La doctora Graciela González Franco, especialista en otorrinolaringología infantil, habló esta mañana en la 99.9 sobre los problemas que puede generar la exposición de los niños a sonidos fuertes. “Lo importante es tomar conciencia del problema”, indicó.
Convivir con los ruidos es algo cotidiano en la vida de las personas, pero puede tener muchos efectos nocivos a futuro de las cuales todavía no somos conscientes. En el último Congreso Panamericano de Otorrinolaringología, realizado en Mar del Plata, se llegó a la conclusión de que el 30% de los adolescentes podría sufrir trastornos auditivos en la adultez.
La doctora Graciela González Franco, miembro del Comité Directivo de la Asociación Argentina de Otorrinolaringología y Fonoaudiología Pediátrica, explicó esta mañana en la 99.9 por qué sucedería así: “la contaminación acústica siempre está presente, pero queda como flotando en el aire y es un problema de política sanitaria que está complicando, ahora y para el futuro, a nuestros niños. Las grandes ciudades tienen un ruido ambiente muy intenso y eso, sumado a las nuevas tecnologías, hace que los niños estén más acostumbrados a los ruidos intensos desde más chicos y por eso les parecen agradables sonidos que dañan de forma directa al oído interno”.
Las estadísticas y los estudios confirman que la exposición constante a ciertos ruidos genera daño en el oído: “sabemos que si uno está expuesto tres horas diarias a música con auriculares intracanales, uno de cada cinco chicos puede tener en 20 años una lesión auricular. La Organización Mundial de la Salud estableció como tope máximo del volumen a 85 decibeles, y si uno está expuesto de forma constante debe usar protección auditiva. Lo alarmante es que en cualquier reunión que se pase música, desde un acto hasta un boliche, los ruidos llegan a 120 decibeles, que es el equivalente al sonido de despegue de un avión”, aclaró la doctora.
Pero no sólo el tema de la música es preocupante. El sonido ambiente de las ciudades y el volumen que se maneja dentro de los boliches bailables son un grave problema. “Nos preocupa que las ciudades se hayan vuelto tan ruidosas. Si a eso le agregamos el uso de auriculares por más de tres horas, es dañino. Estamos permanentemente expuestos al ruido ambiental y al que ponemos en nuestros oídos. Sabiendo que en los boliches se llega a los 110 decibeles, pregunté en una encuesta a chicos si concurrían; el 75% dijo que sí. Preguntamos si la música les parecía agradable, molesta o les generaba dolor; el 85% contestó que les resultaba agradable”, indicó González Franco.
A partir de todas estas cuestiones desde el congreso se tomó la decisión de dar a conocer la problemática para que la ciudadanía en general tome conciencia. “Lo más importante es tomar conciencia del problema, porque si no, pareciera que no existe. Debemos hacer una campaña de prevención y educar a todos, los adultos y los chicos”, destacó la especialista.
Por último, afirmó que el consejo no pasa sólo por la salud actual, sino también por los potenciales efectos a futuro: “a todos los que le gusta la música, la idea es que puedan disfrutarla toda la vida y no tengan que usar un audífono cuando sean grandes que, además, genera complicaciones en el habla. Encima, van a tener un zumbido permanente, eso es el acúfeno, que puede ser intermitente porque hay una fatiga del oído interno; es como un llamado de alerta. Cuando ese zumbido queda permanente, es una lesión”.