Los restos del Titanic se encuentran en dos lugares en el fondo del Océano Atlántico Norte, descomponiéndose lentamente a casi 4.000 metros bajo la superficie. Pero no están solos allí. Un sonido que se detectó hace aproximadamente 26 años ha revelado que en esta zona submarina hay mucho más de lo que se pensaba.
P.H. Nargeolet, un piloto veterano del sumergible Nautile y buzo investigador del Titanic, detectó originalmente el sonido con una sonda náutica en 1996. Sin embargo, el origen del fenómeno permaneció sin respuesta… hasta ahora.
En una expedición a los restos del Titanic a principios de este año, Nargeolet y otros cuatro investigadores se dirigieron al lugar donde previamente se había registrado el sonido para buscar el misterioso objeto que lo causaba. Debido a la magnitud del sonido, Nargeolet creía que podía tratarse de otro naufragio, pero en su lugar encontró un arrecife rocoso, compuesto por varias formaciones volcánicas, y repleto de langostas, peces de aguas profundas, esponjas y varias especies de coral que podrían tener miles de años.
“Es biológicamente fascinante. Los animales que viven allí son muy diferentes a los que se encuentran viviendo en la llanura abisal del océano”, señaló Murray Roberts, profesor de biología marina aplicada y ecología de la Universidad de Edimburgo en Escocia y uno de los investigadores de la expedición. “(Nargeolet) hizo un trabajo científico realmente importante. Pensó que era un naufragio, y resultó, en mi opinión, aún más sorprendente que un naufragio”.
La llanura abisal es un término utilizado para describir el fondo del océano a una profundidad de 3.000 a 4.000 metros, que constituye el 60% de la superficie de la Tierra, según Roberts. Se cree que se trata de un fondo marino fangoso y sin características, sin mucha estructura. En algunas ocasiones, los buzos han observado formaciones rocosas en esta llanura abisal. Desde el reciente descubrimiento cerca del Titanic, Roberts cree ahora que tales características podrían ser más comunes de lo que se pensaba.
Las zonas rocosas también pueden ayudar a explicar las distancias que recorren las esponjas y los corales en el fondo del océano, lo que siempre ha sido un misterio para los científicos. En el entorno fangoso en el que suelen observarse, hay pocas superficies duras a las que estas especies puedan agarrarse para crecer y reproducirse.
“A veces aparecen en lugares en los que pensamos: ‘Bueno, ¿cómo es que llegaron ahí? No viven lo suficiente como para llegar allí”, dijo Roberts. “Pero si hay más de estos lugares rocosos de lo que pensábamos, creo que podría ayudarnos a entender la distribución de estas especies a lo largo del océano”.
Los investigadores están trabajando actualmente en el análisis de las imágenes y videos tomados del arrecife durante su inmersión, y tienen la intención de compartir sus hallazgos para mejorar el conocimiento en conjunto de la comunidad científica sobre la vida en las profundidades marinas. Roberts también espera vincular este descubrimiento a un proyecto más amplio sobre el ecosistema del océano Atlántico que él dirige, llamado iAtlantic, que permitirá estudiar y proteger más el frágil ecosistema del arrecife.
Hay otro sonido desconocido cerca del Titanic que Nargeolet espera identificar en una expedición futura. Se registró en el mismo estudio que él realizó hace años, entre los restos del Titanic y el arrecife recién descubierto, que ahora se llama Nargeolet-Fanning Ridge en su honor y en el del especialista de la expedición de 2022, Oisín Fanning. Nargeolet espera que una vez descubierto el misterio, sea sea aún más grande que este arrecife.
OceanGate Expeditions y su fundación, que, junto con Fanning, proporcionó el apoyo financiero para la inmersión de Nargeolet este año, continuará su trabajo de investigación longitudinal del Titanic y las áreas circundantes en 2023.
“La vida marina… era tan hermosa. Fue realmente increíble, porque nunca esperaba ver eso en mi vida”, dijo Nargeolet. “Estaré muy contento de seguir observando el Titanic”.