Tragedia íntima, social e histórica, que coincide con una agravación de la despoblación de los campos franceses.
Las crisis de las agriculturas francesas han tomado un rumbo dramático: un agricultor se suicida cada dos días, víctima de la más profunda angustia íntima y social.
Según las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas Económicas (INEE), el suicidio se ha convertido en una tragedia histórica para los agricultores franceses: ellos son la categoría más afectada por la angustia devastadora que culmina con la muerte voluntaria. El suicidio de los agricultores franceses es un 20 % superior al del resto de la población.
Tragedia íntima, social e histórica, que coincide con una agravación de la despoblación de los campos franceses. Oficialmente, hace diez años existían unas 617.000 explotaciones agrícolas. Hoy, solo 490.000, con una economía muy subvencionada.
Según las cifras oficiales del Consejo nacional de análisis económico, el 84 % de las rentas de los agricultores franceses provienen de las subvenciones, estatales y / o europeas.
Históricamente, Francia fue un país agrícola, católico y conservador, durante siglos. Durante varias décadas, la Política Agrícola Común (PAC) permitió una transformación productivista y «perversa» de las agriculturas francesas. La crisis y metamorfosis de la PAC, durante la última década, la globalización y la aceleración de los nuevos modelos productivistas han acelerado la despoblación y los ataques de angustia social de los agricultores víctimas de tan históricos cambios.
Desde hace semanas, los movimientos de cólera gremial se suceden en toda Francia. Durante toda la jornada del lunes, millares de agricultores de todo el país protagonizaron movimientos de protesta, cortando carreteras, provocando atascos, intentando llamar la atención de la crisis global de los sectores más diversos.
Stéphane Le Foll, ministro de Agricultura, anunció la semana pasada nuevas ayudas por un montante de unos 290 millones de euros. A juicio de los sindicatos agrícolas, esas ayudas, bien venidas, no resuelven ninguno de los problemas de fondo.