Brasil, molesto por selección de avión de EE.UU. para entrenar a la Fuerza Aérea

Llegada del Texan II cierra la puerta al Súper Tucano de Embraer.

La agenda positiva en el capítulo Cooperación en Defensa de la Declaración Conjunta que firmaron Mauricio Macri y Michel Temer el 7 de febrero pasado tiene novedades que no llegaron al papel.
El texto apuntó a “evaluar nuevas iniciativas de integración de ambas industrias aeronáuticas, que incluyan las posibilidades de avanzar en la adquisición, por parte de la Argentina y de Brasil, de unidades del KC-390 (avión de transporte militar), entre otras aeronaves de Embraer, que permitan acciones conjuntas de producción y comercialización en la región y en terceros mercados”.

Foco de tensión

Esa iniciativa está opacada por un foco de tensión no menor encendido por la decisión de la Argentina de dotar a la Fuerza Aérea de aviones estadounidenses soslayando aparatos producidos por Embraer.
En marzo de 2016 el ministro Julio Martínez, recibió al entonces embajador de Brasil, Everton Vieyra Vargas, se analizaron iniciativas para avanzar en acuerdos entre la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) y la empresa brasileña Embraer. Uno de los objetivos planteados por Martínez fue la posibilidad de llevar a cabo “la fabricación de conjuntos de aviones de combate Gripen”. Es el caza supersónico de última generación diseñado por el grupo sueco SAAB que Embraer proyecta producir para equipar la Fuerza Aérea brasileña.
En esa reunión estuvieron presentes los secretarios de Estrategia y Asuntos Militares, Ángel Tello; de Ciencia, Tecnología y Producción para la Defensa, Héctor Lostri, y de Logística para la Defensa, Walter Ceballos.
La miel de aquel encuentro mutó amarga tras conocerse la decisión (ya es un hecho) de la Casa Rosada de equipar a la Fuerza Aérea Argentina con un nuevo avión de entrenamiento de origen estadounidense. Se trata de 12 aviones T-6C Texan II fabricados por el grupo Beechcraft. En el último viaje a la Argentina, Barack Obama ofreció los aviones de Beechcraft y se podría inferir que Macri prefirió alinear intereses habida cuenta de los pronósticos de triunfo demócrata que pregonaba el Gobierno.
El 22 de setiembre de 2016 hizo su presentación ante Defensa el nuevo embajador brasileño, Sergio Danese. Estuvieron los mismos funcionarios más Ércole Felippa, titular de la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA), no hubo comunicado de prensa.
La conversación se centró en la molestia brasileña por la selección del aparato estadounidense que hirió de muerte la chance de vender Super Tucano, el producto de Embraer, a la Fuerza Aérea criolla. El Súper Tucano por diseño, ataque ligero, encuadra en misiones de control fronterizo, prioridad del Gobierno macrista. En 2015 el entonces jefe de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier general Mario Callejo y su par brasileño Junit Saito iniciaron conversaciones para contar con una escuadrilla de Súper Tucanos, se vislumbraba el relevo de los Pucará. Hay documentación formal que lo acredita: una oferta con precio y número de aparatos fechada el 6 de noviembre de aquel año, conocida por el actual jefe, brigadier Enrique Amreim.

Retroceso

A borbotones, Ceballos retrucó al embajador Danese, quien tampoco se quedó atrás. Del lado brasileño la preferencia argentina por la aeronave estadounidense Texan II se leyó como un fallo en la integración de la producción para la defensa y, aunque no lo expresen en público, un retroceso en la confianza. ¿Habrá analizado algún gabinete de esos que tienen Defensa y la Jefatura de Marcos Peña que la compra de aviones militares a uno u otro actor no es sólo negocio? La bigamia estratégica suele categorizar al practicante de impredecible.
El Gobierno, a sabiendas o no, fue el verdugo que usó Beechcraft en su rivalidad con Embraer. Ambas empresas pujaron el año pasado por un contrato para dotar a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de 20 máquinas nuevas. Ganó Embraer. Los pilotos norteamericanos prefirieron al Súper Tucano y no la máquina made in USA, el Texan versión ataque AT-6B de Beechcraft.