“No habrá exportación de plásticos, papel y vidrio a otros países pues corremos el riesgo de que luego floten en nuestros océanos”, ha indicado el primer ministro australiano.
La preocupación por la acumulación de residuos plásticos en los océanos ha llegado a Australia. El primer ministro, Scott Morrison, ha indicado que su país va a prohibir la exportación de residuos reciclables “tan pronto como se pueda”.
En unas declaraciones de las que se hace eco el diario The Guardian, Morrison se ha mostrado firme: “No habrá exportación de plásticos, papel y vidrio a otros países pues corremos el riesgo de que luego floten en nuestros océanos”. Aparte del impacto ecológico de deshacerse de este tipo de elementos, que son destinados a otros países más pobres con el fin de que actúen como “basureros”, también hay un importante coste económico.
El año pasado, Australia se gastó 2.800 millones de dólares en exportar casi 4,5 millones de toneladas de residuos, la mayoría con destino a Vietnam, Indonesia y China. Este último país ha expresado en los últimos tiempos que dejará de importar este tipo de residuos reciclables, con lo que la oferta de “países basureros” se reduce.
Países basurero
Los países más pobres del planeta están recibiendo grandes cantidades de basura por parte de las grandes economías a cambio de una prestación económica. Estos países, con una mano de obra muy barata, consiguen hacer negocio de la separación de lo útil y de lo prescindible, obteniendo materia prima para la realización de nuevos productos.
No obstante, en este tipo de países las regulaciones en materia medioambiental son más bien laxas y los residuos, que están mezclados con los productos reciclados que reciben de las economías boyantes, acaban quemados o en ríos y océanos, aumentando la contaminación de los mismos.
Así, las palabras de Morrison tienen todo el sentido del mundo y abren un debate sobre el reciclaje en la sociedad y en las empresas australianas. Por eso, desde el ejecutivo se va a apostar por políticas que primen que los desechos puedan reutilizarse dentro del país para la construcción de ferrocarriles o carreteras, entre otros.