Azerbaiyán exporta gas a Siria y abre un nuevo mapa energético en Medio Oriente

El gas de Azerbaiyán llegó a Siria y de este modo Ilham Aliyev logra su tercer comprador en Medio Oriente –tras Israel y Turquía– y el número 14 a nivel mundial. Los países europeos engrosan esta lista desde que Bruselas decidió alejarse de la dependencia del gas ruso y firmar un acuerdo para duplicar el suministro de gas natural azerí hasta los 20.000 millones de metros cúbicos anuales en 2027. ¿Qué está en juego?

El pasado 2 de agosto, la ciudad turca de Kilis fue escenario de una ceremonia que marca un antes y un después en la geopolítica energética de Medio Oriente.

Con la presencia de altos funcionarios de Azerbaiyán, Turquía, Siria y Qatar, se celebró el inicio de las exportaciones de gas natural azerbaiyano hacia Siria, a través de territorio turco y con el financiamiento del Fondo Qatarí para el Desarrollo.

El nuevo liderazgo sirio, encabezado por Ahmed al-Sharaa, considera este gasoducto un pilar para la estabilización y la recuperación económica tras más de una década de conflicto armado, sanciones internacionales y crisis humanitaria.

Este acuerdo se despliega como un respiro para una Siria devastada por la guerra y reconfigura el tablero tradicional, desplazando a actores como Irán y Rusia, mientras consolida una alianza estratégica entre Bakú, Ankara y Doha.

La energía, que no ha dejado de ser protagonista geopolítica, esta vez saca la cara mediante el acuerdo de intercambio entre la empresa estatal azerbaiyana SOCAR y el Gobierno turco.

Desde la estación de medición de Yavuzlu, el gas es bombeado hacia Siria, con una capacidad estimada de seis millones de metros cúbicos diarios, equivalente a unos 2.000 millones de metros cúbicos anuales. El volumen inicial de suministro es de 3,4 millones de metros cúbicos diarios, lo que ya permite generar entre 750 y 900 megavatios.

En este escenario Turquía aparece como la protagonista de la reconstrucción de Siria, especialmente en el ámbito energético. Su participación en la distribución de gas refuerza su rol como actor central en el rediseño del poder regional.

Sergei Melkonian, investigador asociado a Applied Policy Research Institute of Armenia (APRI), asegura a France 24 que Ankara contribuye a reforzar la legitimidad interna del nuevo régimen mediante la recuperación económica de Siria.

“En este contexto, externalizar parte de la tarea a un aliado estratégico resulta sumamente relevante. Las entregas previstas de 1.200 millones de metros cúbicos anuales por parte de Azerbaiyán podrían facilitar la consecución de este ambicioso objetivo”, indica el especialista.

La promesa de una nueva Siria con electricidad
Según el ministro de Energía sirio, Mohammed Al-Bashir, este gasoducto cubrirá las necesidades eléctricas de cinco millones de hogares. Más allá de los anuncios oficiales, la implementación efectiva será el verdadero termómetro del éxito de este megaproyecto energético.

Layla Darwish, habitante de Alepo, expresa su escepticismo en torno a las promesas oficiales, aunque revela cierta esperanza: “Dicen que vamos a tener cinco horas más de luz durante el día y cinco horas en la noche desde el 10 de agosto. Hoy apenas tenemos cuatro o cinco”.

Layla permaneció durante todos los años de hostilidades en su ciudad natal, con la excepción de seis meses en 2017 en los que se refugió en el Líbano junto a sus familiares.

A pesar de que hace ya algunos días que se anunció el abastecimiento de gas azerbaiyano, Layla aún no ha notado la diferencia.

El director de comunicaciones del Ministerio de Energía sirio, Ahmed al-Sulaiman, explicó que se requerían unos días para que el sistema comience a funcionar, ya que las tuberías estaban vacías y recién se comenzaría a bombear gas hacia las centrales generadoras de Alepo, Jandar en Homs y Deir Ali en la zona rural de Damasco.

“Si Dios quiere, esta cantidad llegará a las centrales y comenzará a generar electricidad. En ese momento, la gente notará la diferencia en el horario de funcionamiento”, afirma al-Sulaiman.

