Ana Fernández-Sesma: “No hemos visto aún variantes que hagan el virus mucho más letal”

Que sepamos, el único tratamiento conocido contra el miedo a la nueva variante del virus es charlar con la prestigiosa viróloga española de la Escuela de Medicina del Monte Sinaí (NY).

La variante ómicron del virus SARS-CoV-2, antes conocida como B.1.1.529, ya se está transmitiendo localmente por países como España o Estados Unidos, sin necesidad de casos importados desde Sudáfrica, donde fue identificada por primera vez el pasado 24 de noviembre, ni otros lugares. De momento, solo sabemos que ómicron cuenta con una treintena de mutaciones, algunas de ellas de interés, y que le han valido la denominación ‘variante preocupante’ por cortesía de la OMS.

Esto, por supuesto, no significa nada en sí mismo, ya que toda variante debe competir contra otras que podrían estar más adaptadas a un lugar o un clima determinado. Aunque los científicos están pidiendo calma y tiempo para investigar esta nueva versión del virus pandémico, la brusca caída de las bolsas y la reacción de algunos países prohibiendo vuelos o anunciando restricciones están desencadenando un cierto pánico en la población.

Para la viróloga Ana Fernández-Sesma (Cáceres, 1965), profesora de microbiología en la Escuela de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, es simplemente otro día en la oficina. Aunque habitualmente ha dedicado sus dos ojos a virus emergentes como el dengue o el chikunguña, ya lleva casi dos años teniendo que dedicar al menos uno de ellos al covid-19 y al fastidiosamente cambiante microorganismo que lo contagia.

PREGUNTA. Uno de los motivos que han llevado a considerar ómicron como especialmente preocupante es el “gran número de mutaciones” que presenta. Pero en esto de las mutaciones… ¿qué importa más, el número o de qué tipo sean?

RESPUESTA. Ómicron tiene bastantes mutaciones comparada con variantes anteriores y eso es lo que está causando un poquito de pánico, yo creo que prematuro, porque no se sabe si estas mutaciones en combinación van a hacer que el virus sea más peligroso. Lo que sí que se sabe es que hay ciertas mutaciones que sabemos que existen y que afectan a la unión con el receptor, por lo que podría unirse más fuerte o evadir respuestas de anticuerpos que conocemos.

También hay algunas mutaciones que podrían hacer al virus transmitirse más rápidamente. Esto es lo que ha puesto en alerta a la comunidad científica. Esta alerta que se ha traducido en una alarma en la comunidad total me parece un poco excesiva.

P. ¿Es posible que un organismo con anticuerpos contra el SARS-CoV-2, ya sea por infección o vacunación, deje de reconocer el virus por un puñado de mutaciones?

R. Cuando hay un antígeno que induce anticuerpos, estos son policlonales, es decir, que no se dirigen solamente a un epítopo —una parte de la proteína—, sino que la engloban toda. Entonces, durante la vacunación, si se vacuna con la proteína entera va a haber cientos o miles de anticuerpos que se van a producir y que reconocen distintas partes. Aunque haya anticuerpos que reconozcan una parte que ahora está mutada, siempre habrá otros que reconozcan otras, por lo que producirán una cobertura. Lo que pasa es que claro, hay zonas que son más importantes para el virus que otras.

Y además de los anticuerpos tenemos la respuesta de las células T, que reconoce epítopos de todo el virus. Ahora mismo, no sabemos ni las mutaciones que puedan haber afectado a epítopos de células T, por lo que es bastante prematuro pensar que esta variante va a ser más virulenta o mucho más peligrosa.

P. De esas 30 mutaciones, ¿hay alguna que le resulte más preocupante, o al menos inquietante?

R. Sabemos que son relevantes para la unión al receptor, pero que se una mejor al receptor no quiere decir que sea más peligrosa, solo que infecta más. Como no sabemos si la infección va a ser más severa o más leve, tampoco deberíamos alarmarnos ahora mismo. Ya ha habido otros casos, por ejemplo, en Sudamérica, cuando se pensaba que las variantes gamma o beta que venían de Brasil podrían ser un problema en países como Argentina, que estaban registrando muchos casos. Luego ha resultado que delta las ha dominado.

