Hace tres años, el suelo desértico de Nevada veía los primeros cimientos de la Gigafactory 1, un coloso dedicado a la fabricación de baterías de ion litio. Pese a que solo un tercio de la estructura final está terminado, ocupa ya unos 450 millones de m2 de espacio operativo en varios pisos y cuando se complete, en 2020, tendrá las dimensiones de 107 canchas de fútbol y la inversión total alcanzará los u$s 5.000 millones.
La ideóloga del megaemprendimiento es la firma Tesla y el gran objetivo es que GF provea los dispositivos para inyectar energía a los 500.000 autos eléctricos que planea construir por año. Con el edificio en ciernes, la fabricación ya comenzó y no se detendrá: la apuesta es que en 2018 produzca más baterías de iones de litio que las que serán fabricadas en el mismo lapso a nivel mundial. Se espera que con el tiempo emplee a unos 6.500 trabajadores.
Tesla ocupa la mitad del complejo junto a su socio responsable de las células de las baterías, y en la otra mitad se ubican los principales proveedores que abastecen los otros materiales. Esa política de colocar la mayor parte del proceso de fabricación en el mismo sitio, sumado a un modelo de economía de escala e innovación tecnológica, le permite a la Gigafactory 1 obtener un producto a un costo significativamente menor.
La GF funciona con fuentes de energía renovable para minimizar el impacto medioambiental, y cuando esté terminada generará su propia electricidad con molinos de viento y paneles solares instalados en su extenso techo.
¿Oportunidad argentina?
Hasta hace una década, el litio se utilizaba básicamente para mejorar las propiedades de elasticidad y resistencia del aluminio, en la fabricación de vidrios especiales, esmaltes y en la industria farmacéutica (se recetaba a pacientes con problemas anímicos y ciertos tipos de depresión).
Pero en los inicios de los ’90, las resistentes y eficientes baterías de ion litio comenzaron a usarse en teléfonos celulares y dispositivos tecnológicos. La producción de baterías livianas y pequeñas se masificó y los especialistas comenzaron a hablar del “oro blanco”, el combustible del mundo del futuro.
Entonces su precio se disparó. Ahora, los autos eléctricos comienzan una nueva ola de demanda a nivel global. En la actualidad cotiza a un promedio de u$s 8.000 la tonelada, y las proyecciones predicen que alcanzará los u$s 12.000 en los próximos años.
¿Una buena noticia para la Argentina? Con el 11% del mercado, detrás de Chile y Australia, los yacimientos de salmuera del Noroeste ubican a nuestro país como el tercer productor mundial de litio.
El secretario de Minería, Daniel Meilán, afirmó en un seminario que se realizó en Catamarca el mes pasado que “hay una avidez por este mineral que busca el mundo” y que “la Argentina trabaja para alcanzar en cinco años una producción de entre 100.000 y 130.000 toneladas”, lo que significaría al menos triplicar la actual, calculada en unas 35.500 tns. Unos cinco grandes proyectos enfocados en ese objetivo podrían estar operando en el próximo quinquenio.
De todos modos, no hay que esperar que la necesidad por las baterías provoque una revolución en las exportaciones autóctonas. Por un lado, con tanta demanda cruzada, se estima que no dependerán de los autos eléctricos. Por el otro, es de esperar que el creciente interés por la exploración en busca del mineral acabe encontrando fuentes alternativas en distintas partes del mundo.
El futuro
Lo que está claro es que el desarrollo de baterías más potentes y a gran escala sería el disparo de partida para el crecimiento exponencial del coche eléctrico. La principal cuestión pasa por aumentar su densidad energética, es decir la cantidad de energía que pueden almacenar por kilo de batería, que permita recorrer largas distancias sin necesidad de continuas recargas, el gran punto débil de estos vehículos.
Durante los últimos años, el mercado de los e-cars evolucionó con cierta tibieza y ritmo moderado, aunque sostenido. De acuerdo a las cifras de la Asociación europea de constructores de automóviles (ACEA), el patentamiento aumentó en 2016 un 7% respecto al año anterior. El segmento de los híbridos recargables creció 3,9% y el de los no recargables 27,3%.
¿Cuándo terminarán por imponerse los nuevos modelos limpios? Algunas pistas: hace solo tres días, Volvo anunció que a partir de 2019 solamente lanzará modelos eléctricos o híbridos. “Marca el final de los coches equipados solamente con un motor a combustión”, sentenció la automotriz sueca en un comunicado. Es la primera de las grandes del sector que fija definitivamente su rumbo hacia los modelos limpios, aunque seguirá fabricando los nafteros y diésel lanzados antes de esa fecha. Su ambición es vender un millón de vehículos eléctricos antes de 2025.
Señales que apuntan a un futuro promisorio para los vehículos verdes y también, en consecuencia, para las preciadas baterías. La superfábrica será la primera, pero no la última. A eso parece apuntar la decisión de sus dueños de agregarle a su nombre de bautismo un número de tono inaugural: Gigafactory 1. Continuará, al parecer, con otras tres descendientes.