Santiago Montag es un periodista argentino radicado en Siria. Considera que la diferencia en el abastecimiento se producirá lentamente debido a la gran cantidad de infraestructura dañada.

A raíz de sus exploraciones por el territorio del país, asegura que regiones completas que no tienen líneas eléctricas y han recurrido a herramientas como baterías o paneles solares. Recientemente, el periodista se mudó a Damasco desde Jaramana -al sur sirio-, donde el abastecimiento eléctrico apenas cumplía las tres horas diarias.

Montag asume que el líder del nuevo régimen, Al-Sharaa, enfrenta el desafío de consolidarse y reconstruir económicamente al país.

“Hacen muchos anuncios para mostrar que tienen buenas relaciones, que se instalan internacionalmente y así, lograr legitimidad interna y externa”, menciona el periodista, subrayando que el fin del gobierno es encontrar apoyo y generar expectativas en la población.

David Akopyan, exrepresentante del PNUD en Siria, sostuvo en diálogo con France 24 que “la energía se ha convertido en un instrumento clave para estabilizar el país. El suministro de gas permite vislumbrar cierta esperanza para la población. Para Siria, reactivar el sistema eléctrico representa una transformación vital”.

En el plano social, Benjamin Fève, analista senior de Karam Shaar Advisory, una consultora especializada en economía y política siria, indica que es difícil evaluar la opinión pública en Siria, aunque la perspectiva dependerá de si la población llega a percibir el acuerdo como beneficioso o explotador.

“Diría que el sirio promedio no tiene una opinión muy clara sobre Azerbaiyán. La relación bilateral no es especialmente prominente en el discurso público. Si el acuerdo resulta en mejoras tangibles, como un suministro eléctrico más estable, probablemente será bien recibido, independientemente de sus implicaciones políticas”, asegura.

Azerbaiyán: expansión energética
El doctor en Ciencias Políticas y experto en seguridad energética, Vahe Davtyan, analiza la formación de un “triángulo geoestratégico” con sede en Ankara, Bakú y Doha.

Según el experto, esta alianza tiene al menos dos efectos clave: “Por un lado, desplaza a Rusia del sistema energético sirio, y por otro, abre la puerta para que Azerbaiyán acceda al Gasoducto Árabe y exporte gas a Israel”.

Este giro fortalece la diplomacia energética de Bakú, que ya suministra entre el 40 y el 50 % del petróleo israelí y recientemente adquirió el 10 % del yacimiento Tamar, una de las principales fuentes de gas en Israel. Davtyan lo resume así: “Siria puede ser un enlace bastante eficaz para la diplomacia energética de Bakú en Medio Oriente”.

Según Akopyan, Azerbaiyán no toma esta decisión por motivos económicos. “Lo que está haciendo es jugar un papel político importante en Medio Oriente y apoyar a Turquía, su principal aliado, en un terreno tan sensible como es Siria”, indica.

Por su parte, Melkonian también advierte que esta expansión no está exenta de riesgos: “Aliyev consolida poder más rápido de lo que crecen las capacidades reales del país. Además, Azerbaiyán enfrenta problemas internos serios, como el estancamiento económico”.

De acuerdo con el especialista, el país caucásico ha convertido la cooperación energética en capital político.

“No existe tal necesidad en el caso de Siria: el principal proveedor del país es su aliado estratégico, Turquía. Además, el régimen actual de Damasco no tiene una visión cercana al régimen laico gobernante en Bakú”, asegura Melkonian.

Sin embargo, la medida podría fortalecer el papel mediador de Azerbaiyán en el proceso de normalización entre Israel y Siria e Israel y Turquía. “Para Bakú, es importante que los dos aliados estratégicos no se encuentren en un estado de confrontación, especialmente en territorio sirio”, remarca el politólogo.

Para Fève, “este tipo de cooperación energética puede no ser suficiente por sí sola para lograr la reintegración política de Siria en la región, pero sin duda es parte de una tendencia más amplia”.

Asimismo, sostiene que el impacto económico del acuerdo puede ser profundo: “La electricidad confiable permite la producción local, estimula la industria y crea condiciones para atraer inversión. Aunque no es la causa de la reintegración, es una clara señal de que Siria está volviendo al tablero”.

