La argentina que colabora con misiones de la UNESCO viajó a Kiev y contó su experiencia a través de la 99.9.

La argentina Albertina Piterbarg estuvo colaborando en una misión de la UNESCO en Kiev durante el mes de junio y ya de vuelta en París, comentó en la 99.9 como fue la experiencia de convivir con la dolorosa realidad de los ucranianos invadidos por el régimen de Putin.
En principio, explicó que «Fue muy intenso». Luego agregó que «fue un poco fue la pérdida de la inocencia, simplemente para viajar de París a Kiev, que es un viaje de avión de 2 horas, me llevó prácticamente dos días porque obviamente no se puede llegar a Ucrania por avión. El viaje hasta llegar a Kiev fue en sí mismo todo un golpe para mí. Incluso viajé hasta Cracovia, en Polonia, después tomé una combi que me llevó a cruzar la frontera hasta la ciudad de Litv, eso me llevó unas 7 horas, porque estuve 3 horas para cruzar la frontera de las colas que hay entre Polonia y Ucrania en la aduana. Después pasé la noche en un tren hasta Kiev y ya todo esto en sí mismo es una inmersión en un mundo completamente diferente, en otra dimensión, en un país en guerra».
No sólo estuvo en territorio ucraniano, sino que tocó vivir uno de los ataques más fuertes de Rusia y fue otra experiencia muy difícil: «Me tocó, estando allá, el primer gran ataque después de tres años de misiles balísticos y drones que demolieron un edificio en la ciudad de Kiev. Pasé todas las noches prácticamente en el refugio. Te digo que Kiev es una ciudad en la que no se duerme y después lo que es muy interesante es que en el día es una ciudad como cualquiera. Es realmente como una especie de película de terror, en la cual durante el día la vida es normal y a la noche tenés que escapar a las bombas. Una de las chicas que trabaja conmigo allá no tiene refugios donde vive, no todo el mundo tiene acceso a refugios. No es como Israel, no está preparado para que todas las zonas tengan refugios. Así que los suburbios están mucho más desprotegidos que la ciudad. Son dos vidas diferentes, con un gran desgaste físico y mental para todo el mundo».
A partir de una vida cotidiana con estos matices producto de la guerra, Piterbarg se refirió al sentimiento que tienen los ucranianos respecto de lo que hace Volodomir Zelensky: «estaba todo mezclado, muy mezclado. A mí siempre me gusta hablar con los taxistas y está muy mezclado porque por la ley marcial que rige para muchos hombres no es obligatorio ser parte de las fuerzas armadas, pero si como hombre no puede salir de Ucrania, entonces genera mucha tensión y mucho resentimiento. No se puede salir para hacer negocios, para estudiar, para trabajar, para nada. Ni de vacaciones. Los sentimientos son lógicamente mezclados porque es humano y es agotador. En un punto tu país se convierte en una prisión».
A pesar de vivir de cerca estas situaciones, países como Polonia parecen estar más cerca del sentir ruso que del ucraniano, quizás hasta por temor de lo que les pueda suceder: «Es muy impactante cuando uno viaja para el Báltico, realmente la diferencia entre la actitud frente a la guerra. Lo que pasa que hay otro elemento que se juega acá, que por ahí uno lo minimiza, que es el tema del manejo de la desinformación que ha hecho Rusia durante todo este tiempo. Se ha logrado impregnar de ideas conspiracionistas, antiderechos humanos, ideas básicamente liberales. Ni siquiera hablo de las ideas de izquierda, estoy hablando de ideas liberales. Lo ves en los resultados de lo que fueron las últimas elecciones en Polonia, que ganó un candidato que tiene simpatías con Rusia. Un país como Polonia que vuelva a votar por alguien que que tiene ciertas simpatías por Putin, indica que ahí hay un elemento de desinformación, que no es la guerra de los drones, pero que también es una guerra moderna y nueva en términos del flujo desinformativo y el impacto que tiene, que no es menor».