La formación ‘abertzale’ aglutinó uno de cada tres votos y empata a 27 escaños con el PNV, cuestionando su hegemonía en el espacio soberanista.
Empate con sabor a victoria. Por lo inédito, por lo histórico, por lo reñido y, sobre todo, por lo salvado. O no. “Se me ha hecho un poco larga la campaña», reconocía Otxandiano en la última semana. La euforia de Bildu, aupada por los resultados que le auguraban los sondeos, empezó a desinflarse cuando, a seis días de los comicios, el candidato se negó a definir a ETA como una “banda terrorista”. El pasado entró en la campaña -pese a los intentos de Bildu por evitarlo- e impidió que los de Otxandiano se hiciesen ayer mayoritarios en el Parlamento vasco. De los últimos sondeos, los del pasado lunes, a la realidad ayer, han sido los más penalizados.
Sin embargo, el empate a 27 escaños con el PNV parece complacerles, tras pagar caro aquellas declaraciones en los últimos días. “La distancia que hace cuatro años era de diez escaños, hoy es de cero”, celebró Otxandiano ante los centenares de militantes que le esperaban, con algo de frío, en el Mercado del Ensanche de Bilbao. Antes, habló Arnaldo Otegi.
Cerca de 340.000 vascos depositaron ayer la papeleta de EH Bildu en las urnas, 90.000 más que en los comicios autonómicos del año 2020. Así, con el 32,5% del voto, casi cinco puntos más que entonces, la izquierda abertzale, la que acumula decenas de refundaciones, cambios de siglas y coaliciones, tendrá esta legislatura, bajo la marca de EH Bildu, los mismos parlamentarios que el PNV.
Bajo incesantes gritos de “¡independencia!”, y ante una militancia que se abrazaba emocionada, Otxandiano celebró el “salto político que ha dado la izquierda soberanista”. “Es espectacular”, afirmó, “entramos en una nueva realidad política”. Dijo más: “Vamos por buen camino y rápido”, en alusión al Parlamento “más soberanista”. Los presentes, tras dos agónicas horas pendientes del móvil vitoreando cada escaño que perdía el PNV, no parecían decepcionados. Más bien lo contrario.
La situación no tiene precedente -los jetzales mantenían su hegemonía en la Cámara vasca desde la Transición-, pero los buenos resultados de Bildu en los comicios municipales y generales del año pasado ya hacían patente que el espacio nacionalista podía estar ante un nuevo líder. Los abertzales sumaron ayer seis nuevos escaños y, pese a que no podrán impedir que se reedite el gobierno de coalición entre PNV y PSOE -los 27 escaños de Pradales y los 12 de Andueza superan la mayoría absoluta-, sí serán decisivos en algunas de las decisiones que tiene pendiente el Parlamento de Vitoria, como la aprobación de un “nuevo estatus” para el País Vasco.
El candidato de Bildu ya se mostró abierto durante la campaña a lo que hasta ahora era un imposible: un pacto entre los nacionalistas que, en esta legislatura, representarán el 72% del Parlamento, récord. Mirando a ambos lados, el abertzale tampoco se cerró a un “gran acuerdo de la izquierda que cumpla con el mandato popular”, aunque es sabedor de que sus opciones de presidir Euskadi son remotas.
Otxandiano, que durante esta campaña habló de nuevo de garantizar el acceso a la vivienda y reformar el sistema sanitario, era consciente de que con ello había logrado convencer al electorado de la izquierda confederal que, sin opciones ante la ruptura entre Podemos y Sumar, migró casi en bloque hacia la formación abertzale. “Asumimos la responsabilidad de representar a quienes se han quedado fuera del Parlamento”, aseguró entre aplausos, celebrando que en la Cámara de Vitoria vaya a haber una “mayoría absoluta de izquierdas”.
Los jóvenes, en el más amplio sentido de la palabra, han sido el principal caladero de votos abertzale, que presentaba para estos comicios unas listas renovadas -y rejuvenecidas-, símbolo del “relevo generacional” por el que pretende transitar Bildu. Un lavado de cara que lo acerca a los más de 75.000 vascos que acudieron ayer por primera vez a las urnas y lo aleja del posicionamiento sobre la violencia de ETA que lastró sus resultados en anteriores campañas.
Ayer, triunfaron en Guipúzcoa y Álava. En la primera, por casi 30.000 votos y en la segunda, la provincia “de militares y curas” según ellos mismos, pero hoy con el Gobierno vasco y mucho euskaldún, por 3.500. Sólo Vizcaya salvó al PNV (+62 mil) y evitó el liderazgo global de Bildu.
Otxandiano ha estado al borde de lograrlo. Pero el líder sigue siendo Arnaldo Otegi, mentor e ideólogo. Ambos celebraron ayer una victoria que, hace 15 años, cuando ETA aún mataba, jamás habrían imaginado.