El experto Fève hace referencia a otro actor clave en este escenario: Qatar. Según el especialista en cuestiones sitias, el apoyo financiero de Doha —a través del Qatar Fund for Development— es lo que realmente permite que el proyecto funcione. “Qatar se comprometió a pagar los 540 millones de dólares anuales que costará este gas. Eso le otorga una influencia significativa dentro de Siria. En cualquier momento, podría retirar su apoyo”, advierte.

Por su parte, Melkonian estima que, aunque la viabilidad de estos proyectos dependerá de la evolución política en el país, el apoyo qatarí permite pensar en la posible reactivación del antiguo proyecto del gasoducto Qatar-Turquía.

“La participación activa de Qatar podría ser un indicador de una posible mayor competencia entre los Estados árabes del Golfo por la esfera de influencia en Siria”, analiza Melkonian.

¿Y Rusia e Irán?
El avance del eje Turquía-Azerbaiyán-Qatar implica un retroceso significativo para Irán y Rusia, tradicionalmente dominantes en la región.

Moscú, que había firmado en 2018 un acuerdo con Damasco para la explotación exclusiva de recursos energéticos, queda ahora excluido del nuevo sistema. A esto se suma la creciente presencia militar turca en Latakia, donde Rusia tenía su bastión en el Mediterráneo.

“Hoy en día es imposible hablar del papel de Irán y Rusia en Siria. Ambos están al margen del proceso de reformateo del país”, afirma Melkonian, y agrega: “Moscú solo puede aspirar a mantener algunas bases militares que le garanticen acceso al mar Mediterráneo, pero carece de aliados reales sobre el terreno”.

Davtyan, por su parte, advierte que “la formación del triángulo energético Turquía-Azerbaiyán-Israel también podría estar dirigida contra Irán, que pretendía exportar gas a Siria”.

A su juicio, el nuevo corredor logístico se ajusta al llamado “método anaconda” de Mehen que busca aislar a Teherán mediante rutas alternativas y presencia militar en su periferia.

Zangezur: el corredor que amenaza con dividir el Cáucaso
Aunque el acuerdo energético no involucra al Cáucaso Sur, sus repercusiones alcanzan la región. En este sentido, el “Corredor de Zangezur” —una propuesta impulsada por Azerbaiyán tras la guerra de Nagorno Karabaj de 2020 contra la parte armenia— aparece como un punto clave.

El presidente azerbaiyano insiste en el establecimiento de una vía de tránsito terrestre que conecte su territorio principal con la región autónoma de Najicheván, atravesando la provincia de Syunik –al sur de Armenia- sin control fronterizo armenio. Por el momento, Armenia rechaza esta propuesta por considerarlo una amenaza a su soberanía.

Davtyan subraya que el fortalecimiento de Azerbaiyán como proveedor energético consolidará su presión internacional para abrir este corredor. “Aliyev plantea que Zangezur no solo conecta con Najicheván y Turquía, sino que puede servir como vía de exportación energética hacia Europa. Cuanto más se posicione Azerbaiyán como proveedor confiable, más fuerza ganará esta narrativa”.

El experto en seguridad energética insiste en que este corredor podría convertirse en una herramienta para debilitar la influencia de Irán y Rusia en el Cáucaso Sur, afectando directamente la seguridad nacional de Armenia.

“Junto con el Corredor David y el Canal Ben Gurión, Zangezur paralizaría el sistema de transporte iraní. El Corredor David ataca a Irán desde el oeste, asegurando la salida de Israel del Kurdistán iraquí; el Canal Ben Gurión reduce significativamente la dependencia de los países del Golfo del Estrecho de Ormuz, actualmente controlado por Irán; y el Corredor Zangezur dificulta la comunicación Norte-Sur entre Rusia, Irán e India”, explica Davtyan.

Más allá de las implicancias técnicas y diplomáticas, la clave estará en la capacidad de los actores involucrados para sostener sus compromisos más allá de los gestos inaugurales, y en la manera en que las sociedades afectadas lo consideren como imposiciones externas u oportunidades reales de recuperación.

En esa tensión se jugará buena parte del futuro político de Siria y del equilibrio en un Medio Oriente que, evidentemente, ya no responde a los patrones tradicionales de influencia.