Distintos especialistas coinciden en que, pese a la era digital, la escritura manual es un bien que no se debe perder.
¿Dejaremos de escribir a mano en un mundo dominado por la comunicación digital? ¿Y serviría para algo la escritura caligráfica en ese caso? En tiempos de tablets, smartphones y redes sociales, cada vez son más los especialistas que aseguran que tomar apuntes a mano garantizará mejores notas en el futuro y, gracias a la lapicera y el papel, un mayor desarrollo en la capacidad de aprendizaje. ¿Es así?
“No se trata de oponerse al cambio o de aferrarse a la tradición -sostiene la grafóloga Sandra Cerro-, sino de la salud de nuestro cerebro, del cerebro de los niños que comienzan a escribir. Hacerlo a mano y de manera fluida, con letras enlazadas, es ya de por sí un acto de continuidad que está implicando constancia, perseverancia, capacidad para mantener el hilo de los pensamientos. Los beneficios de la caligrafía tradicional son muchos, pero sin duda que uno es el de las habilidades de razonamiento lógico que favorece también las relaciones afectivas y sociales”.
La disyuntiva es clara: ¿cuál es la forma más efectiva para que los chicos aprendan? En algunos países, como Finlandia, la caligrafía está siendo desplazada por la mecanografía. Allí no consideran que algo tan arcaico como un lápiz y un papel sea el futuro. Sin embargo, un estudio llevado a cabo por investigadores de las Universidades de Princeton y de California concluyó que los estudiantes que toman apuntes a mano obtienen -a largo plazo- mejores resultados que los que realizan todo a través de una tablet, celular o PC.
Como se dijo, cada vez son más los profesionales que, ante esta fiebre digital, destacan la importancia del aprendizaje de la escritura a mano para la asimilación de conceptos, el desarrollo de la memoria y la comprensión lectora. “Cuando escribimos una idea a mano sobre el papel, nuestro cerebro entiende que estamos dando prioridad a esa idea sobre otras de las muchas que circulan por él”, apunta Cerro.
Para Guillermo Bautista, en tanto, profesor de Pedagogía Aplicada, no es bueno ser tan categórico. “Hay que entender que las autoridades educativas finlandesas no plantean suprimir la escritura manual -dice- , sino más bien sustituir la caligráfica. Aunque se aprenda esa letra de pequeño, que es muy mecánica y repetitiva, todo el mundo acaba escribiendo de una manera determinada, diferente y personalizada”.
La clave, según se apunta, está en conjugar ambas cosas: escritura manual y digital. “Es recomendable que los niños inicien su práctica de escritura entre los 6 y los 7 años -declaró por su parte la grafóloga y licenciada en recursos humanos Marcela Milesi-. A partir de aquí el niño está apto para el aprendizaje de reglas sociales y normas que dirigen la sociedad; también los códigos especiales que ella usa para comunicarse”.
El pensamiento, sostienen los expertos, se puede llegar a representar a través de distintos medios.
Según Bautista, aquellos procesos y áreas del pensamiento complejo a los que puede ayudar la escritura caligráfica también pueden desarrollarse por otras vías, sin querer decir que desaparezca la escritura manual: “El pensamiento se puede llegar a representar con lápiz y papel o con otros medios como el audiovisual”, sostiene, aunque coincide con la mayoría que escribir a mano es siempre una herramienta que los chicos deben tener naturalizada.
“Si se quiere ser más reflexivo y realmente concienzudo -apunta-, hay que tener la escritura a mano como un recurso naturalizado”.