Así lo indica un informe de la OMS presentado ayer. En promedio, se toman 9,3 litros por año, apenas por debajo de Chile. Preocupa el abuso ocasional, que afecta al 12% de los mayores de 15 años.
El sabor de los encuentros con alcohol es bastante amargo. Después de Chile, Argentina ocupa el segundo lugar en el ranking de América Latina por el consumo de alcohol, según el informe publicado ayer por la Organización Mundial de la Salud, la agencia sanitaria de Naciones Unidas. Ese consumo lleva a accidentes de tránsito, situaciones de violencia, cirrosis hepática y cáncer, entre otras 200 enfermedades.
Se trata de un problema sanitario que está presente hace décadas en el país. En 1966, el pico mayor de consumo por persona superó los 17 litros de alcohol (si se lo considera puro). Fue bajando el consumo de bebidas como whisky, ginebra o vodka, y desde 1998 fue creciendo el consumo de cerveza. En el informe de la OMS se menciona que el consumo por persona (en mayores de 15 años) en la Argentina bajó de 9 a 6,9 litros en promedio entre los años 2003 y 2005 y 2008 y 2010.
Si bien la ingesta de alcohol fue descendiendo, existe preocupación por el consumo episódico excesivo, que se produce cuando un varón toma más de 5 tragos con alcohol en menos de 3 horas o una mujer toma 4 tragos. “El consumo episódico fue en aumento en la población que tiene entre 15 y 30 años en Argentina. Generalmente, consumen los fines de semana. Ese incremento también subió la tasa de mortalidad en esas edades, lamentablemente”, contó a Clarín Aldo Dománico, coordinador del programa de prevención frente al uso excesivo de bebidas alcohólicas del Ministerio de Salud de la Nación.
Es que el país entero “naturalizó” el consumo de bebidas con alcohol, advirtió el funcionario. “Se piensa que si no se consume alcohol, no habrá diversión. Se hacen cumpleaños de 15 y no se tiene en cuenta que los menores no deben tomar alcohol. Es un problema que excede lo sanitario: involucra a las empresas, a los gobiernos locales y a la sociedad civil”.
Uno de los mitos es que algunos piensan que beber solo los fines de semana no hace daño. La realidad es que el daño no depende del día en el que se ingiere, sino principalmente del vínculo que se establece con la sustancia. Además, influye la cantidad que se ingiere, la frecuencia y la velocidad. Es decir, el consumo nocivo de alcohol tiene su impacto: las personas pueden sentirse desinhibidas con algo de alcohol y se favorecen prácticas sexuales de riesgo, embarazos no planificados o enfermedades de transmisión sexual, entre otros problemas. Así, en Argentina la tasa de mortalidad masculina por cirrosis se encuentra en 17,2 casos cada 100 mil habitantes, y el 49% de esas muertes se deben al alcohol. Y la tasa de mortalidad por accidentes de tránsito es de 26,4 varones cada 100 mil habitantes, de las cuales 12,5 % son atribuibles al alcohol.
Según el médico psiquiatra Javier Didia Attas, presidente honorario del capítulo de drogadependencia y alcoholismo de Asociación de Psiquiatras Argentinos y de la Asociación de Conductas Adictivas y Patología Dual de Iberoamérica, “los cambios de hábitos se deben en parte a que las empresas de bebidas alcohólicas difunden publicidades enfocadas en adolescentes y jóvenes y les venden la idea de que cuanto más toman, mejor la pasan”.
Desde la Organización Panamericana de la Salud, Maristela Monteiro, asesora en abuso de alcohol y sustancias, advirtió que “los productores de bebidas alcohólicas están ejerciendo una creciente influencia en las políticas públicas en nuestra región (América) a través del patrocinio de la industria de la investigación, o en el desarrollo de políticas”. Y agregó: “esto está demorando la adopción de las medidas más costo-efectivas”. Desde la cartera nacional, Dománico informó que se trabaja poner en debate el consumo nocivo del alcohol en cada municipio, entre los diferentes actores involucrados.