El exministro de Finanzas anunció ayer oficialmente su candidatura para suceder a Truss; tiene los 100 apoyos necesarios.
Rishi Sunak, exministro de Finanzas de Boris Johnson y en parte gran responsable de su caída, será casi con seguridad el nuevo primer ministro británico, después de que Johnson, el segundo gran favorito, anunció hoy que no tiene intenciones de entrar en la contienda.
Al anunciar ayer su candidatura en Twitter, Sunak, que debería convertirse así en el primer jefe de gobierno no blanco de la historia del Reino Unido, declaró ayer su candidatura en Twitter, afirmando su voluntad de “reactivar” la economía de su país y “unir” el Partido Conservador. En esta nueva y expeditiva campaña, tras la cual Gran Bretaña habrá conocido el 28 de octubre el nombre de su tercer jefe de gobierno en tres meses, Sunak era ayer el único que había logrado más de los 100 padrinazgos necesarios para seguir en carrera.
“El Reino Unido es un gran país, pero estamos confrontados a una profunda crisis económica”, escribió el exministro de 42 años, confirmando su candidatura, cuando Boris Johnson, el otro gran favorito, aún no había oficializado la suya.
“Me presento para ser líder del Partido Conservador y vuestro próximo primer ministro”, agregó en el mensaje.
Sunak y Johnson, que regresó de sus vacaciones caribeñas el sábado apenas se produjo la renuncia de la primera ministra Liz Truss, se reunieron anoche. Según el diario Sunday Times, invocaron incluso una “candidatura común” para evitar a los tories una “guerra civil”. Todo permite pensar que al cabo de intensas consultas dentro del partido, el expremier llegó a la conclusión de que no obtendría el apoyo necesario de los diputados conservadores y decidió abandonar sus pretensiones de volver a ejercer el poder.
Para los partidarios de Sunak, su posición en la anterior campaña por Downing Street, sobre la necesidad de practicar una economía “prudente” para luchar contra la inflación, demostró que era el hombre de la situación. Su moderación presupuestaria, debido a lo cual fue juzgado demasiado centrista y tímido, aparece ahora como el elemento central de su credibilidad
Ya en el último verano boreal, ese conservador, nieto de inmigrantes indios, era el candidato preferido de los diputados tories. Pero frente a Liz Truss pagó caro su portazo al gabinete de Johnson en julio, seguido de inmediato por otros 60 colegas. Muchos diputados tories –y sobre todo la base del partido– lo acusan de haber traicionado a BoJo, con quien sigue enfrentado. Fueron, en todo caso, los adherentes conservadores quienes prefirieron a Truss en una votación por internet.
También le juega en contra su fortuna, amasada durante su carrera en las finanzas y a través de su matrimonio con Akshata Murty, hija de un multimillonario indio, en momentos en que los británicos tienen cada vez más dificultad en llegar a fin de mes. Ante las críticas, ese fanático de la saga Star Wars recuerda su historia familiar, una success story, como adoran los conservadores.
Nacido el 12 de mayo de 1980 en Southampton, en la costa sur de Inglaterra, Sunak es el mayor de tres hermanos, hijo de un médico clínico del sistema de salud pública y una farmacéutica. Sus abuelos, nacidos en la India, emigraron al África oriental británica en los años 1960.
Cómo sigue la carrera
Después de la dimisión de Truss, que permaneció apenas 44 días en Downing Street, tres nombres aparecieron como posibles candidatos: la actual ministra de Relaciones con el Parlamento, Penny Mordaunt, que oficializó su candidatura el viernes; Rishi Sunak, que había perdido en septiembre frente a Liz Truss, y Boris Johnson, que renunció en julio obligado por una serie de escándalos.
Con Boris afuera de la carrera, ahora es entre Sunak y Mordaunt, que todavía está lejos de obtener los 100 apoyos necesarios.
Pero, sea quien sea el pretendiente al cargo que obtenga el puesto, no conseguirá aplacar la ira de la mayoría de los 67 millones de británicos, que se sienten rehenes de un partido que, en 12 años de ejercicio del poder, los ha llevado a la catastrófica situación en la que hoy se encuentran. Sobre todo, cuando las encuestas demuestran que, en caso de elecciones generales, los tories serían aplastados por sus adversarios laboristas, que nunca tuvieron tantas intenciones de voto: 54%, contra apenas 21% para los conservadores.
La explicación reside en el régimen parlamentario británico, que establece en este caso que mientras el Partido Conservador disponga de una mayoría en la Cámara de los Comunes puede cambiar de líder –y por ende de primer ministro– sin tener que llamar a elecciones generales. Al menos hasta fines de 2024, cuando termina el mandato obtenido por Boris Jonhson en los comicios de 2019.
Ese ejercicio, es verdad, debería tener sus límites en el terreno de la honestidad democrática. En todo caso, cada vez más británicos –y no solo ellos– se preguntan qué pasó con la política del Reino Unido, con su reputación de estabilidad y moderación, con su venerable Parlamento, vapuleado por las convulsiones a un ritmo acelerado después del Brexit.
A juicio del historiador Anthony Seldon, “la actual crisis política es la más grave que haya vivido el país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”.