Los expertos recuerdan que la falta de actividad física incrementa severamentelos riesgos de padecer afecciones como la hipertensión, o la obesidad. Cuál es la cantidad de ejercicio recomendada para cada edad.
Uno de cada cuatro personas adultas no se mueven lo suficiente y esa proporción viene creciendo en los últimos años, según datos difundidos por la Organización Mundial de la Salud, que advirtió sobre los riesgos asociados al incremento del sedentarismo, entre los que se cuentan una mayor propensión a sufrir alta presión arterial, enfermedades cardiovasculares u obesidad.
Estos datos, que preocupan cada vez más a los expertos, adquieren una especial relevancia hoy, jornada en la que se conmemora el Día Mundial de la Actividad Física en un contexto en el que los nuevos estilos de vida ponen en jaque al movimiento y hacen que cada vez sea mayor el número de personas en el mundo que no se mueve lo suficiente.
Los datos surgen del último relevamiento a gran escala que realizó la organización Mundial de la Salud, del que se desprende que el 28% de la población (alrededor de 1,4 mil millones de personas) están físicamente inactivos.
La investigación fue oportunamente publicada por la revista The Lancet y compara datos de 2016 con otros de principios del siglo XXI, considerando la situación de 168 países y el resultado de 358 encuestas para la que fueron consultados 1,9 millones de participantes.
Entre los factores a los que los expertos atribuyen el crecimiento de la inactividad física entre los adultos se cuentan los cambios en los modos de vida, la influencia de las nuevas tecnologías y otras nuevas costumbres que hacen que la actividad física sea relegada en la agenda cotidiana y reservada en la vida adulta sobre todo a aquellos que disponen de tiempo y posibilidad de acceder a gimnasios y centros de entrenamiento.
Mientras tanto, la preocupación de los expertos se asocia a que la pérdida de actividad física se hace sentir rápidamente en cada organismo.
Un impacto muy rápido
En ese sentido, se observa que desde el día mismo en que se deja de hacer actividad física hay una repercusión negativa en la forma física, la masa muscular y el rendimiento general de cada individuo que se hace más sedentario.
Apenas una semana después de que una parsona deja la práctica de la actividad física, la capacidad de absorción de oxígeno (que genera energía para los músculos) se reduce en un 5% y entre dos y tres semanas más tarde, hasta un 12%.
Así lo indica el National Institute of Health que agrega que el rendimiento de la persona se verá afectado de manera directamente proporcional a esa pérdida en la capacidad de absorción de oxígeno: si para correr 5 kilómetros en momentos de plena actividad la persona necesitaba 20 minutos, después de un mes necesitará alrededor de tres minutos más para completar el mismo recorrido.
De este modo las células de los músculos se achican al tiempo que crecen las de grasa, lo que genera sensación de hinchazón y puede repercutir elevando los riesgos de presión alta, obesidad, enfermedades cardiovasculares y otros trastornos asociados al movimiento insuficiente.
Pero ahí no terminan los problemas: la inactividad física es además es el cuarto factor de riesgo en lo que respecta a la mortalidad mundial y es, además la principal causa de entre el 21 y el 25% de los cánceres de mama y colon , el 27% de los casos de diabetes y el 30% en los casos de cardiopatía isquémica.