El seis por ciento de los niños y jóvenes en Alemania, unos 680.000, son adictos a los videojuegos y a las redes sociales, el doble que antes de la pandemia de coronavirus.
Según un estudio de largo seguimiento, llevado a cabo por el Hospital Universitario de Hamburgo y la compañía de seguros DAK, la cantidad de niños y jóvenes que tienen una relación patológica con los videojuegos en línea y las redes sociales se ha duplicado desde 2019. Alrededor de 680.000 adolescentes juegan, chatean y publican durante casi cinco horas al día.
Andreas Storm, presidente de la DAK, habla de “resultados aterradores”: “Lamentablemente, la esperanza de que se frene el aumento del tiempo de uso y la adicción en los últimos años no se ha cumplido”.
No dejar de jugar ni para ir al baño
El psicólogo Kai Müller observa las consecuencias a diario. Es presidente de la Asociación contra la Adicción a los Medios y trabaja con adictos al juego en la Clínica Universitaria de Maguncia, es decir, con jóvenes que descuidan sus responsabilidades escolares y familiares, no puede apagar la pantalla y reaccionan con ansiedad y mucha ira. Además, se atrincheran en sus habitaciones y no tienen aficiones ni intereses. En casos extremos, se olvidan de comer y ponen un balde en su habitación para no tener que ir al baño.
Müller cree que la pandemia fue muy dura para los jóvenes. Los videojuegos y las redes sociales fueron “un consuelo para el alma”. “Cuando los medios atrapan en una fase de miedo, de decepción, de duda, entonces puede tener lugar una especie de condicionamiento emocional”, añadió el experto.
Pérdida total de control
La OMS reconoció en 2022 la adicción a los videojuegos como diagnóstico independiente. El psicólogo Kai Müller cree que uno de los tres síntomas que sufre la persona con adicción a los videojuegos o a internet, es la “pérdida de control”, el no poder tomar decisiones de manera libre.
El segundo es la priorización del videojuego: este lo domina todo. “El tercer criterio es continuar jugando, aunque los afectados noten que esto en realidad trae problemas, o que no es bueno para él”, explica Müller.
La percepción crece con la edad
“Cuando los jóvenes ven que el círculo de amigos, que antes jugaba mucho, se vuelca a otros ámbitos de la vida, por ejemplo, con la primera pareja, u otras aficiones que no tienen nada que ver con internet, pero ellos sí siguen jugando, entonces sucede algo en su interior y los afectados se preguntan: ‘¿Por qué no me está pasando eso a mí?’”:
Los jóvenes de 17 años, por ejemplo, se presentan en una clínica de adicción al juego en Maguncia y piden ayuda “cuando -y esta es una expresión con cierta frialdad- los afectados ya no ‘funcionan’ mentalmente, y tampoco en términos de rendimiento o a nivel social”, apuntó.
Adicción al juego, el problema más común
Los niños son mucho más propensos a volverse adictos a los juegos que las niñas. Müller asume que hay “un alto número de casos” que aún se desconocen.
El Ministerio Federal de Salud, por su parte, ha encargado campañas educativas enfocadas, sobre todo, en el uso excesivo de las redes sociales.
La adicción puede durar mucho tiempo
En cualquier caso, cuanto antes intervengan médicos y psicólogos, mejor se podrá tratar la adicción. “Bueno, también tenemos pacientes que tenían síntomas de adicción cuando eran jóvenes, pero que luego acudieron a tratamiento, por primera vez, como adultos jóvenes, algunos de los cuales también fueron tratados como pacientes hospitalizados con 30 años o más, porque simplemente no encontraban salida a su situación”.
Pero conseguir un lugar especializado para hacer terapia es cada vez más difícil en Alemania. En Maguncia, por ejemplo, hay que esperar tres meses entre el registro telefónico y la primera cita con un psicoterapeuta. Estos también insisten en que los padres deben establecer límites constantemente a sus hijos con respecto a las ofertas de entretenimiento digital, sobre todo, a los niños más pequeños.