Se prepara para realizar una emisión de deuda soberana a siete años. Busca colocar unos 3.000 millones de euros. Y si resulta exitosa, preparar dos más de aquí a agosto.
Por más que el ave fénix haya tenido un origen egipcio, la idea de que pudiera existir un ser mitológico que resurgiera de sus cenizas terminó siendo adoptada por todo el mundo grecorromano, y luego por la civilización occidental. Por eso no es extraño comparar este resurgimiento financiero de Grecia con el ave fénix, tras haberse “incendiado” hace nueve años atrás y terminar declarando una de las renegociaciones de deuda más grandes de la historia.
Si durante todos estos años Grecia ocupó en Europa el rol del enfermo que nunca se terminaba de curar, hoy la situación luce bien distinta: el país está a punto de despedirse de las “muletas” financieras de los organismos internacionales de crédito (la famosa y temida Troika, compuesta por el FMI, el Banco Central Europeo -BCE-y la Comisión Europea) para pasar a financiarse íntegramente en los mercados.
La fecha simbólica de este nuevo resurgir de las cenizas será el próximo 18 de agosto, cuando se termine la asistencia de la Troika. Mientras tanto, el gobierno griego se prepara para realizar una emisión de deuda soberana a siete años, que tendría lugar en las próximas dos semanas. El objetivo del gobierno del Primer Ministro Alexis Tsipras es colocar unos 3.000 millones de euros con esta emisión, para luego, si resulta exitosa, preparar dos más de aquí a agosto.
Para el país, que todavía sigue siendo considerado riesgoso (las agencias calificadoras ubican a los bonos griegos en la categoría de especulativos), es todo un logro el haber logrado que la tasa de interés a pagar esté en los niveles previos a la crisis financiera. Es así que la tasa a dos años se ubica hoy en el 1,45% y la de los bonos a 10 años en el 3,67% anual. Para quien quiera invertir en deuda europea, Grecia brinda rendimientos más atractivos que sus vecinos de la zona euro, y con un riesgo bastante más acotado que antes.
El tren fantasma
Pero hasta hace poco, este optimismo que hoy se palpa en los mercados era solo preocupación. Porque el país y sus sufridos habitantes no lograban bajarse del tren fantasma en el que se habían metido.
Si la crisis se inició en 2009 al reconocer el gobierno de ese entonces que por muchos años había falseado las estadísticas financieras (y principalmente el nivel de deuda pública respecto del PIB), al poco tiempo ya estaba recibiendo un rescate de los organismos internacionales para no hundirse en una crisis terminal. El costo de ese paquete de ayuda implicó el primer gran ajuste económico aplicado a sus habitantes, con fuertes subas de impuestos y recortes en el gasto público.
A partir de ahí, el país vivió en coma inducido (porque su economía estaba en cuasi bancarrota) sin que se le quitara el respirador para no empeorar las cosas. Por eso en 2012 los acreedores privados aceptaron un canje de bonos con una quita superior al 50%, hecho que permitió darle aire al gobierno en su lucha para estabilizar la economía helena.
Finalmente, a nueve años del inicio de la crisis griega (que en su peor momento pareció que provocaría la implosión de la zona euro), hoy ya se puede vislumbrar la luz al final del túnel.
De todos modos, todavía queda un importante escollo por salvar: que los acreedores públicos estén dispuestos a aceptar una importante quita de la deuda, requisito fundamental para que ésta se ubique en niveles manejables. Sin este paso, los analistas consideran que el país seguirá bajo el riesgo de incinerarse nuevamente y de postergar su resurgimiento de las cenizas. “Si Grecia alcanza una quita importante, será una señal bien vista por los mercados. En cambio, si la quita no es suficiente, habrá motivos para preocuparse. Los riesgos son enormes”, advirtió el economista Zsolt Darvas, del think tank Bruegel.
Los que más ganaron
Lamentablemente, a medida que se va asentando la polvareda levantada durante todos estos años de rescates y crisis económica en Grecia, surge con mayor nitidez un dato que impacta: la manera en que los principales acreedores del país se han enriquecido a costa del pueblo griego y los ajustes exigidos para asistirlo desde el punto de vista financiero.
Alemania, que durante todo este proceso fue la voz más crítica respecto del insuficiente nivel de ajuste que se estaba aplicando, aduciendo que el rescate también era pagado por los contribuyentes germanos, terminó ganando 1.340 millones de euros con la crisis helena, según los datos aportados por su ex ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble (uno de los personajes menos queridos por los griegos).
El gobierno alemán siempre fue el mayor escollo para alcanzar una mayor quita de la deuda griega, o para reducir las medidas de austeridad. Por eso sorprende esta ganancia, obtenida por los intereses de los préstamos otorgados a través de la participación del Bundesbank en la compra de títulos públicos griegos por el BCE (realizada entre 2012 y 2016 para contribuir en el rescate financiero).
Justamente, el mismo BCE ganó un total de casi 8.000 millones de euros a través de esta operación, que fue realizada con el aporte de los distintos bancos centrales de los países miembros de la zona euro. Y ahora es cada uno de estos países que deberá decidir si le reintegra estos beneficios al gobierno griego, luego de que éste aplicara todos los ajustes exigidos. Como muestra basta un botón: en 2015, tras una discusión con el gobierno de Tsipras, Alemania se negó a seguir adelante con los reintegros. Por eso, el renacer del ave fénix griego también pasa por recuperar la mayor parte de ese dinero.