El jeque Mohamed Bin Zayed les anima a que estudien ingenierías y ciencias para asegurar el futuro del país.
“Se han acabado los trabajos cómodos en la administración”. Así de franco se mostró hace unos días el ministro de Exteriores de Emiratos Árabes Unidos (EAU), el jeque Abdullah Bin Zayed, ante casi 3.000 universitarios de su país. El foro, convocado por su hermano, el jeque Mohamed Bin Zayed, presidente in péctore de la federación, buscaba interesar a las nuevas generaciones de emiratíes en las ciencias, la tecnología y la innovación. Dada la peculiar estructura demográfica de EAU, donde la población local apenas alcanza el 15 % de sus 9,5 millones de habitantes, no se trata sólo de orientar vocaciones, sino de asegurar el futuro.
En EAU, como en el resto de las monarquías de la península Arábiga, un empleo en el sector público ha sido percibido como un derecho socio-económico desde el descubrimiento del petróleo. Formaba parte del mismo paquete que el generoso estado de bienestar obtenido a cambio de no cuestionar el sistema político. Ahora la caída del precio del petróleo y la revolución tecnológica están poniendo patas arriba ese estado de cosas. Los dirigentes emiratíes han comprendido que empoderar a los jóvenes (dos tercios de los nacionales) es clave para la estabilidad.
“Vosotros sois la verdadera riqueza, no los tres millones de barriles de petróleo [que EAU extrae a diario]”, les dijo a los universitarios el jeque Mohamed Bin Zayed, quien en cuanto heredero del emirato de Abu Dhabi, el mayor de EAU, gobierna el país desde que el presidente Jalifa Bin Zayed sufriera un derrame cerebral en 2014. “Sois mejores que nosotros y tenéis que superarnos”, les retó antes de animarles a hacerse competitivos a nivel global y adquirir la formación que el país necesita para el día de mañana.
A pesar de contar con varios millones de trabajadores extranjeros, el desempleo entre los emiratíes ronda el 25 %. El Gobierno promueve políticas de emiratización con cuotas para los nacionales en el sector privado, donde apenas trabajan 30.000 emiratíes. Sin embargo, muchos se muestran renuentes a aceptar esos empleos porque están peor pagados, dan menos días libres y ofrecen menor seguridad. Los gobernantes quieren que los jóvenes cambien su forma de pensar y acepten el esfuerzo requerido para abordar ese reto. Su mensaje es que las ingenierías, las ciencias y las matemáticas les abren las puertas a trabajos punteros.
No son sólo palabras. EAU dedica un 20 % del presupuesto federal a la educación de sus nacionales, según señaló el ministro de Estado de Educación Superior, Ahmed Belhoul. El objetivo de lograr una mano de obra altamente cualificada no se circunscribe a los hombres. Existe una voluntad declarada de incorporar a la mujer como pusieron de relieve varias de las ingenieras y altas funcionarias que dirigieron talleres y encuentros temáticos.
En el auditorio, las chicas superaban a los chicos. El negro de las abayas (las capas con las que se cubren ellas) ocupaba las primeras filas y el lateral izquierdo. Ellos, con sus túnicas de blanco impoluto, se situaban detrás, a la derecha. Tampoco se mezclaban en los talleres organizados por las empresas o en la cafetería. Sin embargo, todos utilizaban con igual entusiasmo el móvil para captar imágenes de sus dirigentes.
“Es más fácil para ellos”, confía Mozah, una estudiante de ingeniería eléctrica de 21 años. Pone de ejemplo las becas que ofrecen algunas empresas. “No cogen a mujeres porque se trata de trabajo en factorías”, asegura. Ella estaría dispuesta a aceptarlo. “El problema son nuestras familias. No saben qué hacer. La vida ha cambiado, pero las familias te cierran el camino”, añade.
A su lado, Maitha Almazrouei, de 20 años, que estudia técnico en administración de empresas, incide en lo que denomina “dificultades culturales y sociales”. “Si queremos estudiar en el extranjero o asistir a universidades mixtas, por ejemplo, para nosotras no representa ningún problema, sin embargo nuestros padres son difíciles de convencer. Temo que esto limite mis posibilidades profesionales en el futuro”, manifiesta.
Frente a estas inquietudes, las preocupaciones de tres amigos que estudian ingeniería técnica aeronáutica en la Politécnica de Abu Dhabi se centran en “la dificultad de acceso a la vivienda y la creciente carestía de la vida” (Said, 21 años), la necesidad de tener una segunda fuente de ingresos (Ahmad al Hamdi, 20) o “encontrar un trabajo fuera del ámbito militar” (Mohamed Abdullah, 19). Aceptan que tendrán que trabajar duro, tal como les ha advertido el ministro de Exteriores.
“Nosotras tenemos mayor potencial que los chicos. Ellos sólo aspiran a graduarse y tener rápidamente trabajo para mantener una familia. Nuestro objetivo es conseguir másteres y doctorados”, subraya Mozah.
Todos, chicos y chicas, se declaran sorprendidos de las posibilidades que les ha presentado el foro, aunque a Nada Almazrouei, estudiante de Relaciones Internacionales de 22 años, le hubiera gustado que no se centrara sólo en la tecnología e incluyera también las ciencias sociales. De momento, dos tercios de los estudiantes emiratíes siguen haciendo prácticas en el sector público, 17 % en empresas mixtas, y solo 15 % en el privado, según datos del Ministerio de Educación Superior.