Científicos argentinos se posicionan en la vanguardia de la ciencia a nivel mundial respecto a la investigación sobre el nuevo coronavirus, dado que se encuentran desarrollando una vacuna contra el virus, convirtiéndose en la primera iniciativa de este tipo en América Latina.
Científicos argentinos se posicionan en la vanguardia de la ciencia a nivel mundial respecto a la investigación sobre el nuevo coronavirus, dado que se encuentran desarrollando una vacuna contra el virus, convirtiéndose en la primera iniciativa de este tipo en América Latina.
El grupo liderado por Juliana Cassataro, investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH) de la Universidad de San Martín (UNSAM) y especialista en inmunología, enfermedades infecciosas y desarrollo de vacunas, ganó un subsidio de 100 mil dólares por parte de la Unidad Coronavirus, una agencia de investigación creada hace pocas semanas y que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.
Con poco más de seis meses de existencia, el virus SARS-Cov-2 que se originó en la ciudad china de Wuhan y es causante de la COVID-19, se expandió con inusitada rapidez por todo el mundo, afectando hasta la fecha a más de 6 millones de personas en más de 200 países y provocado alrededor de 365 mil muertes. En dicho contexto, científicos e investigadores de múltiples instituciones a nivel global están trabajando a contrarreloj para desarrollar una vacuna contra este coronavirus, superando etapas y protocolos en tiempo récord y logrando en varios casos obtener resultados prometedores, aunque todavía falta bastante para lograr una solución a escala mundial.
Respecto a la iniciativa argentina, Cassataro explicó que “recién empezando, es un proyecto que nos financió la Unidad Coronavirus del MINCyT hace 15 días, somos un grupo multidisciplinario de inmunólogos que ya veníamos trabajando en vacunas, virólogos y expertos en estructura de proteínas”.
“Veníamos viendo que hay algunos grupos en el mundo que están muy adelantados y la pregunta que nos planteamos si valía la pena empezar algo desde acá algo. Nuestro proyecto es para probar en más o menos 9 a 12 meses lo que sería la etapa preclínica, y si tenemos buenos resultados ahí tendremos que conseguir mucho más financiamiento para comenzar la etapa clínica”, añadió en una entrevista con el portal Infobae.
En ese sentido, la investigadora aclaró que el proyecto nacional se encuentra en una etapa de estudios preclínicos, donde “los especialistas virólogos y de estructura de proteínas se encuentran eligiendo cuáles son las partes del virus (SARS-CoV-2) que se van a usar en la vacuna, nos queremos asegurar que tenga los antígenos de la cepa que circula en nuestra región”.
Respecto a cómo seguirá el proceso, Cassataro manifestó que el prototipo de vacuna será probada “con diferentes adyuvantes o formulaciones en ratones para ver la inmunogenicidad, y ver cual de todos los que probamos da la respuesta que buscamos, que es encontrar anticuerpos neutralizantes del virus”.
“Lo que vamos a desarrollar es una fórmula de vacunas a subunidad, con proteínas recombinantes, como la que se da contra la Hepatitis B, pero vamos a probar también con adyuvantes conocidos como los que se dan contra la influenza estacional y también probaremos unos compuestos que tenemos patentados con el CONICET y la UNSAM que mejoran la administración oral, probaremos las dos cosas, es decir la vía oral y parentenal -se aplica por vía intramuscular o a través de la piel (subcutánea)- y la que funcione mejor y además sea más económica en cuanto a su producción y facilidad de administración es la que vamos a seguir”, detalló la especialista en inmunología.
Por otra parte, Cassataro se refirió a la posibilidad de implementar la inmunidad de grupo o rebaño, que consiste en vacunar a una parte de la población para que proporcione protección indirecta al resto: “Lamentablemente por lo que sabemos de trabajos publicados por investigadores franceses, la inmunidad de rebaño no está sucediendo. Por ejemplo, en Francia y España que tuvieron alrededor de 27 mil muertos cada nación, sólo el 5% de la población tiene inmunidad, con lo cual para llegar al 60%, 65% que se necesitaría de inmunidad para lograr la inmunidad de rebaño, es muy peligroso pensar en eso, y todos los países que abrieron sus cuarentenas tuvieron que volver a cerrarlas”.
Cabe recordar que en el mundo hay más de 100 proyectos de investigación activos en la búsqueda de una vacuna contra el SARS-Cov-2, siendo los más sólidos y avanzados los desarrollados por laboratorios Pfizer y BioNTech, y otro por Johnson & Johnson. Ambos cuentan con amplio respaldo internacional aunque podrían estar disponibles con producción a escala global entre fines de 2020 y el primer semestre de 2021.
Lautaro de Vedia, médico infectólogo y ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) sostuvo que “desarrollar una vacuna en general demora muchos años normalmente, hay mucho dinero, mucho entusiasmo, muchas ganas y a punto tal de que ya hay más de 115 vacunas en estudio, con diferentes mecanismos de acción, es una esperanza”.
“Esto nos permite acortar los tiempos en cuanto a la posibilidad de contar con una vacuna, y aún así no se estima que antes de los 12 a 18 meses podamos contar con ella, que haya estado lo suficientemente demostrada en cuanto a su seguridad -que no sea dañina- y su eficacia -que sea significativa-, luego habría que fabricar una cantidad de dosis importante y finalmente distribuirla y administrarla pero también seleccionar a quién se le administrará, si a todo el mundo o a los grupos de riesgo”.