Luego de doce años de atrasos, el gobierno brasileño decidió cancelar el acuerdo bilateral para el lanzamiento de misiles ucranianos con satélites comerciales desde la base de Alcántara, en el Estado de Maranhão.
Los dos gobiernos gastaron aproximadamente 328 millones de dólares en la sociedad fallida, dividiendo los gastos.
Folha entiende que la decisión fue tomada por la Presidenta Dilma Rousseff a partir de un informe de un grupo interministerial en enero, pero que aún no fue comunicada a Kiev.
La causa fue el costo del lanzador de satélites Cyclone-4, que se habría tornado abusivo en un escenario de contracción fiscal. El proyecto siempre fue costoso: la previsión era que fuese deficitario por 20 años.
Oficialmente, hasta que Ucrania reciba la información, el acuerdo se mantiene.
Con esto, se reabre una puerta para una negociación que le interesa bastante a Estados Unidos: poder usar las instalaciones de Alcántara para fines comerciales. Un acuerdo llegó a ser firmado en 2000, pero no terminó llevándose a cabo porque estipulaba que los norteamericanos usarían la base, pero sin compartir su tecnología.
Alcántara es un sitio atrayente para los lanzamientos debido a su posición ecuatorial. La mayor parte de los satélites de comunicación usa órbitas paralelas a la línea del Ecuador, por lo que se gasta menos combustible para llegar a esa posición.
Los europeos, por ejemplo, lanzan satélites desde Guayana Francesa.
Como Rousseff está en un proceso de reaproximación con Estados Unidos, luego del escándalo que se produjo al descubrirse que es víctima de espionaje, el tema puede ser retomado.
La diplomacia rusa, según una investigación de Folha, también venía presionando discretamente a Brasil para abandonar el acuerdo con sus rivales ucranianos. Los rusos, inclusive, pueden ofertar lanzadores.
El Cyclone-4 es un descendiente distante de la sección del programa espacial de la Unión Soviética que quedó en manos ucranianas luego de la caída del imperio comunista en 1991.
Fue ofrecido a Brasil en 2003, para su lanzamiento em 2007. Nada ocurrió. En 2006, fue formada una empresa binacional para hacer el proyecto, la ACS (Alcántara Cyclone Space), con un lanzamiento previsto en 2010.
Por falta de presupuesto y hasta una disputa territorial con pueblos originarios, el proyectos se atrasó, y la última previsión era lanzar el cohete en 2015.
Hasta este momento, la mitad de las obras de la base están concluidas, y los ucranianos manifestaron que el cohete está terminado.
Sin embargo, desde 2014 el país europeo está sufriendo una guerra civil con separatistas prorusos, lo que tampoco inspira confianza política.
El programa del Cyclone-4 fue una creación del exministro de Ciencia y Tecnología Roberto Amaral, quien representó a Brasil en la binacional ACS hasta 2011. El dirigente siempre fue criticado por la FAB (Fuerza Aérea Brasileña), tradicional rector del programa espacial brasileño.
Para los militares, el Cyclone-4 consumió inversiones de proyectos nacionales, que ya venían sufriendo pérdidas desde 2003, cuando un incendio en Alcántara mató a 21 técnicos que trabajaban en el modelo VLS-1.
Desde entonces, el programa espacial brasileño está trabado. Los militares aún pretenden lanzar el VLS-1, pero el diseño del cohete es obsoleto y hay nueva generación de lanzadores en estudio.