Normalmente, se produce una competición entre las variantes que están circulando. Una que se transmita más va a superar a las otras, pero a lo mejor no es esa la que produce una enfermedad más severa. Si es este el caso, lo que va a hacer es que más gente tenga anticuerpos contra el virus, por eso digo que es todo demasiado complejo como para poder especular. Es una variante de preocupación porque sabemos que contiene mutaciones conocidas, pero a mí me preocupan más aquellas que no sabemos qué es lo que hacen.

P. Coronavirus humanos anteriores, como los que causan los catarros comunes, fueron evolucionando desde variantes más severas hasta inducir una enfermedad leve. ¿Podría ser el caso o es todavía pronto para saberlo?

R. No hemos visto todavía ninguna variante en estos casi dos años de pandemia que haga al SARS-CoV-2 muchísimo más letal, o que cause una enfermedad muchísimo más grave. El virus no ha evolucionado todavía a eso. Oye, siempre puedes tener ahora la mala suerte, pero no hemos visto que en Sudáfrica de repente hayan empezando a aparecer muchísimos casos de enfermedad grave.

P. ¿Hay más motivos para el optimismo o, al menos, para no ser pesimistas?

R. Otra cosa que no me preocupa es que ha surgido en un país donde no hay mucha vacunación. Digo que no me preocupa porque lo que nos enseña esto es que la variante no ha surgido por una presión inmunológica de los anticuerpos que genera la vacunación, lo cual indicaría que no escapa a esos anticuerpos. Esto es tranquilizador, porque si hubiera surgido en un país con una alta tasa de vacunación podría sugerir que es la vacunación lo que ha empujado a que surja esta variante. La realidad parece indicar que ha surgido de una forma bastante aleatoria o al azar.

La otra cosa que me tranquiliza es que realmente es un grupo muy pequeño el que se ha visto. Se está seleccionando la secuenciación de esta variante, porque si está presente en un 2% en Sudáfrica y de repente se está buscando en todos los países, va a aparecer en muchos países, pero igual en un porcentaje muy bajo. Creo que se está exagerando la distribución de la variante. Vamos, a lo mejor me equivoco y de repente es superprevalente, pero en ese caso tampoco parece que de repente hayamos empezado a ver una enfermedad mucho más grave.

Y una cosa más que es esperanzadora sobre esta variante es que se puede detectar fácilmente con un test de antígeno. Por supuesto, se puede hacer con PCR, pero si se puede detectar con antígenos es mucho más rápido el cribado, eso hace que nos replanteemos que haya que hacerse más. De hecho, tanto Adolfo [García Sastre] como yo lo hemos propuesto a nuestros familiares: aunque estemos vacunados, no nos cuesta nada hacernos un test de antígenos el día antes de que nos juntemos, simplemente por seguridad.

P. ¿Qué se puede esperar de esa lucha entre ómicron y delta, que es una variante muy contagiosa y bien asentada en muchos países?

R. Hay que esperar a ver qué sucede con omicron en países con alta circulación de delta, y eso no lo vamos a saber hasta al menos una semana o dos.

Otra cosa importante es que los virus tienen muchas mutaciones, pero están siempre viviendo al borde del abismo de la desaparición, entonces a veces las mutaciones son compensatorias. Es decir, muchas mutaciones no quieren decir que el virus está más o mejor adaptado. A veces, una mutación compensa a otra porque si no, la proteína no lo soportaría, por eso hay que ver la función de todas estas mutaciones experimentalmente. Hasta que no se hagan virus recombinantes añadiendo estas mutaciones conjuntas o por separado no vamos a saber realmente si algunas están aumentando la potencia de otras o si se están compensando para que la proteína no colapse.

