Podría marcar una importante escalada en una serie de ataques marítimos en Oriente Próximo vinculados a la guerra entre Israel y Hamas.
Esto ya no son choques armados. Tampoco lo eran antes, cuando el destructor estadounidense Carney, asignado al grupo de combate del portaviones Gerald Ford, tuvo que interceptar quince misiles de crucero y varios drones lanzados contra Israel por las milicias hutíes de Yemen, armadas y financiadas por Irán. Ni el ataque la semana pasada contra el destructor estadounidense Mason con dos misiles. Pero lo de este domingo ya alcanzó un nuevo nivel.
Al menos tres barcos mercantes recibieron ayer el impacto de otros tantos misiles o drones hutíes, según informó el Mando Central de EEUU, que cubre la región militar que va de Egipto a Pakistán y Kazajistán. Ninguna de las naves sufrió desperfectos, según las autoridades militares estadounidense. Uno de ellos, el Unity Explorer, tiene armador británico; otro, es de propiedad japonesa; y el tercero, surcoreana. Los tres parecen haber sido alcanzados de refilón, sin sufrir daños materiales o humanos. En al menos uno de los casos, un dron hutí explotó sobre el barco. Las dos primeras embarcaciones son mercantes de carga a granel (bulk carrier), mientras que la tercera, coreana, es un petrolero.
El Carney interceptó varios drones y misiles, pero los hutíes parecen estar preparándose para lo que es la pesadilla de EEUU en la zona: un ataque masivo con misiles y drones que, aunque sean de baja tecnología, no pueden ser interceptados todos debido a su enorme número, tal y como sucedió con los bombardeos de Hamas sobre Israel el 7 de octubre.
Las acciones de los hutíes marcan así una escalada en su apoyo a Irán. Hasta ahora, su ataque más sonado había sido el apresamiento del mercante de transporte de automóviles Galaxy Leader, registrado por una empresa británica que es en parte propiedad del empresario israelí Abraham Ungar. El acto de piratería fue toda una acción al estilo James Bond, con los hutíes desembarcando en helicóptero en el enorme barco, que mide casi 200 metros de eslora (longitud) y tiene una tripulación de 52 personas, antes de llevarlo a un puerto bajo su control en Yemen. Todo el asalto fe grabado en vídeo y distribuido en redes sociales.
La estrategia hutí de expandir los ataques a todos los barcos que pasan por el Mar Rojo con independencia de su vinculación o no a Israel recuerda a la empleada por Irán en 1987 y 1988 en su guerra contra Irak. En aquellos años, Irak lanzó la llamada guerra contra los petroleros que iban a cargar crudo a Irán a los que atacaba con misiles franceses Exocet, con el objetivo de asfixiar económicamente a la República Islámica.
Ésta, que al igual que ahora no tenía acceso a las armas fabricadas por las grandes potencias, tuvo que recurrir a ataques con misiles de corto alcance y con lanchas patrulleras que actuaban contra todos los barcos que navegaban por el Golfo Pérsico, con independencia de su bandera o destino. En aquella ocasión, el hecho de que todo el Golfo Pérsico apoyara a Irak frente a Irán y de que los ataques hubieran sido iniciados por Bagdad daba al menos cierta cobertura a Irán, lo que no es el caso ahora con los hutíes.
La guerra de los petroleros concluyó con una intervención militar masiva de Estados Unidos en la que Irán perdió todas las batallas navales a las que se enfrentó. En esta ocasión, EEUU está jugando la baza de la cautela, y no ha atacado a los hutís, pese a que en el pasado sí lo ha hecho, por temor a desatar una escalada del conflicto y, también, por el rechazo de la opinión pública a una involucración más profunda en la guerra. En Siria e Irak, sin embargo, EEUU ha bombardeado en varias ocasiones a las milicias proiraníes – y, en ocasiones, a las unidades directamente iraníes – que hostigan a sus fuerzas desde que estalló la guerra en Gaza.