El monarca que buscó sanar las heridas de la Segunda Guerra Mundial dejará el trono en abril de 2019.
El emperador de Japón Akihito abdicará el 30 de abril de 2019, casi tres años después de anunciar su deseo de renunciar, según la fecha fijada hoy por el gobierno para permitir la primera sucesión en vida de un monarca en dos siglos en el país.
Akihito, de 83 años, cederá así el Trono de Crisantemo al príncipe heredero Naruhito el 1 de mayo de 2019, según el calendario marcado por el Ejecutivo tras celebrar hoy una reunión en Tokio con representantes de la Casa Imperial y expertos jurídicos.
Akihito se había convertido en el emperador japonés número 125 en enero de 1989 tras la muerte de su padre, Hirohito, en cuyo nombre Japón luchó durante la Segunda Guerra Mundial.
Akihito nació el 23 de diciembre de 1933, el quinto hijo y el mayor de los varones de Hirohito y la emperatriz Nagako.
Se convirtió en príncipe heredero a los 18 años. Cuatro años después se graduó en la Universidad de Gakushuin, en Tokio. El príncipe, después coronado, rompió con las tradiciones al casarse con la hija mayor del presidente de una compañía en 1959.
Desde que ascendió al Trono del Crisantemo, el de la monarquía hereditaria más antigua del mundo, el emperador Akihito, bautizado con el nombre (“gengo”) de “heisei” (Creador de Paz), trató de curar las heridas de la Segunda Guerra Mundial en Asia. En 1991 visitó Tailandia, Malasia e Indonesia en su primer viaje oficial al extranjero.
El Ejecutivo eligió a finales de abril de 2019 como fecha para el cambio de emperador con el objetivo de que ésta coincida aproximadamente con el inicio del nuevo año fiscal y administrativo del país asiático -el 1 de abril-, un detalle importante en el calendario nipón.
En Japón, un nuevo ocupante del Trono de Crisantemo conlleva también un cambio de era, la cual recibe a su vez un nombre específico que sirve también para referirse al monarca de forma póstuma.
La era actual, denominada “heisei” o paz, se inició el 8 de enero de 1989, el día después del fallecimiento de Hirohito, anterior emperador y padre de Akihito.
También viajó a China en 1992 y a la isla de Okinawa, en el sur de Japón, en 1993, donde tuvo lugar una de las pocas batallas que se produjeron en tierra en el país nipón durante el conflicto bélico.
En enero de 2016, la pareja imperial visitó Filipinas para rendir homenaje a los caídos en la guerra, justo cuando se cumplieron 60 años de la normalización de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
Durante la Segunda Guerra Mundial, algunas de las duras batallas entre Japón y Estados Unidos tuvieron lugar en suelo filipino, lo que causó la pérdida de numerosas vidas en ese país.
“Esto es algo que nosotros, los japoneses, no debemos olvidar nunca y que intentamos mantener grabado en nuestro corazón con nuestras visitas”, dijo Akihito en Manila.
También pronunció por sorpresa un discurso en la televisión dirigido al país tras la catástrofe causada por un terremoto y un tsunami en marzo de 2011. Fue la primera vez que se dirigió al público por un acontecimiento específico durante su reinado.
Akihito, quien goza de una gran popularidad en la población japonesa, fue el primer “Tenno” (Príncipe del Cielo) que no asumió su cargo como “Dios”. La Constitución japonesa de la posguerra obliga al emperador a limitar su papel al de símbolo de la unidad de la nación. Actualmente, el emperador de Japón no tiene ninguna competencia propia de un gobierno.
El emperador, de 83 años, ha sufrido diversos problemas de salud. En 2003 tuvo que someterse a una operación por un cáncer de próstata, en 2008 sufrió problemas de salud relacionados con el estrés y en 2012 se sometió a una operación de bypass coronario.
La pareja tiene dos hijos, el príncipe heredero Naruhito, el príncipe Fumihito y una hija, Sayako. Además, tienen cuatro nietos.
Akihito también es un entusiasta defensor del medio ambiente, ha dirigido investigaciones sobre peces y es miembro de la Sociedad Ictiológica de Japón. Sus trabajos de investigación han sido publicados en revistas científicas.
Más que ningún otro emperador antes que él, Akihito ha buscado una mayor cercanía con su pueblo. Junto con su esposa, la emperatriz Michiko, ha acudido a consolar a las víctimas de catástrofes naturales y ha visitado residencias de ancianos e instalaciones para discapacitados. También se ha presentado siempre como un símbolo digno de su país en sus viajes internacionales.