Afirman que perjudica los resultados escolares y aumenta la probabilidad de producir accidentes de tránsito.
A fines del año pasado, Uruguay legalizó la producción y comercialización de la marihuana y abrió una nueva instancia en el debate que mantienen varios países en torno a su despenalización. En ese contexto, una investigación que acaba de ser publicada en la revista científica The New England Journal of Medicine enciende una señal de alerta: sostiene que fumar marihuana aumenta el riesgo de convertir al consumidor en adicto, que su uso altera las funciones cognitivas y que aumenta considerablemente el riesgo de ocasionar accidentes de tránsito. Además, advierte que consumir marihuana a diario desde la adolescencia puede ocasionar daños en las funciones cerebrales y poner en riesgo las capacidades intelectuales futuras.
El trabajo, titulado “Efectos adversos en la salud por el uso de marihuana” –coordinado por la psiquiatra Nora Volkow, directora del National Institute on Drug Abuse (NIDA), de Estados Unidos– recopila años de evidencia científica que demuestra los riesgos. Por un lado, que su uso a largo plazo puede conducir a la adicción: 1 de cada 6 personas que empezaron a usar marihuana en la adolescencia terminan volviéndose adictas. “Si se compara con las personas que empiezan a usar marihuana en la adultez, quienes comienzan en la adolescencia tienen entre 3 y 4 veces mayores posibilidades de tener síntomas de dependencia después de dos años de uso”, sostienen. Y cita otros estudios para demostrar que su uso a partir de los 12 años aumenta el riesgo de ser la “puerta de entrada” a otras drogas.
La marihuana es además, según el trabajo, la droga más reportada en los casos de conducción peligrosa y accidentes, incluidos los fatales: el riesgo de estar involucrado en un accidente se duplica cuando se maneja después de haber fumado. El riesgo aumenta aún más cuando se la asocia con el consumo de alcohol. También está asociada a un riesgo aumentado de ansiedad y depresión e incluso de psicosis en personas con una preexistente vulnerabilidad genética.
El trabajo hace hincapié en la adolescencia porque “hasta los 21 años, el cerebro es más vulnerable al THC que uno maduro”. Cita evidencia de investigaciones que asocian su uso diario en la adolescencia con una declinación del coeficiente intelectual en la adultez y relaciona su uso con la performance escolar: “ El uso temprano está asociado a una performance escolar deficiente y a un mayor riesgo de abandonar la escuela ”. Además, sostiene que la marihuana tiene cada vez más THC y por tanto es más potente y que eso explicaría el crecimiento de las emergencias atendidas.
Sus autores, además, exponen el trabajo del Institute of medicine en el que se enumeran los beneficios potenciales de la marihuana: estimular el apetito, especialmente en pacientes con HIV, calmar el dolor severo, las náuseas y los vómitos relacionados con la quimioterapia y hasta disminuir la presión intraocular en el tratamiento del glaucoma. Y plantean la necesidad de entender cómo emplear los usos beneficiosos –medicinales– en pacientes enfermos sin exponerlos a los riesgos.
Por último, opinan: “Las drogas legales (alcohol y tabaco) muestran que su status legal permite una mayor expansión. Mientras las políticas se mueven hacia la legalización de la marihuana, es razonable y prudente pensar que su uso crecerá y que, por extensión, también lo hará el número de personas que padecerán las consecuencias negativas en la salud”.