En los últimos meses, la quinta empresa de alimentos más grande del mundo, que compró el frigorífico Campo Australy Alimentos Calchaquí refleja una tendencia al cambio.
El chacinado es el nombre que engloba más de medio centenar de productos elaborados con distintas carnes, como fiambres, salchichas, hamburguesas, salamines. Se trata de un mercado maduro, con un consumo de unos 10-12 kilos por persona anuales, que crece sólo con la población, y es abastecido por unos 350 elaboradores.
Ese mundo relativamente apacible, atomizado, diverso, no del todo formal en algunos casos, está conmovido estos días porque lo que parecía una ola se ve ahora como un tsunami: la expansión del grupo brasileño BRF, sigla de Brasil Foods.
Brasil Foods es la fusión de dos de las compañías alimentarias brasileñas más grandes, Sadia y Perdigao, y hoy es una de las cinco mayores del mundo. En el país está opera desde hace un lustro.
Vale la pena registrar las fechas claves de este desarrollo:
Octubre 2011: BRF compra la gran avícola cordobesa Avex, montada en la década anterior por un grupo de ex Harvard, y también la margarina Dánica, con una muy buena red de distribución.
Junio 2012: Concluye la adquisición de Quickfood, que su compatriota Marfrig había comprado la década anterior, en un intercambio de activos debido a las regulaciones antimonopólicas en Brasil. Esta operación dejó a BRF con la planta de faena, desposte y subproductos de San Jorge, en Santa Fe; las de elaborados de Baradero, Martínez y Pilar, en Buenos Aires, y la de vegetales congelados de Arroyo Seco (Santa Fe). Así, además de pollo, pasó a tener faena vacuna y elaboración de carne vacuna y porcina. Y sumó, a su marca Sadia, la de hamburguesas Paty, la de salchichas Patyviena y la de fiambres Barny.
Octubre 2015: Le compra a Molinos, la mayor empresa de alimentos argentina, de los Perez Companc, las marcas de salchichas Vieníssima y Wilson, las hamburguesas GoodMark y los fiambres Tres Cruces y Hammond (además de las margarinas Manty y Delícia), por US$ 43,5 millones.
Diciembre 2015: Anuncia la compra, por US$ 85 millones, del frigorífico Campo Austral a un fondo de inversión argentino presidido Alejandro Quentin. La española Campofrío había fundado Campo Austral en el país en el 1994, y vendido en 2005. BRF sumó así la planta de faena Expork, con capacidad para despostar 32.000 cerdos por mes, en San Andrés de Giles, y la de elaborados en Pilar, donde hace jamones, fiambres y productos elaborados a base de cerdo, algunos de ellos congelados. Además, entró fuerte en la producción de cerdos, con seis criaderos: dos en Buenos Aires, uno en La Pampa, tres en Córdoba y uno en La Rioja. “El propósito de esta adquisición es reforzar la presencia y el liderazgo de BRF en categorías clave en el mercado argentino”, comunicó la empresa en ese momento. “Cuando la transacción esté completa, BRF ganará relevancia en las categorías de jamón cocido, salame, mortadela y carne de cerdo, permitiendo a la compañía inaugurar la cadena de la carne de cerdo integrada”.
Marzo 2016: BRF anuncia la compra de Alimentos Calchaquí, fundada en 1971 por la familia Boschini, con una planta de 11.000 m2 en Florencio Varela. Así, además de la marca tradicional Calchaquí, BRF incorpora la selecta y codiciada Bocatti.
Fuertes reacomodamientos
Según la Cámara Argentina de la Industria de Chacinados (Caicha) la producción de chacinados alcanzó en 2015 unas 530.000 toneladas y una facturación de $ 21.000 millones.
Si bien es difícil de dimensionar, por la variedad de productos y empresas, en el sector coinciden en que alrededor del 60% del mercado de chacinados se dividía hasta ahora entre una docena de empresas, de las que la rosarina Paladini tiene alrededor del 20% y el resto se reparte un 3 a 4% cada una, entre ellas. El 40% restante se divide en centenas de firmas chicas.
Hace unos días, Paladini, fundada en 1923, anunció que está completando la compra de la española Espuña en la Argentina, con parte de los $ 568 millones del plan de inversión que anunció a fin de 2015, “con motivo del nuevo panorama económico del país, de apertura hacia el mundo y promoción de la producción”.
La operación incluye la planta que la española Espuña tiene en la Argentina desde 1999, en la localidad bonaerense de Pergamino, y su prestigiosa marca. Paladini produce fiambres cocidos, frescos, chacinados, salchichas, salchichones, hamburguesas, rebozados, y hasta untables y quesos. Ahora entra a jugar fuerte en jamón crudo, un rubro difícil porque implica una inmovilización de capital y física muy grande, así como la incertidumbre, considerando que tardan entre seis meses y un año en estar listos para la venta.
Todo para el mercado interno
La producción de chacinados se destina en más de 99% al mercado interno, de acuerdo con datos del Senasa. Es que exportar estos productos es sumamente difícil, por las trabas de acceso y sanitarias que tienen la mayoría de los países. A mercados que pagan bien, como la UE, llena de productores chicos, es imposible entrar, lo mismo que a Estados Unidos, pero por los motivos opuestos, ya que tiene pocos productores pero gigantes.
Así, todos estos cambios empresarios afectan de lleno al mercado interno, que encima casi no crece. “Estoy aterrado”, sintetizó el dueño de una firma chica. “Con estos cambios, que no sabemos si terminaron, dos empresas pasan a controlar el 40% del mercado. Y BRF tiene un poder de fuego infernal, es más grande que YPF”.
Más relajado, otro empresario señaló que “esta gente (por BRF) opera en blanco, no nos preocupa, porque en nuestro caso vamos a competir de igual a igual. Además, seguramente van a tener que probar que no tienen posición dominante en Defensa de la Competencia. Lo único malo que se nos ocurre es que algunos clientes de las firmas que compraron se vayan al mercado informal”.
Gustavo Lazzari, presidente de Caicha, se mostró preocupado por la competitividad. “Esto nos agarra en un momento de apertura, que es mejor, pero nos estamos reacomodando. Con las mismas reglas no nos preocupa competir, estamos acostumbrados”.