El joven entrerriano que creó la “llave egipcia”, un diseño de despliegue de grandes estructuras en el espacio que fue reconocido por la NASA, habló en la 99.9 sobre su trabajo.
Los jóvenes argentinos siguen destacándose por su talento en distintos ámbitos como le ha sucedido al entrerriano Benjamín Cinto que fue reconocido por la NASA luego de que, un trabajo práctico que comenzó, terminara convirtiéndose en parte de un desafío creativo que permitirá generar una nueva manera de trabajar el despliegue de grandes estructuras en el espacio.
En diálogo con la 99.9, el joven de 24 años explicó que “se dio gracias a una cátedra de la carrera donde estudio Ingeniería Mecánica en la Universidad Nacional de Rosario que nos propone participar de este concurso de nivel internacional. Participaron diseñadores e ingenieros de todas partes del mundo, se trata de que el Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA que presenta el desafío trabaje en una forma de despliegue de estructuras en el espacio”.
No suena sencillo, pero Cinto creó lo que llamó la “llave egipcia” en apenas 40 días: “estas antenas o telescopios que son muy grandes y precisas, necesitan una forma de mandarlas para que ocupen poco espacio, empaquetadas y cuando llegan al espacio se empieza a desplegar, retraer para ir armando como una especie de rompecabezas. El desafío estaba en que, cuando se toquen estas placas haya un mecanismo que las vincule permanente”. Además, tenía parámetros específicos para el desarrollo: “tenía restricciones tanto de dimensiones, en un espacio muy acotado por debajo de estas placas, había ciertas interferencias de cables y varillas. También teníamos que lograr que el mecanismo funcione ante los cambios de temperatura”.
El nombre elegido tiene que ver con su propia familia: “lo de llave egipcia salió cuando hablaba con mi hermano más chico. Cuando ya lo tenía modelado y simulado, le comento como funcionaba y me dice que le hace recordar a las cerraduras del antiguo Egipto y por eso la bautizamos así”.
Benjamín proviene de una familia de profesionales donde todos lo son o están camino a serlo: “mi papá es contador y mi mamá es farmacéutica. Somos 6 hermanos, todos universitarios. La más grande es antropóloga, después bromatóloga, ingeniero industrial, ingeniero electrónico, yo con ingeniería mecánica y el más chico estudia sonido”, detalló.
Para él, profesionalmente, era una gran oportunidad y lo podrá potenciar a futuro: “siempre traté de tomarlo como una oportunidad para reivindicar la educación pública y bienvenido sea que motive a otros jóvenes a estudiar o participar en desafíos de este estilo”.