P. En España, nos ha sorprendido mucho la reacción mundial a esta variante. ¿En Nueva York se está viviendo con esta misma fatiga o quizá con más interés al tener a menos población vacunada?

R. En Nueva York tenemos una buena tasa de vacunación, creo que estamos alrededor del 70%, y la gente está bastante concienciada. La aparición de la variante no ha afectado tanto como en España o Europa, la gente más que pánico tiene preocupación por la aparición de medidas que limiten los viajes y esto empiece a afectar a sus planes para Navidad. Ha habido mucho esfuerzo por parte de la prensa seria por informar qué significa esta variante y qué podría suponer.

En esta pandemia nos está pasando mucho, se están discutiendo temas que se debería dejar que los científicos primero los resuelvan o empiecen a ver el potencial. Está saliendo a la opinion publica antes de que la comunidad cientifica lo evalúe o lo sopese. Se está tendiendo a especular mucho sin saber, sin datos tanto de investigación como de su evolución epidemiológica. Eso es lo que está creando este estado de pánico colectivo.

P. La aparición de ómicron ha estimulado también a quienes abogan por una dosis de refuerzo o ‘booster shot’, ¿pero tiene sentido volverse a inocular con el mismo preparado que nos pusimos hace unos meses? ¿No conoce ya el organismo el virus?

R. Soy partidaria de que, si los países tienen suficientes dosis para dar terceras dosis, se den. Porque lo que ha sucedido con esta vacunación no es que las vacunas no funcionen porque necesiten más dosis, simplemente que por la situación en que se estaba cuando se dieron las dosis, por ejemplo las de RNA mensajero, se apuró un poquito el tiempo entre dosis, y para muchas personas no fue como una vacunación y luego ‘booster’, porque aún no estaban en ese periodo de ‘boost’, sino que eran dos ‘primes’, como decimos. Si se hubiera esperado, como se hizo con AstraZeneca, unas 12 semanas, pues la protección habría sido más duradera porque hubiera sido un ‘boost’ real.

Las terceras dosis son de ‘refuerzo’, entonces todo lo que pueda ayudar, ya sea por la respuesta de célula T o la combinación de anticuerpos con refuerzo celular, soy partidaria de que se dé. Sobre todo porque no sabemos qué va a pasar, así que estar un poco mejor protegidos no está de más. Ahora, por supuesto, hay que vacunar al resto del mundo, pero lo que está pasando realmente es que las dosis están caducando. Donde las hay, se deberían de poner.

P. Todavía mucha gente parece sorprendida de que alguien vacunado pueda seguir infectando. ¿Cómo observa el desarrollo de nuevas vacunas, más allá de las ya comercializadas, que pudieran también ser esterilizantes? Un poco como la que persigue Enjuanes en el CSIC…

R. No sé por qué se sorprende la gente de que los vacunados se puedan infectar. Estamos viendo que ahora mismo, aunque las vacunas son excelentes, no previenen la infección: previenen enfermedad grave y muerte. Hasta ahora, no se está viendo un alto grado de personas con enfermedad grave o muerte, sigue siendo lo mismo que antes de la aparición de ómicron.

Es normal, dado que la tecnología lo permite, que las compañías se planteen añadir protección contra la ómicron a las vacunas. Son inversiones económicas de generar nuevas posibilidades de vacunas que se producen rápidamente, igual que hicieron con las variantes anteriores. Puede que se tengan que usar, puede que no, pero no sé si va a ser posible que surjan vacunas esterilizantes. Las que hay son excepcionales y hasta ahora no hemos visto que sean esterilizantes. A no ser que se hagan por otra ruta, como la intranasal… yo creo que se pueden conseguir, pero para entonces —ojalá— toda la población del mundo va a estar vacunada. Las esterilizantes tardarán más que las otras, pero de todas formas, para otras muchas enfermedades no las tenemos y tampoco es tan problemático.