como estas son inalcanzables para las personas que, por una lesión medular, tienen paralizados sus brazos y piernas.
13 tetrapléjicos australianos han podido recuperarlas gracias a una cirugía reconstructiva que les ha permitido volver a tener movilidad en sus codos y manos.
Dos años después de la operación, estos pacientes son capaces de manipular objetos, extender sus brazos o manejar una tarjeta de crédito, algo impensable antes de pasar por la mesa de operaciones.
Lo que ha hecho posible esta recuperación ha sido una cirugía de transferencia de nervios dirigida por Natasha van Zyl, del departamento de Cirugía Plástica y Reconstructora de Austin Health de Melbourne (Australia).
En concreto, estos especialistas unieron nervios que no habían resultado afectados por la lesión con otros paralizados, lo que, después de una intensiva rehabilitación, ha permitido a los pacientes recuperar cierta movilidad. Todos los afectados tenían una lesión medular a la altura de las vértebras cervicales C5-C7, por lo que, aunque no podían utilizar sus manos o doblar sus codos, sí conservaban cierta movilidad en sus hombros y parte de sus brazos.
Según explica Frederic Dachs, especialista en cirugía de la mano tetrapléjica del Hospital de Neurorrehabilitación Instituto Guttmann de Barcelona, a día de hoy en estos casos ya se emplea una cirugía de transferencia de tendones que permite recuperar cierta funcionalidad. “Por ejemplo, si el paciente puede extender la muñeca, pero es incapaz de flexionar los dedos, tomamos uno de los tendones extensores y lo pasamos a flexor de los dedos para que un músculo funcional supla al otro paralizado”, explica.
La transferencia de nervios consigue resultados similares a los del implante de tendones, muestran los datos publicados en la revista The Lancet, aunque ofrece algunas ventajas con respecto a la citada técnica, como la necesidad de realizar una menor incisión quirúrgica o el hecho de que el paciente apenas necesite inmovilización después del quirófano.
Además, la cirugía de transferencia de nervios no sólo permite ‘reanimar’ el músculo paralizado, sino que una única transferencia permite restaurar varios músculos a la vez.
Esta estrategia, señalan los autores, permite recuperar un movimiento más natural y un control motor más fino. En cambio, la fuerza que se consigue restaurar con la cirugía de transferencia de tendones es significativamente mayor.
“Lo ideal será la cirugía híbrida, poder combinar ambas intervenciones para obtener los mejores resultados”, comenta Dachs, que no ha participado en la investigación, pero conoce a fondo ambas técnicas.
“Este estudio australiano es el primer trabajo prospectivo que presenta una serie de pacientes interesante, pero muchos grupos estaban trabajando en este sentido”, señala. De hecho, añade, la transferencia de nervios se utiliza desde hace tiempo para tratar problemas como las lesiones de nervios periféricos.
En el caso australiano, 10 de los 16 pacientes que pasaron por el quirófano se sometieron tanto a cirugía de transferencia de tendones como a implantación de nervios -en algunos casos en distintas extremidades-. En total, se realizaron 59 transferencias nerviosas.
Tras la intervención, se realizó un seguimiento a los pacientes (tres de ellos no la completaron), con pruebas sobre su evolución a la hora de conseguir mover el codo – un movimiento clave, por ejemplo, para manejar una silla de ruedas- agarrar y apretar objetos o abrir y cerrar la mano. Además, también evaluaron su capacidad para realizar tareas cotidianas que no podían realizar antes de la intervención, como lavarse los dientes, comer o escribir.
Los datos del análisis mostraron que la cirugía había marcado un antes y un después. A los dos años de la intervención, los pacientes intervenidos podían coger objetos y llevar a cabo con autonomía actividades de higiene y alimentación, entre otras. De las 59 transferencias de nervios realizadas, cuatro no dieron resultado.
“Creemos que la transferencia de nervios ofrece una nueva opción interesante para ofrecer a las personas con parálisis la posibilidad de recuperar la funcionalidad de brazos y manos para realizar tareas del día a día”, ha señalado van Zyl en un comunicado.
Es más, añade, “hemos mostrado que la transferencia de nervios puede combinarse de forma exitosa con las técnicas tradicionales de transferencia de tendones para maximizar los beneficios”. Para conseguir unos resultados óptimos, añade, las intervenciones deben realizarse entre 6 y 12 meses después de que la lesión se haya producido.
Este tipo de estrategia, concluye Dachs, “puede suponer un cambio sustancial en la calidad de vida de la persona”.
“El 50% de las personas tetrapléjicas responden que lo que más echan de menos de todo lo que han perdido es la movilidad de la mano. Y, en los candidatos, estas técnicas permiten a día de hoy recuperar esa movilidad”.