Desde 2011, cuando cambió la normativa de compensaciones, ha aumentado este tipo de crímenes.
Un diario norteamericano definió el filme con tres simples palabras: “breve, crudo, brutal”. El mismo matutino afirmaba que parecía un documental sobre las terribles condiciones en las que se desarrolla la explotación de las minas de carbón de la provincia china de Shanxi, en el norte del país.
La aclamada primera película del director Li Yang, ganadora del Oso de Plata en el festival de Berlín de 2003, no se apartaba efectivamente de la dramática realidad que se registra en la explotación de estos yacimientos de China y en la ingente crisis de valores que sufre el país, como han alertado numerosos expertos.
Al igual que hacían los dos personajes sin escrúpulos que interpretaban los actores Li Yixiang y Yuan Shuangbao en la producción cinematográfica, las autoridades locales han inculpado a 74 obreros -entre ellos muchos mineros- del asesinato de al menos 17 de sus compañeros bajo una estremecedora confabulación en la que simulaban que las víctimas habían fallecido en accidentes de trabajo en los pozos de extracción para así embolsarse las indemnizaciones de la compañía.
Los acusados utilizaban a varios cómplices que se hacían pasar por familiares de los muertos y “los propietarios, que odian plantearse que su negocio se interrumpa con una larga investigación policial, solían aceptar a menudo” el pago de estas compensaciones, escribió este miércoles el diario Global Times.
El matutino indicó que el grupo había participado en este tipo de sucesos en minas de seis provincias, incluida la propia Shanxi, uno de los principales yacimientos del carbón local y donde se encuentra ambientada la cinta de Li Yang, prohibida en China.
Varios abogados citados por el periódico oficial no mostraron ninguna sorpresa ante este cruel crimen, que dijeron se ha repetido en incontables ocasiones en los últimos años.
Muchos crímenes ocultos
“Esto sólo es la punta del iceberg. La mayoría (de los asesinos) no han sido capturados y sus crímenes permanecen ocultos. Hay una enorme cantidad de casos como este en las minas chinas desde hace más de 20 años”, manifestó el defensor Sun Yong, de la firma capitalina Shouxin, que antaño se desempeñó también como minero.
El abogado explicó que estos terribles sucesos se suelen producir en minas privadas, donde los propietarios son conscientes de la “gran cantidad de dinero” que les puede suponer una indagatoria sobre el origen de la muerte de su empleado -normalmente un inmigrante de las zonas rurales- y por ello “suelen lidiar con el (supuesto) accidente sin hacer ruido”.
Para Hao Shengkai, otro legista especializado en el sector minero, algunos inmigrantes que encuentran empleo en esa industria suelen convencer a vecinos de sus remotas aldeas para que se enrolen en el mismo trabajo y después asesinarles “ya que así es más fácil presentarse como familiar de la víctima y borrar todas las huellas”.
En este sentido, otro medio local, Caixin, indicó que los presuntos asesinos capturados por la policía solían incinerar los cadáveres para dificultar cualquier indagatoria posterior. Las fuerzas de seguridad comenzaron a investigar este caso el año pasado cuando una de las víctimas sobrevivió al intento de homicidio.
La película de Li Yang estaba basada en la novela “Madera Mágica” del escritor Liu Qinbgang, que en su momento declaró a los medios de comunicación chinos que cuando empezó a escribir el libro en la década de los 90 ya tenía conocimiento de al menos 40 casos similares en todo el país, que habían provocado el homicidio de cerca de 60 mineros.
Grandes indemnizaciones
El letrado Sun Yong estimó que este tipo delito sigue en aumento desde 2011, el mismo año en el que las autoridades comenzaron a implementar una normativa que casi duplica las compensaciones y que ahora pueden rondar los 80.000 euros por fallecido.
“Con estas compensaciones la gente está más dispuesta a arriesgarse para extorsionar” a los propietarios y obtener ese dinero, añadió Sun.
Cuando Li Yang estrenó su filme reconoció que estos asesinatos eran producto de un vacío moral que se ha extendido a muchos sectores de la población china. “Algunos tienen ahora los valores de la mafia. No pueden conseguir dinero de forma normal y a violencia si paga”, declaró.
En 2015, tres hombres fueron condenados a la pena capital precisamente por haber acabado con la vida de sus compañeros de trabajo aplastándoles el cráneo con martillos, piedras y palas. Los medios locales han informado sobre sucesos similares en varias ocasiones en los últimos años.
“Escenas como las del Pozo Ciego se repiten una y otra vez en la vida real”, escribió el diario Chongqing Morning Post al referirse al caso de los 74 acusados.
China es el primer productor mundial de carbón pero ese sector se encuentra azotado por toda una miríada de casos de corrupción y accidentes mortales que antaño contaba las víctimas por miles. Las últimas estadística oficiales aseguran que los decesos anuales por percances diversos en esta industria no superan el millar.