Sanders revoluciona Nueva York y todavía se anima a soñar

Pese a que Hillary le lleva una ventaja que parece irremontable, atrajo a una multitud en un acto en Manhattan.

Sanders-y-su-mujerAtrajo a 27.000 personas al parque Washington, en Manhattan, una multitud que ningún otro político ha visto durante esta campaña, repleta de jóvenes fascinados con su “revolución política”. Unos siete millones de personas han puesto plata para su campaña, más que Barack Obama en 2008. Arrancó más de 50 puntos debajo de Hillary Clinton en las encuestas, y en los últimos sondeos ya están igualados.
Con 74 años, Bernie Sanders es, para muchos, la rockstar de la campaña presidencial de Estados Unidos. Ningún otro candidato tiene su popularidad. Mucha gente, sobre todo los jóvenes, lo quiere y se deja llevar por su mensaje, envuelto en el romanticismo de un revolucionario socialista. Pero el fenómeno que Sanders creó de cero parece condenado a la derrota. Aun así, Sanders y sus seguidores se niegan a aceptarlo, y dan pelea.
“¡Bernie! ¡Bernie! ¡Bernie!”, gritaba, una y otra vez, la multitud que colmó anteanoche el parque Washington, enclavado en el Greenwich Village de Manhattan. Las calles aledañas, valladas y fuertemente custodiadas por la policía, desbordaban de gente en una tarde limpia de primavera. Mucha gente no logró pasar los controles de seguridad y quedó afuera. Spike Lee, Tim Robbins y la banda Vampire Weekend arengaron al público hasta que Sanders subió al escenario, pasadas las 20, ante miles de carteles que levantaban su lema, “Un futuro para creer”.
“Esta campaña no es sólo sobre la elección de un presidente. Esta campaña es sobre la creación de una revolución política, es sobre la creación de una economía que funcione para todos, no sólo para contribuyentes de campañas ricos”, bramó Sanders, voz ronca, campera cerrada hasta el cuello, estirando sus palabras y remarcándolas sacudiendo el dedo índice. La multitud estalló en un aplauso.
Sanders está dejando cuerpo y alma en Nueva York en una lucha hercúlea contra la matemática: Clinton lleva una ventaja prácticamente irremontable en la cuenta de delegados y cuenta con el apoyo del establishment demócrata. La crucial primaria de Nueva York, además, es cerrada a los demócratas e impide el voto de los independientes, algo que le juega en contra.

Sueños

Durante más de una hora, Sanders ofreció en su mitin de Manhattan su visión para Estados Unidos. Para unos, un sueño; para otros, una visión utópica: transformar al país en una nación escandinava. “¿Qué hay de malo en eso?”, preguntó.
El senador socialista ha propuesto tener educación universitaria gratuita, “salud para todos”, un salario mínimo de 15 dólares, igualdad salarial para hombres y mujeres, licencia por paternidad paga, más impuestos a Wall Street y a los más ricos y una economía que no funcione “sólo para el uno por ciento”, entre otras ideas revolucionarias para Estados Unidos.
“La revolución política -dijo- es la gente mirando alrededor y diciendo, ¿cómo puede ser que en este país el uno por ciento de arriba posea tanta riqueza como el 90 por ciento de abajo? ¿Cómo puede pasar que las 20 personas más ricas de Estados Unidos tengan más riqueza que los 150 millones de estadounidenses de la base?”, preguntó.
Todas las encuestas que se han realizado hasta ahora revelan lo mismo: Sanders es el político con mayor credibilidad de la campaña. Es el único, además, que se ha negado a utilizar los “Super PAC”, los vehículos que canalizan cientos de millones de dólares de empresas privadas y millonarios a las campañas, usualmente para financiar publicidad negativa. Es una decisión trascendental de su campaña. Y, para sus seguidores, una muestra de su mejor cualidad: su honestidad.
“Es honesto y le creo”, dijo Jessica Whatley, estudiante de 21 años. “La gente joven en Estados Unidos ha crecido en una crisis financiera y sin esperanza. Vemos cómo la economía no funciona a nuestro favor y Bernie también lo ve. Creo que todos deberían tener la oportunidad de ir a la universidad, sin importar si tu familia tiene plata o no”, agregó.
La historia de la primaria demócrata no ha cambiado: Sanders compite para imponer su mensaje y correr a la izquierda a Clinton, que, al final, será la candidata demócrata. Pero las campañas siempre buscan cambiar la historia. Y Sanders siente que todavía puede hacerlo.