Francisco quiere acabar con los escándalos del Instituto para las Obras de Religión. Por tal motivo, llamó a una de las cuatro auditoras más importantes del mundo para que vigile las finanzas del Gobierno vaticano.
El Papa Francisco encargó a la auditora Ernst&Young, una de las cuatro más importantes del mundo, “la comprobación y el asesoramiento de las actividades económicas y los procesos de gestión” del Governatorato, el gobierno de la Ciudad del Vaticano.
A los viejos escándalos del IOR, mas conocido como el Banco del Vaticano, se han sumado en los últimos tiempos los del Governatorato, cuyas prácticas corruptas fueron denunciadas por monseñor Carlo Maria Viganò y filtradas entre la documentación robada a Benedicto XVI. También los del APSA, el servicio que administra el patrimonio inmobiliario de la Santa Sede, cuyo responsable, monseñor Nunzio Scarano, aún continúa en prisión tras intentar llevar desde Suiza a Italia 20 millones de euros a bordo de un jet privado.
Por tal motivo Francisco, decidió que el manejo del dinero del Vaticano sea observado por ojos ajenos: “la documentación con los resultados de la asesoría de Ernst & Young”, explica una nota de la Santa Sede, “servirá para proponer eventuales recomendaciones dirigidas a mejorar la eficiencia y la eficacia de los procesos económicos y administrativos del Governatorato“. En un documento que se filtró durante el escándalo de Vatileaks, Viganò pedía a Joseph Ratzinger respaldo para continuar su labor de limpieza, pero fue más fuerte la decisión del ex secretario de Estado, Tarcisio Bertone, de enviarlo lejos del Vaticano. Francisco publicó, además, el motu propio por el que aprueba el nuevo estatuto de la Autoridad de Información Financiera (AIF) para vigilar, prevenir y contrarrestar las potenciales actividades.