A ganador: el trigo va por otro récord productivo

El clima jugaría a favor de la campaña de granos finos.

La campaña 2019/2020 para el trigo está a la vuelta de la esquina y ya hay proyecciones de que crecerán variables claves para el cultivo que van desde la producción, los rindes proyectados hasta la tecnología aplicada. Con posibilidades de que el clima juegue a favor del cultivo, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires viene de estimar en una jornada sobre la campaña fina una suba de 200.000 hectáreas en la siembra, a 6,4 millones de hectáreas, la más alta en 18 años. Además, prevé una cosecha de 20,6 millones de toneladas, otro máximo histórico y superior a los 19 millones de toneladas de la última campaña.

En el evento de la entidad se mencionó que los precios esperados para la cosecha están 10% por debajo del año pasado a esta altura, pero 8% por encima del ciclo anterior. Y hay tres variables que permiten pensar en cómo puede potenciarse la expansión del cereal. En primer lugar, está el factor climático. En general, hay condiciones de humedad para el inicio de la campaña. Sectores del NOA que el año pasado no pudieron completar siembras se enfrentan a un escenario distinto para este año. En el NEA, en tanto, donde hubo productores que perdieron girasol por los excesos hídricos, podrían apostar más por el trigo. El trigo aparece como una herramienta para el control de napas e, inclusive, como una ayuda ante la problemática de la resistencia a malezas.

“Aunque menores, los precios al productor siguen por encima del promedio de las últimas cinco campañas”, apuntó Agustín Tejeda, gerente de Estudios Económicos de la entidad. Según precisó, en las zonas núcleo se necesita entre el 60 y el 80% del rinde promedio para cubrir costos.

En sus pergaminos, el cereal tiene para mostrar que desde que en diciembre de 2015 se quitaron las trabas para exportar fue el cultivo que más crecimiento mostró en área con una expansión de 2,1 millones de hectáreas. Por la mayor superficie con trigo y también maíz, se va equilibrando la relación oleaginosas/gramíneas en la rotación. De un 68%/32% en 2013/2014 se pasó a un 59%/41% en el ciclo pasado.

Un crecimiento vertiginoso que, no obstante, no va a seguir con el mismo envión que podría haber tenido para el ciclo 2019/20. Si el Gobierno no hubiera reimplantado las retenciones al cereal con el esquema de $4 por dólar exportado, el área según la entidad podría ser de 6,7 millones de hectáreas y sería factible esperar otro millón de toneladas más de producción.

Tras la liberación del cepo que tenía el trigo, el cultivo ha venido registrando un salto en el uso de la tecnología. Subió el piso de la tecnología aplicada. Según los datos que presentó Sofía Gayo, del departamento de Investigación y Prospectiva de la entidad, en el ciclo pasado el 33% del trigo se manejó con tecnología alta, lo que representó un avance de cinco puntos con respecto a la campaña anterior. En tanto, un 50 por ciento se manejó con tecnología media y un 17 por ciento con baja.

Por el lado de la cebada, también hubo una mejora del uso de tecnología alta. El ciclo pasado, el 57% del cultivo se hizo con tecnología alta, lo que representó 13 puntos más con respecto a la campaña anterior. Un 40% se hizo con tecnología media y un tres por ciento con baja.

“El segmento de tecnología alta se incrementó de manera generalizada en todas las regiones productivas de ambos cereales”, señaló la experta de la Bolsa de Cereales porteña.

Tecnología

La campaña pasada, el consumo de semillas en trigo y en cebada fue de 760 mil toneladas, un 86% de trigo y un 14 por ciento cebada. La previsión es que este ciclo, 2019/2020, el consumo de semillas experimente una suba del tres por ciento.

En fertilizantes, en 2018/2019 se registró para trigo y cebada un consumo de 1,4 millones de toneladas (82% trigo y 18% cebada), una mejora del 20 por ciento. En el nuevo ciclo, la proyección es que el consumo de fertilizantes se expanda un 4 a 7 por ciento. Cuando se ve lo que ocurrió con la dosis en kilos de fertilizantes por hectárea sembrada, allí se puede apreciar que en trigo pasó de 167 kilos por hectárea sembrada en 2016/17 a 186 kilos por hectárea en la última campaña. Se está observando un crecimiento en el uso de otras fuentes fosfatadas y nitrogenadas para la fertilización.

El trigo respondió a la mejora en la fertilización. Según datos de la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el nivel de proteína subió un punto, a 11,1 por ciento.

Otro dato relevante es que cada vez más productores hacen análisis de suelo. En la campaña de fina pasada, los hizo el 25% de los productores. Sigue siendo un porcentaje bajo pero eso representó una mejora sobre el 15 por ciento de la campaña anterior.

En fungicidas, la campaña fina representó 3,46 millones de litros. Hubo una baja del 5% luego de un ciclo 2017/2018 con importante consumo por ataques de enfermedades. Para la campaña 2019/2010 la proyección es que podría haber un aumento del 3-5 por ciento.

Si bien es prematuro para establecer rindes promedios cuando el cereal todavía no se sembró, la expectativa es que el rinde promedio nacional pueda ubicarse en 32,8 quintales por hectárea -según los datos que mostró Esteban Copati, jefe de Estimaciones Agrícolas-, una mejora respecto de los 31,2 quintales por hectárea del ciclo anterior. Todavía queda por superar los máximos de 34,3 quintales en 2010/2011 y los 33,6 quintales de 2016/17.

Aunque con el freno de mano de las retenciones, el terreno está preparado para otro salto del trigo.

Por qué ya no es una commoditie

Para Javier Buján, presidente de la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, “el trigo no es una commoditie” y “no se puede hablar de mercados sin calidad”. Lo dijo en el panel que compartió con David Hughes, presidente de la Asociación Argentina de Trigo (Argentrigo), Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), Raúl Dente, asesor de la Federación de Acopiadores, y Gustavo Idígoras, presidente de Ciara-CEC (exportadores). Fue en una mesa moderada por Ramiro Costa, subdirector ejecutivo de la Bolsa de Cereales porteña.

¿A qué se quiso referir Buján con ese comentario? Según graficó, hasta al menos 2000, la condición de los compradores externos era que el cereal fuera “sano, seco y limpio”. La situación actual es bien distinta. “Hoy tenemos no menos de 15 variantes desde la calidad a los controles fitosanitarios que hacen a la calidad”, detalló en su presentación. En esta línea, para Buján, es importante conocer lo que requieren los destinos compradores, como Brasil, Indonesia o los países africanos.

“Cada destino comprador tiene calidades y exigencias distintas. Por eso dejó de ser un commoditie”, precisó el presidente de la Cámara Arbitral. Para Buján, el país tiene que “construir una producción acorde” a los distintos requerimientos. “Esto no significa ir a un mercado 100% de calidad, pero hay que tener una calidad mínima superior a la de hoy”, apuntó. Desde Brasil, por ejemplo, los molinos que compran el cereal argentino suelen reclamar homogeneidad en las entregas.

En rigor, la homogeneidad y tener una producción estandarizada que responda a los distintos pedidos son parte de la estrategia para potenciar más al cereal en el mundo. En el fondo, se trata de poner la lupa en las necesidades de los diversos compradores de este producto. Un mercado donde, más allá de a quién le vende hoy la Argentina, a nivel global se ve una fuerte demanda de los países asiáticos.