El primer ministro australiano cuestionó las capacidades de los navíos galos, después de romperse el acuerdo entre ambos países.
Un nuevo capítulo sumó este domingo el incipiente conflicto internacional que tiene por un lado a Francia y por otro a Australia, Estados Unidos y Gran Bretaña, que conformaron un pacto trilateral de defensa, en el marco de una virtual carrera armamentística que tendría como principal oponente a China.
El nuevo tratado, entre otras cuestiones, modificó la decisión del país oceánico de adquirir submarinos convencionales de origen francés, que serán reemplazados por buques nucleares provistos por sus nuevos aliados.
En ese marco, el primer ministro australiano, Scott Morrison, reconoció este domingo que su gobierno dudaba de la efectividad de los submarinos franceses, aún antes de romper el acuerdo de compra.
“Creo que tenían todas las razones para saber que teníamos profundas y graves reservas sobre el hecho de que las capacidades del submarino de clase Attack no respondían a nuestros intereses estratégicos y dejamos muy claro que tomaríamos una decisión en función de nuestro interés estratégico nacional”, manifestó en una rueda de prensa que protagonizó en Sidney.
En paralelo, Morrison dijo que entendía la “decepción” del gobierno francés, pero destacó que había planteado problemas con el acuerdo “hace algunos meses”, al igual que otros ministros del gobierno australiano.
Señaló, además, que hubiera sido una “negligencia” seguir adelante con el contrato, a pesar de que los servicios de inteligencia y de defensa de Australia le habían aconsejado que iría en contra de los intereses estratégicos del país. “No me arrepiento de la decisión de anteponer el interés nacional de Australia. Nunca me arrepentiré”, aseveró.
En la misma línea se mostró el ministro de Defensa, Peter Dutto. En declaraciones a Sky News Australia indicó que su gobierno había sido “franco, abierto y honesto” con Francia acerca de sus preocupaciones sobre el acuerdo, que estaba por encima del presupuesto y con años de retraso.
El enojo de Francia
En Francia no ocultaron su malestar por esta situación. De hecho, su canciller, Jean Yves Le Drian, anunció el viernes un llamado inmediato “por consultas” a sus embajadores en Washington y Canberra. También acusó a Australia y a Estados Unidos de mentir sobre la ruptura del contrato, al tiempo que habló de “grave crisis” entre aliados.
También consideró que se trató de “una traición” y condenó a la Casa Blanca por la sorpresa. Describió la situación “como un acuerdo negociado secretamente para dejar a Francia fuera de la región” y favorecer un “eje anglosajón” para confrontar a China.
Las negociaciones por los submarinos se habían desarrollado bajo el gobierno de Francois Hollande entre el 2014 y el 2016, por el entonces ministro de defensa Le Drian.
Australia retiró el acuerdo de 90.000 millones de dólares australianos (65.000 millones de dólares, 56.000 millones de euros) para la compra de submarinos franceses, en favor de buques de propulsión nuclear cuya obtención se facilitará a través del acuerdo denominado el acuerdo AUKUS (por las siglas en inglés de los socios).
Según creen en ese país oceánico, los submarinos propulsados por energía nuclear permanecen bajo el agua por mayor tiempo, se mueven más rápido y son considerados casi “imposibles de descubrir” por los expertos de la marina.
La defensa del Reino Unido
La nueva ministra británica de Exteriores, Liz Truss, defendió este domingo el acuerdo con Estados Unidos y Australia, al afirmar que demuestra el compromiso de su país con la estabilidad en la región Indopacífico.
En un artículo publicado hoy en el dominical “The Sunday Telegraph”, Truss no hizo referencia específica a Francia pero resaltó la rapidez de su país para ser decisivo a la hora de defender sus intereses.
“Las libertadas necesitan ser defendidas, así que también estamos construyendo fuertes lazos de seguridad alrededor del mundo”, señaló Truss, que fue nombrada en su cargo el pasado miércoles.
Truss, ex titular de Comercio Internacional, subrayó la importancia de “construir coaliciones” basadas en “valores e intereses compartidos” y apuntó que el pacto ayudará a la seguridad del Reino Unido.
La nueva alianza
En una declaración conjunta, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y los primeros ministros de Gran Bretaña, Boris Johnson, y Australia, Morrison, dijeron en la noche del jueves que buscaban aprovechar “la experiencia de EE.UU. y el Reino Unido”, apoyándose en “los programas de submarinos de los dos países”, con el objetivo de “llevar la capacidad australiana a servicio en la fecha más temprana posible”.
El pacto se produjo en momentos en que se profundiza el antagonismo entre Estados Unidos y China, con Biden buscando arrastrar a los aliados a una postura más sólida durante la reunión de la OTAN en junio. De hecho, las conversaciones secretas con Australia, EE.UU. y Gran Bretaña concluyeron allí.
Esto no haría otra cosa que crear más fricciones entre China, que invirtió miles de millones en su armada y se está volviendo más agresiva en la región, y Occidente.