Una planta enfardadora ubicada en Córdoba tiene una tecnología importada de Alemania que permite erradicar 23 basurales a cielo abierto. Es un tratamiento más económico y ecológico.El problema de la basura que generamos es un tema a tener en cuenta en el corto, mediano y largo plazo. Argentina produce cerca de 12 millones de toneladas de residuos al año, con la provincia de Buenos Aires como productor de 5 millones y medio de ese total.
En este marco y mientras siempre se intenta solucionar los problemas de fondo, en Córdoba han implementado una innovación técnica para abordar esta cuestión. Se trata de la única planta de enfardado de residuos sólidos urbanos (RSU) de su tipo en Sudamérica, con un sistema de avanzada que pretende darle tratamiento más eficiente y sustentable a los desechos de los consumidores.
La planta de transferencia está ubicada en un predio del paraje de Cañada Grande y comenzó a funcionar en diciembre. La obra tuvo una inversión provincial de 22 millones de pesos. La empresa instalada por la firma Econovo está preparada para compactar 150 toneladas de residuos en jornadas de 8 horas y da respuesta a varios problemas ambientales y económicos relacionados a la basura regional. “Mediante el sistema de separación y posterior enfardado de residuos, esta planta posibilitará la erradicación de 23 basurales a cielo abierto que hoy se encuentran activos en este valle turístico”, explicó el ministro de Agua, Ambiente y Energía cordobés, Manuel Calvo.
Algunos de los efectos que tienen estos basurales tradicionales son harto conocidos: contaminación de ríos y de las napas, enfermedades y epidemias, proliferación de animales y alimañas, olores nauseabundos, entre otros. La implementación de esta tecnología permite reemplazar al tratamiento usual de desechos, minimizando el impacto ambiental y suprimiendo los incendios espontáneos en los vertederos, lo que a su vez mejora la calidad de vida de la población.
El propietario de Econovo, Oscar Scorza, en diálogo con Infobae, puntualizó que hasta el momento pudieron cerrarse los basurales a cielo abierto de Rumipal, Villa del Dique y Villa General Belgrano, y que el resto fueron clausurados o en proceso de ser finalizados.
Pero lo más importante es saber cómo funciona esta tecnología. En primer lugar, se debe realizar en la planta la separación de los desechos que son reciclables, como los casos de los plásticos, telas, cartón y otros. Después, el material imposible de recuperar es compactado por una prensa automatizada (HTR) y en esa etapa, el dispositivo le quita el oxígeno a la basura y la comprime en forma de cubo, logrando que se acumule en un menor volumen. Este bloque orgánico es transformado en materia inerte, tras ser encintado y envuelto en papel film con una máquina enfardadora. Estos residuos ya procesados son depositados finalmente en un predio de 14 hectáreas. Este lugar, a diferencia de los vertederos tradicionales, se calcula que ocupa aproximadamente un 75% de la superficie destinada a tal fin. La ecuación es simple: menos volumen, más toneladas y terrenos con más vida útil. Además, también genera una minimización de los costos operativos, porque se evalúa que un relleno por enfardado es un 50% más barato que los tradicionales.
Analizando la movilidad de los “bloques” o “balas”, son fáciles de manipular, pudiéndolos incluso trasladar a otros rellenos sanitarios cuando estos se vean colapsados en su capacidad. No es necesario, por otra parte, mover tierra constantemente, lo cual supone menos gasto de energía y trabajo.
La ausencia de la infraestructura necesaria y de espacio para tratar la basura es una cuestión que se ha llegado a hacer carne en la mayoría de los estados locales, siendo sensible en los grandes centros urbanos.
El caso de la provincia de Buenos Aires, los rellenos sanitarios quedaron al borde del colapso no sólo por la basura que se generó por los habitantes, sino por los envíos realizados desde Capital Federal.
El problema pasa por dónde queda la cuestión ambiental. La idea es reducir el volumen del material residual, reciclar y articular políticas en torno a la separación de basura desde los hogares. Los datos oficiales de la Provincia indican que en territorio bonaerense existen unas 42 plantas donde más de mil empleados realizan la tarea de clasificación de residuos con el fin de reducir la contaminación aprovechando los materiales reutilizables.
Hugo Bilbao, titular del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), aseguró recientemente que “de los 135 municipios bonaerenses, 42 cuentan con plantas de tratamiento en pleno funcionamiento; en tanto en otros 27 están en construcción, y en 11 comenzarán con las obras próximamente”. Por lo tanto, 55 comunas todavía no disponen de ningún procedimiento para tratar los RSU, cifra que llega a los 66 si se consideran las 11 localidades donde los proyectos no se iniciaron.