Páginas que invitan a detestar a minorías sexuales o posteos que atacan a grupos religiosos, son parte de un hostigamiento virtual que, al decir de los especialistas, se torna por estos días “imparable”
“La mascota preferida del negro cabeza es la ladilla”, reza una de las tantas frases que acompañan un dibujo que Silvina Vieyra, una usuaria de Facebook, subió a esa red social hace unos días bajo el título “Muerte a los villeros”. La publicación, ofensiva y cargada de odio, no es un caso aislado, sino ejemplo de tantísimos posteos y páginas que promueven la violencia y el racismo en Internet. Según organizaciones civiles y gubernamentales que monitorean el tema, en infinidad de publicaciones en la web se pueden leer mensajes que atentan contra los derechos y la dignidad de las personas, ya sea por motivos raciales, religiosos, de sexo, nacionalidad o de pertenencia a determinado grupo social.
Según un trabajo difundido en los últimos días por el Observatorio de Internet del Inadi, el principal motivo de discriminación en las redes sociales es el religioso, con un porcentaje que llega casi al 22%, seguido por cuestiones de género (15%), racismo (12%) y diversidad sexual (10%).
“Argentina es ejemplo de diálogo interreligioso desde su formación como Estado, pero es necesario reforzar ese diálogo porque la discriminación existe, desde el que dibuja una esvástica hasta el que agrede a un musulmán”, dijo el director del Inadi, Claudio Pressman.
Intolerancia digital
No hace falta ser un experto para descubrir el fenómeno. Una simple recorrida por los miles de grupos y páginas que tiene la red social en nuestro país confirman el problema. Posteos como el de Silvina son incontables: “Odio a los gay” o “Yo también odio a los judíos” son apenas ejemplos de una escalada discriminatoria y virtual que, acaso lo más preocupante, tiene a chicos que no llegan a los veinte como principales y tristes protagonistas.
“La agresividad, la costumbre de juzgar a los demás y la tendencia a generar competencias son algunos de los disparadores de este fenómeno que crece y se torna cada día más preocupante”, analiza Verónica Bordasco, psicóloga especializada en adolescencia y para quien “la sociedad a veces se espanta de aquello que ella misma genera. Al incentivar la competencia, el desprecio por el otro y la falta de valores, no es extraño que la conducta de muchos adolescentes se torne agresiva y discriminatoria, sobre todo al considerar que la discriminación es ante todo un acto de profunda ignorancia”.
La palabra escrita es mucho más potente. Tener eso ahí escrito es revivir la agresión una y otra vez” MARÍA ZYSMAN, psicopedagoga
Así como crecen los grupos que promueven mensajes discriminatorios, las redes sociales son también el lugar para que muchos chicos pacten peleas o se encuentren simplemente para acosar a otro. A este último ejemplo lo conocemos como cyberbullying, una adaptación de lo que hasta no hace tanto se conocía como la agresión entre los adolescentes y niños en situación escolar y que ahora define a ese mismo hostigamiento a través de mails, blogs, redes sociales o imágenes digitales. Pero esta forma de atormentar con impunidad salió de la escuela y se expandió entre adolescentes y adultos.
“Las nuevas tecnologías son gratis y permiten el anonimato. Eso desinhibe y muchos creen que pueden decir lo que quieran, que eso es libertad de expresión, aunque estén dañando a otro. A eso se suma la accesibilidad permanente, que permite sostener el hostigamiento a toda hora y desde cualquier lugar”, explica la psicopedagoga y especialista en el tema María Zysman. “Además, la palabra escrita es mucho más potente, no se la lleva el viento, y para el que lo recibe, tener eso ahí escrito es revivir la agresión una y otra vez. En muchos casos, la invitación a los otros a ver su intimidad hace que crean que son parte de esa intimidad”.
La escalada discriminatoria en el ciberespacio dispara una pregunta de difícil respuesta: ¿cómo regular la forma en que las personas se desenvuelven en Internet? En el caso de las redes sociales, se explica, la tarea se torna compleja debido a que las empresas que las facilitan están ubicadas en el exterior y las personas que convergen en ellas pertenecen a diferentes países.
De hostigamientos y ciberacoso
Además de la creación de grupos en las redes sociales con la intención de agredir a terceros, otra metodología frecuente suele ser el ingreso a páginas personales para dejar insultos o burlas bajo el amparo de seudónimos. Algunas iniciativas incluyen la creación de fotologs de terceros con esa misma finalidad. También en el portal de videos YouTube se pueden ver con facilidad numerosos videos de peleas en aulas, en patios de escuela o en la calle. Según los expertos, las nuevas formas de comunicación que provee Internet hacen visible una violencia que ya existía en el ámbito privado. “Muchas veces las agresiones verbales y sociales que permite Internet son la continuación de agresiones físicas en el colegio o en lugares de reunión”, se indica desde “Bullying Cero”.
Si bien la Argentina es ejemplo de diálogo intercultural, aún quedan materias pendientes en el campo de la libertad e igualdad de culto, coinciden los especialistas. También, según datos del Observatorio de Internet del Inadi, en el país los principales grupos que aún son víctimas de las prácticas racistas son los pueblos indígenas, las personas afrodescendientes y africanas migrantes, la población migrante de países limítrofes y la proveniente de Asia, la comunidad judía y musulmana, entre otros.
“La discriminación religiosa y el ciberacoso son algunos de los ataques más frecuentes en la red -confirma Bordasco-. En estos casos, los adultos responsables deben estar atentos a cambios bruscos en el comportamiento de esos chicos y chicas a su cargo en relación a Internet. La privacidad en la infancia nunca debe ser subestimada, pero sí es necesaria una mirada general a sus actitudes para percibir posibles problemas. Un chico puede ser terriblemente atacado sin tener que salir de su casa, en la tranquilidad de su pieza o frente a la pantalla de un celular”.
Así las cosas, eliminar un contenido racista o que incite al odio hacia un tercero en Internet no es algo sencillo. Porque cuando se lo consigue denunciar, el mismo contenido ya fue replicado en otros sitios y se extendió así a toda la Web en una difusión muchas veces imparable.