Un equipo de científicos del país identificó un gen de gran importancia en el circuito de la saciedad, cuya alteración impide que las neuronas envíen la señal que hace dejar de comer y puede predisponer al sobrepeso. El descubrimiento, publicado esta semana en la revista Proceedings of the Natural Academy of Sciences (PNAS), representa un avance en el diagnóstico de los desórdenes alimenticios.
Tras ingerir una comida abundante, llega la señal de saciedad que hace que se dejen de ingerir alimentos, pero a veces ese llamado llega tarde o ni llega, lo que lleva a los excesos.
¿Pero dónde se produce esa señal? Las neuronas encargadas de decir que la persona coma o pare de comer están ubicadas en el hipotálamo, región del cerebro que regula la temperatura corporal, la liberación de hormonas de la hipófisis y también conductas como la alimentación.
Según explicó el sitio Noticias Exactas, algunas de esas neuronas promueven la ingesta y otras la saciedad. Estas últimas expresan un gen conocido como Pomc (propiomelanocortina), que contiene la información para producir melanocortina, la hormona que avisa que hay que detener la ingesta. Tanto los ratones como los seres humanos que presentan mutaciones en el gen Pomc padecen de hiperfagia y de obesidad severa.
Ahora, un equipo de investigadores liderados por Marcelo Rubinstein, profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), identificó un gen maestro que regula a Pomc y sin el cual el circuito saciatorio no funciona.
“Se trata de un factor de transcripción, una proteína fundamental para que se pueda iniciar la transcripción de Pomc en las neuronas que la expresan normalmente para formar parte de este circuito saciatorio”, explicó Rubinstein.
“Se sabía que Pomc se expresa en esas neuronas del hipotálamo, lo que no se sabía es quién activa esa transcripción de manera tan selectiva y por qué sólo en esas neuronas y no en otras. Y nosotros, durante muchos años, nos concentramos en identificar las secuencias de ADN necesarias para que Pomc se exprese en ese lugar, y ahora pudimos descubrir quién utiliza esas secuencias para permitir la expresión de Pomc en esas neuronas”, agregó.
El factor de transcripción hallado se denomina ISL1, y su buen funcionamiento es indispensable para que las neuronas del hipotálamo produzcan Pomc y, a su vez, se fabrique la melanocortina. En diferentes experimentos, realizados con peces cebra transgénicos y con ratones mutantes, los investigadores observaron que la mutación en ISL1 interfiere en la expresión de Pomc en las neuronas del hipotálamo.
Según Rubinstein, la importancia de este trabajo reside en haber desentrañado un mecanismo fundamental del circuito de la saciedad. Pero, además, brinda un conocimiento relevante cuando se trata de identificar un problema de obesidad familiar, cuando se podría sospechar de una mutación.
“Si una familia se practica un análisis genético y se detecta que el gen de este factor de transcripción está mutado, es probable que los integrantes portadores de la mutación tengan un factor de riesgo mayor a desarrollar hiperfagia y obesidad. A pesar de que no hay curas contra ese tipo de situaciones, conocer que existe una mayor predisposición a desarrollar sobrepeso por una causa genética puede fortalecer en los individuos de esa familia la práctica de costumbres alimentarias, deportivas y sociales más saludables que las del promedio de la población”, concluyó el investigador.
Los primeros autores de este trabajo son Sofia Nasif y Flavio de Souza, investigadores del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular del Conicet.