Andrés es un vecino del Barrio San José que vivió un violento asalto en su propia casa y con su familia presente. Lo contó en la 99.9.
La inseguridad está azotando constantemente a Mar del Plata y más allá de algunos hechos que toman notoriedad, hay otros que pasan completamente desapercibidos pero son de un alto nivel de violencia e impacto para quienes lo sufren.
Andrés es un vecino del Barrio San José que sufrió días atrás una particular situación y la relató en la 99.9: “mi familia está bien por suerte, pero tristísimos. La inteligencia de estos delincuentes duró fácil dos horas en un auto que no tenía ninguna de las dos patentes. Mi casa está justo en la ochava y estuvieron estacionados en distintos lugares haciendo inteligencia. Dejamos una ventana abierta para que corra aire y cuando me despierto veo a una persona ingresando por la ventana. Me abalancé sobre esa persona, me pongo a pelear para sacarlo sin darme cuenta que había entrado otro”.
En la insistencia para tratar de defender a su familia, llegó un momento que no pudo hacer más: “siguió la pelea y entre los dos me reducen, me tiran al piso y me siguen pegando. A esto mi señora estaba a los gritos. Quedé tirado en el piso, trabado, hicieron bajar a mi mujer para que abra la puerta y entraron dos. Después apareció uno con el nene más chico mío que tiene 9 años y escucho al más grande forcejear con otro y lo traen del cuello. En ese momento aflojé la guardia y creí que no tenía que pelear más”.
Había un grupo de personas dentro de su casa que actuaban con cierta preparación y además, venían de hacer un trabajo previo de inteligencia: “haciendo un recorrido mental de lo que nos pasó, esta gente sabía lo que hacía en cada momento. En uno de los gritos que se dan entre ellos uno le dice al otro “yo te dije que donde había chicos no trabajaba”.
Por la manera de moverse y como hablaban, Andrés tiene la idea de que entre ellos al menos había un policía: “pienso que había un policía entre ellos. Debe hacer fácil 4 años que pedimos que haya cámaras en el barrio, por lo menos en la ochava por la gente que sale de los bancos y demás; pero no ocurre. Cuando te pasa algo te empezás a enterar que le pasa a todo el barrio, todos tuvieron experiencia con el delito”.
No fue lo único que les pasó, sino que después que los mantuvieron atados, comenzaron a destrozar la casa en búsqueda de supuestos dólares: “nos ataron primero con los cordones de una zapatilla cuando nos redujeron y luego nos precintaron en la cocina a los cuatro. Había uno de ellos muy violento particularmente que me pedía dólares que no tengo. Le di la plata que tenía y había juntado para pagar la primera cuota de la escuela de los chicos, revisaron y rompieron toda la casa desde los contra marcos de las puertas, el cielorrazo, rompían los paquetes de yerba y azúcar para ver si teníamos dólares”.
Si bien el momento terminó pasando, las secuelas de este tipo de hechos que son muy cotidianos en Mar del Plata, tampoco suelen tener un reflejo cuando se cuenta lo que sucede: “el más grande de mis hijos anoche se fue a dormir a lo de la abuela porque no quería dormir en casa. El más chico salimos a hacer mandados anoche y cuando estaba sacando la basura me dijo “pa tengo miedo”. Fuimos al almacén que está a una cuadra y lo notaba muy nervioso, cundo volvimos se largó a llorar porque tenía miedo. Se acostó con nosotros pero yo no pude dormir porque tenía la sensación de que me perdía cosas sonoras que estaban pasando y me levanté. Pasé toda la noche sentado en una silla en el comedor”, finalizó Andrés.