El fuego alcanzó varias viviendas del adinerado barrio, incluida una mansión de 30 millones de dólares del magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch.
Al menos cuatro grandes incendios en el sur de California continúan ardiendo y dejando destrucción a su paso. Después de más de 100,000 acres consumidos en tres condados durante tres días activos, no dan tregua y por el contrario las autoridades se preparan para lo peor este jueves debido a un factor que tiene mucho que ver en esta emergencia: los llamados vientos de Santa Ana (o vientos Santana).
Según Michael Gallager, bombero con 31 años de experiencia, los de Santa Ana son vientos extremadamente secos que son característicos del sur de California y norte de Baja California durante el otoño y el inicio del invierno, es decir, justo en este momento.
Estos se originan al este de California en las áreas desérticas de la Gran Cuenca y desde allí viajan hacia el oeste como vientos cálidos y secos.
Mientras van en ruta de este a oeste, estos vientos cálidos se encuentran con las cimas de las montañas que están antes de llegar a la costa de California y, por la compresión del aire, mientras que descienden de ellas, se convierten en una masa de aire más caliente y más seca todavía. Pero además, también adquieren más velocidad, lo que finalmente contribuye a favorecer más incendios violentos y dispersos, como explicó Robert Molleda, experto del Centro Nacional de Huracanes y NOAA.
“Los vientos de Santa Ana pueden viajar a entre 40 y 70 millas por hora y porque son cálidos, secos y viajan con tal velocidad es que esas características hacen que tengan un efecto devastador en los incendios”, recalca Gallager, quien durante muchos años estuvo a cargo de su propia cuadrilla de bomberos.
Según él, además de calentar el aire, estos vientos son muy eficientes en dispersar el fuego porque empujan y esparcen las brasas encendidas, lo que genera nuevos fuegos.
Las personas no siempre lo tiene tan claro, pero las brasas son particularmente problemáticas pues son capaces de viajar muy largas distancias en muy corto tiempo y provocando fuegos en otras estructuras. Por ejemplo, las brasas tienen la habilidad de colarse en los respiraderos del ático, debajo de los aleros o en los techos de las casas, lo que provoca más incendios estructurales en sitios en apariencia lejanos a los incendios activos.
“Muchos, si no la mayoría, de los hogares que se queman en incendios como los que estamos experimentando en este momento no son tomados por una pared de fuego, sino que se queman desde adentro hacia afuera, comenzados por brasas que buscan su camino hacia un ático”, alerta el bombero californiano.
El Servicio Meteorológico Nacional aseguró que durante al menos los próximos tres días en la zona habrá ráfagas de viento de al menos 50 mph.
California registró 600 incendios forestales más en 2016 que en 2015 y este año también ha sido catastrófico. Estos incendios llegan al final de un año que ya pasaría a los registros como el de incendios más destructivos en California. En octubre, murieron 44 personas y más de 10,000 edificaciones quedaron destruidas por una oleada de incendios que ardió durante días en el norte del estado, en la zona vinícola de Sonoma y Napa.
California: una caja de fósforos
Según Gallager, hay muchas variables que suman para este mortífero incendio. La primera incluso data de hace muchos años, cuando se permitió construir hogares en la parte más profunda de la interfaz salvaje, es decir, muy cerca de los tupidos bosques primarios.
“La ecología natural de California dicta que debe haber incendios y que son incendios sanos, ya que le permiten al bosque eliminar la vegetación muerta y moribunda para dar lugar a nuevos brotes. Pero como vivimos tan cerca, hemos alterado esa ecología porque no podemos permitir que los incendios quemen los hogares”, explica.
Entonces viene la segunda y tercera razón: el crecimiento de la vegetación de esos bosques llega a ser tan espeso, viejo y enfermo que cuando comienzan los incendios son realmente muy difíciles de controlar, según advierte este experto.
Y entonces, añade que la sequía también hace los árboles más vulnerables a escarabajos que los debilitan y casi matan. “El de California es un bosque moribundo y seco: apenas listo para quemarse”.