En un fallo histórico, el máximo tribunal alemán ha declarado inconstitucional un artículo del Código Penal que prohibía el suicidio asistido.
“Quiero ponerle fin si el dolor se vuelve insoportable”, dice Melanie S., de 63 años, al doctor Lukas Radbruch del Hospital Universitario de Bonn, también presidente de la Asociación Alemana de Medicina Paliativa desde 2014. La mujer padece un cáncer de pulmón terminal y tiene miedo de perder en cualquier momento la habilidad de tragar, con lo que podría ahogarse siendo plenamente consciente. Es esto lo que ha llevado a Melanie S. a considerar el suicidio asistido.
El artículo 217 del Código Penal alemán prohíbe esta práctica. La ley fue aprobada en 2017 por el Bundestag con el objetivo de evitar que asociaciones o individuos convirtiesen la eutanasia en una suerte de negocio. La pena es de hasta tres años de cárcel o una multa.
Los expertos han estado discutiendo fervientemente estos años sobre si la ley también penaliza las consultas o, por ejemplo, la simple mención de que uno puede poner fin a su propia vida renunciando a comer.
Irse al extranjero para acceder al suicidio asistido
Como resultado, los individuos que hasta 2015 habían estado facilitando el suicidio asistido dejaron de hacerlo. Y los médicos y demás personal sanitario de los hospicios se asustaron hasta el punto de dejar de hablar con los pacientes sobre esta posibilidad. Eso ha hecho que muchos enfermos terminales viajaran a Suiza o Países Bajos, donde incluso el suicidio asistido a manos de un tercero es legal.
Quienes sin embargo se encontraban en un estado de debilidad extremo o no tenían los medios económicos para financiarse este viaje se veían obligados a pedir a miembros de su familia que les ayudasen a poner fin a su sufrimiento. Los familiares que accedieron a este último deseo no han sido procesados. Pero, ¿quién querría imponer esta carga a un pariente cercano o a sus seres queridos?
Muchos enfermos terminales estaban profundamente insatisfechos con esta situación legal. Junto con un grupo de profesionales de la medicina, llevaron el artículo 217 ante el más alto tribunal de Alemania. Wolfgang Putz, experto en ética médica, dijo a DW que la coyuntura legal actual es insostenible y debe ser reformada: “Las Iglesias protestante y católica de Alemania todavía ejercen una influencia significativa sobre nuestros responsables políticos, pese a que vivamos en un Estados secular”.
Las Iglesias protestante y católica rechazan todas las formas del suicidio asistido. Es por ello que Putz aplaude que el máximo tribunal, la autoridad legal suprema del país, reformule el derecho constitucionalmente garantizado a la autodeterminación de cada persona al término de su vida.
El potencial de los cuidados paliativos
El presidente de la Asociación Alemana de Cuidados Paliativos, Lukas Radbruch, sabe que es esencial empatizar con los pacientes que están considerando el suicidio asistido y escucharlos cuidadosamente. En su experiencia, cuando alguien pregunta por esta posibilidad, es a menudo un grito de ayuda para poner fin al sufrimiento propio. Cuando se les sugiere la posibilidad de sedantes analgésicos, los pacientes en estado terminal generalmente optan por ella.
Pero también advierte que “si el Tribunal Constitucional decide desechar el artículo 217, esto podría envalentonar a quienes ayudan a la gente a suicidarse y esto podría ser una evolución peligrosa para la sociedad”. Teme que muchos enfermos terminales elijan el suicidio asistido para no convertirse en una carga para nadie. Y subraya que nadie debería ser nunca presionado para dar ese paso. En su opinión, el suicidio asistido debería ser siempre el último recurso.
¿Qué ha decidido el máximo tribunal de Alemania?
El Tribunal Constitucional alemán determinó este 26 de febrero que el artículo 217 es incompatible con la Constitución, haciendo el suicidio asistido posible en Alemania de nuevo. Los médicos podrán aconsejar a los pacientes sobre esta opción y proveerles de medicamentos letales, aunque no administrárselos.
La corte dijo que los individuos tienen derecho al suicidio “autodeterminado”, incluyendo la libertad de quitarse a uno mismo la vida y de recurrir a servicios organizados ofrecidos por terceros.
Uwe-Christian Arnold fue uno de los principales defensores del suicidio asistido en Alemania. Su activismo comenzó a mediados de la década de los noventa. Este urólogo berlinés, que murió en abril del año pasado, llegó a acusar a los diputados alemanes y a los responsables sanitarios de tener una mentalidad pre-Ilustración al preguntarles: “¿Cómo puede alguien que nunca ha padecido una enfermedad seria ser tan insolente como para juzgar si a alguien le vale la pena seguir viviendo?”.
Estaba convencido de que los enfermos terminales mentalmente sanos y con una conciencia autónoma deberían poder elegir si quieren acabar sus vidas dignamente. El rol de Arnold en asistir a otras personas que querían suicidarse, no obstante, significaba violar constantemente el juramento hipocrático y, por tanto, arriesgarse a perder su licencia médica.
Arnold fue llevado en varias ocasiones ante los tribunales por facilitar el suicidio asistido, pero siempre fue absuelto. Dijo haber ayudado a más de un centener de personas en todo el país a quitarse la vida, aunque solo después de haber examinado con profundidad su habilidad mental para tomar esta decisión.
Arnold fue uno de los demandantes que pidieron al máximo tribunal alemán revisar la legalidad del artículo 217. El presidente de la Corte Constitucional de Alemania, Andreas Vosskuhle, había pedido a Arnold que compareciese para saber en qué situaciones vitales llegaban los pacientes a expresar este deseo de morir por suicidio asistido, y cómo los médicos lidiaban con tales deseos. Pero Arnold, que tenía un cáncer de médula ósea, murió antes de poder hablar ante el tribunal.
Al abogado de Arnold se le permitió leer un comunicado del difunto doctor. El médico nunca tuvo la expectativa de que el artículo 217 fuese declarado inconstitucional. Pero eso es lo que ha pasado este 26 de febrero. El fallo le concederá a Arnold su último deseo, no porque ya a hacer más fácil el negocio de morir, ni porque vaya a fomentar el suicidio, sino porque aliviará el sufrimiento de innumerables personas.